Guatemala ha extraditado a una mujer que presuntamente sirvió como vínculo entre guerrilleros de Colombia y organizaciones internacionales de narcotráfico, lo que sugiriere que una unidad individual de las FARC ha desarrollado sus propias rutas de exportación de droga, y que podría estar buscando actuar de forma individual en caso de que se firme un acuerdo de paz.
Sonia Cruz Quiceno, alias "La Mona", fue capturada en Ciudad de Guatemala el 16 de febrero, y extraditada al día siguiente para enfrentar cargos de tráfico de drogas en Estados Unidos, informó El Tiempo.
Se cree que Cruz es una figura importante del Frente 36 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Fuentes oficiales la han vinculado con los grupos mexicanos de los Zetas, los Caballeros Templarios y el Cartel de Sinaloa, así como con los Urabeños de Colombia, descendientes de los enemigos paramilitares de los guerrilleros.
Según Siglo 21, Estados Unidos emitió una orden de extradición contra Cruz en octubre pasado. Después de evadir un intento de arresto de la policía colombiana en noviembre, Cruz entró legalmente a Guatemala en diciembre, utilizando su propio pasaporte, informó El Tiempo.
Cruz ya había pasado tres años en una cárcel de Estados Unidos, después de haber sido arrestada en 2006, y extraditada para enfrentar cargos de lavado de dinero.
En un informe publicado en diciembre por El Tiempo, que detalla los vínculos entre la guerrilla y los Urabeños, Cruz fue identificada no sólo como responsable de lavar dinero para los Urabeños –aparentemente legalizando hasta US$10 millones cada vez- sino también como coordinadora de cargamentos de droga.
Análisis de InSight Crime
Los detalles de las actividades de Cruz parecen identificarla como el eje central de una operación internacional de narcotráfico que involucra al Frente 36. Fuentes policiales colombianas dijeron a InSight Crime el año pasado que estaban investigando las rutas de exportación de cocaína, administradas por el Frente 36, que suministraban a los carteles mexicanos.
Lo más sorprendente de este caso es la aparente cooperación entre el Frente 36 con los mexicanos y los Urabeños, sin la participación de otras unidades o comandantes de las FARC. Esto sugiere que el Frente 36 está participando independiente en la producción y exportación de drogas, aumentando la preocupación de que este frente se podría criminalizar en caso de que la guerrilla firme un acuerdo de paz, tras las negociaciones en curso con el gobierno colombiano.
InSight Crime había identificado previamente el particular riesgo de criminalización que tiene el Frente 36, debido a su papel en el tráfico de drogas, y debido a la problemática relación que mantiene con la estructura de mando de la organización. Pese a que el frente es uno de los más activos y ricos de las FARC, su líder, Ovidio Antonio Mesa Ospina, alias "Anderson" o "Carranza", ha tenido problemas de disciplina en el pasado, y sigue estando por fuera del Estado Mayor Central, el cual conforma la columna vertebral de estructura de mando de las FARC. Bajo el liderazgo de Anderson, el Frente 36 incumplió los dos cese al fuego de Navidad, presentados por la guerrilla en 2012 y 2013, sugiriendo poco respeto por los siete hombres en cabeza del Secretariado de las FARC.
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La rebeldía de Anderson y su estrecha relación con los Urabeños plantea la posibilidad de que se convierta en otro Megateo -un comandante guerrillero que se negó a rendirse cuando su grupo, el Ejército Popular de Liberación (EPL), se desmovilizó en 1991. Desde entonces, se ha convertido en uno de los narcotraficantes más importantes de Colombia, y ha logrado mantener unido a su grupo guerrillero, estableciéndose como un Robin Hood local a lo largo de la frontera con Venezuela.