Un testigo clave en el juicio por una masacre de los Zetas en Guatemala ha revelado cómo los altos estándares originales y la demanda por reclutas bien entrenados con una formación militar, por parte del cartel mexicano, comenzaron a declinar mientras se expandió su influencia territorial.
La declaración grabada de un testigo protegido se presentó ante un juez en el juicio de nueve hombres -dos mexicanos y siete guatemaltecos- acusados ??de participar en la tortura y decapitación de 27 campesinos en mayo de 2011, en la región de Petén, en Guatemala, informó Prensa Libre.
Identificado simplemente como "B", el testigo dio detalles sobre la estructura de los Zetas en Guatemala, el grupo responsable de la masacre, y cómo el grupo se desarrolló después de establecerse en el país en 2003.
El testigo, un exmiembro de los Kaibiles -la unidad élite de las Fuerzas Especiales de Guatemala- dijo: “Al principio, los Zetas solo reclutaban a militares guatemaltecos y mexicanos. Preferían a quienes ya eran kaibiles y se encontraban fuera del Ejército. Pero después empezaron a admitir a civiles y pandilleros”. Según el testigo, a los reclutas se les ofreció salarios mensuales de hasta US$1.700.
Los reclutas guatemaltecos luego viajarían a México, donde pasaban seis meses aprendiendo técnicas de supervivencia y recibían entrenamiento en el manejo de armas. El testigo, debido a su formación previa con los Kaibiles, fue instructor y reclutador en Guatemala, informó Prensa Libre.
El testigo dijo que fue después de su entrenamiento que conoció a Z200, identificado por los fiscales guatemaltecos como Mauricio Guizar Cárdenas, alias "El Amarillo", quien fue el primer comandante de los Zetas a cargo de Guatemala y el hombre que ordenó la masacre de Petén en 2011. La masacre fue parte de la batalla de los Zetas con el Cartel del Golfo –los antiguos empleadores de los Zetas- para el control de las rutas del narcotráfico en Guatemala.
Análisis de InSight Crime
El reclutamiento de los Zetas de exmiembros de las fuerzas militares inicialmente hizo de ellos una organización altamente militarizada y disciplinada. En su testimonio, el testigo dice cómo los Zetas en Guatemala se organizaron entorno a dos comandantes a la cabeza, con cada subregión al mando de su propio comandante, el cual dirigió cuatro células dedicadas a matar a la oposición y a robar las fincas. En esencia, los Zeta se veían a sí mismos como un grupo militar, cuyo principal objetivo era controlar el territorio, y después las actividades ilícitas tuvieron lugar allí.
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La incursión del grupo en Guatemala alcanzó su apogeo en 2011, el año de la masacre de Petén. Sin embargo, como lo destaca el testigo, la expansión de los Zetas hizo que fuera necesario el reclutamiento de personal no militar, diluyendo la cohesión de la organización y disminuyendo la disciplina en general.
Para los Zetas, la organización que alguna vez fue la más temible y violenta en Guatemala, la apropiación del territorio se ha hecho cada vez más difícil y su influencia ha ido en descenso.