El fiscal general de El Salvador ha acusado formalmente a un líder de la notoria organización de narcotráfico del país, los Perrones, por el lavado de más de US$ 3 millones, aunque el registro histórico del país, sobre casos relacionados con el grupo, sugiere que él aún podría evadir la prisión.
Según un comunicado de prensa publicado por la Fiscalía General de El Salvador, Daniel Quezada Fernández -uno de los miembros fundadores de los Perrones- y cuatro socios, incluyendo a su esposa, han sido acusados de lavar dinero como parte de su participación en la organización de tráfico de drogas.
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Según La Prensa Gráfica, Quezada fue detenido el 29 de noviembre por lavado de dinero, pero en ese momento la fiscalía se negó a proporcionar detalles sobre el caso. Los fiscales ya han comparecido ante el tribunal para acusar formalmente a él y a sus compañeros, con base en la evidencia recopilada desde 2010, y han solicitado ordenes judiciales para registrar la propiedad e incautar documentos relacionados con el caso.
Quezada escapó de una condena en 2011, después de que se retiraran los cargos de posesión ilegal de armas en su contra, y una pena de tres años por posesión de drogas fue sustituida por servicio comunitario. Anteriormente había sido acusado de dirigir una red de hoteles utilizados para lavar las ganancias de la droga, pero las autoridades no han logrado imponer algún tipo de castigo significativo sobre él.
Análisis de InSight Crime
Si Quezada es acusado de lavado de dinero y va a la cárcel, esto representará un golpe para los fiscales que han luchado por llevar a la justicia al liderazgo de los Perrones. Las fuerzas de seguridad salvadoreñas han sido acusadas de ocultar evidencia clave y de no llevar a cabo investigaciones eficaces, particularmente con respecto a los vínculos entre el grupo y los carteles mexicanos, los cuales fueron señalados en un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), a principios de este año.
En 2009, muchos de los líderes de la estructura fueron arrestados por tráfico de drogas, tráfico de personas y lavado de dinero, y algunos creyeron que los Perrones habían sido perjudicados sin posibilidad de recuperarse. Sin embargo, los casos se resolvieron y los detenidos salieron libres, recibieron penas que no involucraron la cárcel, o fueron acusados de delitos menores.
Incluso si Quezada y otros miembros fundadores llegaran a enfrentar a la justicia, probablemente no sería la sentencia de muerte de la organización. Al parecer, el grupo se ha reunido desde 2009, purgando a aquellos que son percibidos como desleales. Con sus tentáculos aparentemente extendiéndose ahora a lo largo del istmo y hacia otros lugares, la estructura probablemente es lo suficientemente fuerte como para llenar los puestos vacantes del liderazgo.