Las autoridades de Colombia arrestaron a un grupo de soldados acusados de venderles armas a las FARC, lo que genera interrogantes sobre la manera como la guerrilla obtiene armas y en qué medida este problema involucra a las fuerzas armadas.
El 29 de abril, la Fiscalía General de Colombia anunció la captura de siete soldados y seis civiles por presunto tráfico de armas y provisiones militares a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a organizaciones criminales conocidas como Bacrim (acrónimo de bandas criminales) y a delincuentes comunes, informó El Universal.
Según El Espectador, las detenciones fueron el resultado de una investigación que comenzó en septiembre de 2013, tras la captura de un individuo que cargaba 8.000 cartuchos de munición que pertenecían a la Primera Brigada del Ejército y presuntamente iban para el Frente 10 de las FARC.
Los investigadores determinaron que la banda —compuesta por 20 personas— comenzó a traficar armas en 2012. Siete de sus miembros eran militares en servicio, mientras que otros tres eran militares retirados. Otros nueve miembros de la red tenían vínculos con las FARC.
Para extraer las armas del inventario de las Fuerzas Armadas, los militares emitían falsos reportes sobre la pérdida de las reservas. En dos años, el grupo robó unos 100.000 cartuchos, 1.000 granadas, 30 rifles y 10 ametralladoras. Además de trabajar conjuntamente con el Frente 10 de las FARC, la red habría traficado armas para el Frente 6 y la columna móvil Teófilo Forero.
Análisis de InSight Crime
Descubrir una red de tráfico de armas que involucra a miembros de las fuerzas militares de Colombia genera la preocupación de que otros soldados puedan vender provisiones militares a grupos guerrilleros y organizaciones criminales.
De hecho, este escándalo no carece de precedentes. Altos oficiales del ejército colombiano ya habían sido previamente acusados de vender armas a grupos criminales, entre ellos Los Urabeños.
Las FARC han demostrado tener un alto grado de recursividad para conseguir armas, siendo Ecuador una fuente especialmente importante de armamento para el grupo. Las FARC también han acudido a traficantes internacionales de armas para comprar armamento, e incluso habrían intentado obtener un préstamo de US$100 millones del exdictador libio Muammar Gadafi para adquirir misiles tierra-aire, según los correos electrónicos encontrados en el computador del comandante guerrillero Luis Edgar Devia Silva, alias “Raúl Reyes,” quien fue dado de baja en 2008. Algunos grupos de las FARC, incluyendo el Frente 6, también han intercambiado drogas por armas con grupos criminales como Los Rastrojos.
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Si bien la extendida hostilidad de los militares colombianos hacia las FARC podría limitar las ventas de armas al grupo, el hecho de que los militares involucrados en este reciente escándalo estaban traficando armas a la columna Teófilo Forero es algo inquietante para el ejército. Esta columna es considerada como la unidad élite de las FARC y fue responsable del atentado al club El Nogal en 2003 en Bogotá, así como de varios atentados a personalidades políticas colombianas —entre ellas el expresidente Álvaro Uribe—.