Un prisionero en Guatemala ha testificado ante un tribunal acerca de su participación en una red de extorsión manejada desde adentro de la prisión, a través del uso de teléfonos celulares, lo que da una visión de un fenómeno común en las cárceles de Latinoamérica.
El detenido, quien está encarcelado en la prisión de máxima seguridad Infiernito en Escuintla, al suroeste de Ciudad de Guatemala, dijo que se unió a una red de extorsión a cargo de un compañero preso que estaba cumpliendo una condena por liderar una banda de secuestradores, informó Prensa Libre.
El detenido, cuyo nombre es confidencial, dijo que se unió a la red después de que le dijeron que tenía que pagar una suma de alrededor de US$1.270 para evitar problemas, y que si no tenía el dinero, había otra manera de obtenerlo. Dijo que se le daba una lista de 500 nombres a la semana, pero “solo marcábamos a 10, y de esos solo se conseguía que dos entregaran el dinero”.
La red, compuesta por 21 prisioneros, hizo llamadas telefónicas al exterior, no sólo adentro de Guatemala sino también a El Salvador, donde el prisionero dijo que una vez una víctima pagó una cuota de extorsión de US$12.000. Según el prisionero, logró obtener más de US$6.000, incluso en una "mala semana".
Miembros en el exterior de la prisión, eran los responsables de recoger el dinero y ponerlo en cuentas bancarias creadas por otros colaboradores. El prisionero dijo que la banda nunca ordenó la muerte de quienes se negaban a pagar, no obstante, los fiscales están investigando una serie de crímenes cometidos fuera de la prisión que están vinculados al grupo.
Análisis de InSight Crime
La extorsión es una fuente principal de ingresos para las pandillas a lo largo de los países del Triángulo del Norte -Guatemala, Honduras y El Salvador-, donde los miembros del sector del transporte público son a menudo el blanco de estas extorsiones, así como las pequeñas empresas y vecinos del barrio.
En todos estos países, ha tenido lugar la extorsión a cargo de pandilleros encarcelados, con casi el 50 por ciento de las extorsiones en Tegucigalpa, Honduras, al parecer originándose en una prisión. En marzo de 2012, las autoridades de Guatemala comenzaron a investigar a una red de extorsión manejada desde la prisión Infiernito que exigía hasta US$500.000 de las empresas salvadoreñas.
Los miembros de las pandillas en Infiernito hicieron una aparente demostración de su poder en julio de 2012, cuando un nuevo director de la prisión fue asesinado después de implementar una serie de reformas disciplinarias. El presidente Otto Pérez dijo que los pandilleros encarcelados fueron los culpables.