Agosto ha sido el mes más violento en El Salvador tras el fin de la guerra civil, lo cual sumado a informes de desplazamiento forzado perpetrados por pandillas indican que la situación de seguridad se parece cada vez más a una guerra de baja intensidad.
El 1 de septiembre, Mauricio Ramírez Laverde, director de la Policía Nacional Civil (PNC), anunció que en agosto ocurrieron 907 homicidios en el país, según informes de EFE. El número de asesinatos de agosto es el más alto desde el fin de la guerra civil en 1992, según la AFP, y más del doble de las cifras registradas el pasado mes de julio.
De acuerdo a La Prensa Gráfica, el ministro de Seguridad y Justicia de El Salvador, Benito Lara, atribuyó el aumento de los homicidios en agosto a "una pugna interna entre pandillas y a los enfrentamientos de grupos criminales contra la policía". Eugenio Chicas, portavoz del presidente Sánchez Cerén, dijo que el 85 por ciento de todas las víctimas de homicidios en agosto fueron pandilleros, según EFE.
En medio de estos históricos niveles de violencia, muchas familias han huido de sus hogares en el departamento de Sonsonate, debido a las amenazas de Barrio 18, informó El Diario de Hoy. Los residentes les contaron a los medios locales que el 1 de septiembre al menos 20 familias abandonaron sus casas en el cantón de Talcomunca, tras recibir advertencias de Barrio 18 de que, si no se iban, atentarían contra sus vidas.
Análisis de InSight Crime
El nuevo récord de asesinatos en El Salvador, junto con los informes de desplazamiento forzado, muestran un panorama poco alentador de la seguridad en el país.
Como lo señaló Lara, hubo 250 ataques en meses pasados está muy relacionado con un aumento den el número de confrontaciones entre maras y fuerzas de seguridad. Según el gobierno, durante los primeros cuatro meses y medio de 2015, hubo 250 ataques de las pandillas a las fuerzas de seguridad. La respuesta de los agentes de seguridad fue aumentar las agresiones contra aquéllas.
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Aunque es difícil mantener un registro del desplazamiento en El Salvador debido a la falta de fuentes gubernamentales, se percibe un aumento en los informes de familias desplazadas a la fuerza por pandilleros. Según un representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), las pandillas y el crimen organizado son los principales responsables del desplazamiento forzado en el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala).
Estos enfrentamientos y su impacto en la población civil de El Salvador han dado pie a una dinámica de seguridad que se asemeja cada vez más al tipo de conflicto de baja intensidad que los salvadoreños esperaban haber dejado atrás hace dos décadas, pero con una diferencia fundamental: una falta de objetivos políticos que pueden aprovecharse para dar una solución que ponga fin a la violencia.