Restos de 17 tiburones Mako fueron arrojados a un relleno sanitario en Chile, lo que indica un posible aumento de las prácticas de pesca ilegal en medio de la continua depredación de la vida marina a lo largo del litoral Pacífico en Suramérica por parte de actores criminales.
A mediados de noviembre, se encontraron los cuerpos despedazados de los tiburones en un vertedero ilegal en la región de Antofagasta, al norte del país, sin la cabeza y la cola, pero con las demás aletas intactas. El descubrimiento dejó a los investigadores preguntándose si se trataba de un caso de sobrepesca o de la práctica conocida como aleteo.
Aunque la pesca comercial de tiburones mako es legal, y está permitida su venta para consumo humano en el país, las prácticas irresponsables con el medio ambiente, como la pesca no regulada y el aleteo, son ilegales.
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En la práctica del aleteo se cortan las aletas al tiburón y se devuelve el animal al mar para que muera allí. Se trata de un negocio a gran escala. Según el grupo conservacionista Shark Allies, el precio comercial de las aletas alcanza los US$450 la libra en países asiáticos. Con la idea de que ayudan a fortalecer el sistema inmune, las aletas de tiburón son consideradas un manjar en China y otros países asiáticos.
Chile tiene antecedentes de aleteo de tiburones. En 2018, se hallaron las aletas de unos 100 tiburones secando al sol sobre el tejado de un edificio de propiedad de la embajada vietnamita en Chile. Y pese a las medidas severas para limitar el tráfico en China, la demanda asiática puede ser un atractivo para que los pescadores chilenos mantengan esa práctica.
“Si yo fuera un pescador y tuviera un bote relativamente chico con un espacio limitado, entre llenarla con aletas y llenarla con troncos, las llenaría con aletas, si valen muchísimo más”, señaló Francisco Concha, profesor de ciencias marítimas en la Universidad de Valparaíso, en entrevista con el portal de noticias Ladera Sur.
En los últimos cuatro años, se ha observado en Chile un crecimiento exponencial de capturas accidentales de tiburones marrajos sardineros, con 73 toneladas de producto en 2016 en comparación con 157 toneladas en 2019, según el portal Mongabay.
En respuesta a esta amenaza, en febrero pasado varias organizaciones no gubernamentales comenzaron a organizar talleres de capacitación para ayudar a los pescadores chilenos a hacer más sostenibles sus actividades.
Análisis de InSight Crime
Aunque aún no se conoce el origen de los 17 tiburones mako hallados en el vertedero chileno, es muy probable que sus las aletas fueron traficadas para responder a la demanda de países asiáticos.
Otros países del continente americano están abrumados por el mismo problema. En mayo, las autoridades incautaron en Hong Kong, China, un cargamento ilegal procedente de Ecuador con 26 toneladas de aletas de tiburón por un valor estimado de US$1,1 millones. En enero de 2020, un avión de carga con destino a Asia hizo escala en el aeropuerto internacional de Miami, donde inspectores de vida silvestre hicieron un decomiso histórico de aletas de tiburón en tránsito.
Recientemente, la flota pesquera china se vio implicada en prácticas de pesca predatoria en aguas de Chile y otros países latinoamericanos. En noviembre, el ministerio chileno de asuntos exteriores emitió un comunicado conjunto con Ecuador, Perú y Colombia condenando las prácticas de pesca ilegal, no regulada y no declarada (IUU) por parte de barcos extranjeros a lo largo de la Costa Pacífica de Suramérica.
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Aunque la flota china pretendía básicamente la pesca de calamares, especies de tiburones martillo, sedosos y zorros pelágicos caen accidentalmente en sus redes.
Según la Interpol, uno de los efectos dominó de la pesca IUU es que los pescadores que siguen las regulaciones locales quedan en desventaja y se ven empujados a adoptar prácticas ilegales. El hecho de que se hallaran los 17 tiburones mako en tierra seca en Chile indica que hubo participación de pescadores locales chilenos.
El atractivo de las aletas de tiburón también puede llamar a operaciones criminales transnacionales. En septiembre, las autoridades estadounidenses desarticularon una red multimillonaria de narcotráfico, tráfico de aletas de tiburón, vida silvestre y lavado de dinero. En los múltiples arrestos hechos en todo el país, los agentes estadounidenses decomisaron más de seis toneladas de aletas de tiburón.
Luego de la operación, un comunicado de la Fiscalía del Distrito sur de Georgia en Estados Unidos citó las palabras del agente especial interino Robert Hammer: “Es un día triste cuando ni siquiera los tiburones en el océano están a salvo de la codicia de las organizaciones criminales”.