Casi cuatro de cada mil adolescentes brasileños que viven en las ciudades más grandes del país mueren en forma violenta antes de los 19 años, afirma un nuevo informe de las Naciones Unidas que ilustra cómo los jóvenes brasileños pagan el precio más alto por el crimen y la violencia.
El informe del Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés), "Adolescent Homicides in Brazil" (Homicidios de adolescentes en Brasil) estudió las tendencias homicidas entre adolescentes en 300 municipios brasileños con población superior a 100.000 habitantes entre 2005 y 2014. Los hallazgos dibujan una tendencia alarmante que indica que una situación ya grave no hace más que empeorar.
En 2005, 2,8 de cada 1.000 jóvenes fueron asesinados, una cifra alarmante si se tiene en cuenta que la tasa esperada debe estar apenas levemente por encima de 0 y, naturalmente, por debajo de 1, señala UNICEF. La tasa se mantuvo relativamente estable hasta 2012, cuando inició un ascenso pronunciado para culminar en la tasa de 3,7 en 2014.
El informe también rastrea las enormes diferencias por región y estrato socioeconómico. Para 2014, los hombres jóvenes tenían 13,52 veces más probabilidades de ser asesinados que las mujeres jóvenes, y los adolescentes negros, 2,88 veces, más probabilidades que sus coetáneos blancos.
De lejos la región más peligrosa es el noreste de Brasil, que registró un índice promedio de 6,5 homicidios por cada 1.000 adolescentes, y es donde se localizan los diez municipios más peligrosos para los jóvenes.
El municipio de Fortaleza registró la tasa de homicidios más alta, con 10,9 homicidios por 1.000, seguido de Maceió, con 9,4. Entretanto Rio de Janeiro y São Paulo, las dos ciudades que son el centro de la atención pública por crimen organizado y violencia, se situaron por debajo del promedio, con índices de 2,71 y 2,19, respectivamente.
De mantenerse las tendencias establecidas en este periodo, entre 2015 y 2021 caerán asesinados 43.000 adolescentes más en los 300 municipios, concluye UNICEF.
Análisis de InSight Crime
El informe de UNICEF pone de relieve cómo Brasil es uno de los ejemplos más extremos de una tendencia que se observa en toda la región: los jóvenes como actores y víctimas de la violencia, en especial los jóvenes de género masculino. Según datos del Banco Mundial de 2016, la tasa de homicidios para hombres entre los 15 y los 24 años de edad en Latinoamérica y El Caribe llega a 92 por 100.000, casi cuatro veces el promedio regional.
Un factor importante en esta violencia es el crimen organizado, que saca provecho de la marginación social y económica de los jóvenes para atraer reclutas baratos y desechables, a quienes usa para todo, desde inteligencia hasta homicidios.
Esto pone en riesgo a los adolescentes en muchas maneras; bien sea que estén implicados en actividades criminales, que sus pares lo estén, que se resistan a las tentativas de usarlos o reclutarlos, o que sean estigmatizados por las fuerzas de gobierno que tratan a los jóvenes como criminales.
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Como lo ha documentado InSight Crime, este es un fenómeno endémico en todos los puntos calientes del crimen organizado en la región, con indicadores alarmantes de jóvenes que hacen parte del crimen organizado o caen víctimas del mismo, en Colombia, México, El Salvador y Honduras.
Quizás el aspecto más alarmante de los documentados por UNICEF sea el vertiginoso aumento de la violencia en los últimos años. Dicho incremento es el indicador más irrefutable de que las políticas de seguridad basadas en intervenciones sociales dirigidas a la juventud vulnerable son inefectivas o no existen en absoluto.