Recientes informes de prensa señalan que el aumento del tráfico de drogas y seres humanos en la frontera entre Bolivia y Argentina es la causa de la creciente violencia entre los contrabandistas locales.
Un supuesto asesinato por venganza, relacionado con el tráfico de drogas en la provincia de Salta, Argentina, es la más reciente evidencia de que el creciente flujo ilegal de drogas y migrantes de Bolivia a Argentina ha generado violencia en la región, informó La Nación.
El presunto traficante Raúl "Coya" Martínez fue asesinado el 6 de mayo en Orán, ciudad de la provincia de Salta, en la frontera noroeste del país con Bolivia. Según La Nación y El Tribuno, dicho asesinato parece haber sido una venganza por la muerte de un contrabandista rival, Adrián Ricardo Gerónimo, el 29 de abril, como parte de una guerra territorial que están librando los grupos de traficantes.
Esta zona de la provincia de Salta ha sido durante mucho tiempo una importante entrada de bienes de contrabando a Argentina, y se cree que unos 5.000 habitantes de las dos ciudades trabajan como "bagayeros", término con el que se conoce localmente a los contrabandistas. El fiscal de Orán, José Luis Bruno, le dijo a La Nación que un 30 por ciento de la población local vive del negocio del contrabando, que ha experimentado un auge en los últimos años.
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Pero aunque el contrabando abarca una gran variedad de productos, el reciente aumento del contrabando de drogas y personas —particularmente de ciudadanos chinos— en Argentina parece que ha llevado a la conformación de grupos criminales estructurados, a los que una fuente judicial se refiere como “mafias” en un artículo de La Nación.
Estas organizaciones están recurriendo a la violencia como una manera de afirmar su control sobre importantes territorios y rutas, según han dicho las autoridades. Según La Nación, un bagayero local dijo que, debido a robos a mano armada y enfrentamientos entre traficantes rivales de la zona, los contrabandistas están siendo protegidos por miembros armados de los grupos criminales.
Funcionarios argentinos han dicho que abordarán el tema del contrabando y cerrarán 25 pasos fronterizos ilegales. Pero, como señala La Nación, esta tarea puede ser complicada debido a la alta proporción de pobladores que vive de las actividades ilegales y a los limitados recursos de las autoridades locales. Según el medio de noticias, el gobierno se había hecho el de la vista gorda frente al contrabando en la zona hasta que se presentó el reciente repunte en la violencia.
Análisis de InSight Crime
La reciente violencia en la provincia de Salta es una nueva evidencia de que el aumento de la participación de las organizaciones locales en el tráfico de drogas y personas parece haber contribuido al aumento de la violencia en la región fronteriza argentina.
Salta ha sido por mucho tiempo una puerta de entrada para el contrabando de cocaína boliviana en Argentina, que es un importante consumidor de drogas, y a la vez un punto de trasbordo para su distribución internacional. Por la provincia pasa la autopista 34, que parte de la frontera con Bolivia y serpentea hacia el sur hasta los tres centros urbanos más importantes de Argentina: Buenos Aires, Córdoba y Rosario. La autopista ha sido apodada "El Camino Blanco" del país debido al tráfico de cocaína.
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El tráfico de drogas ilegales, particularmente de Bolivia, ha estado aumentando en los últimos años. Como InSight Crime lo ha informado, fuentes oficiales dicen que la cantidad de contrabando que circula por la zona donde ocurrieron los recientes asesinatos aumentó en 200 por ciento entre 2006 y 2012. Según Clarín, en Argentina han aumentado las incautaciones de cocaína, y Salta se ha convertido en la provincia donde se ha realizado la mayor parte de las incautaciones en los últimos años. Asimismo, hay indicios de un aumento del tráfico de personas en la región.
Las autoridades locales dicen que el aumento en el tráfico de drogas y seres humanos en la región fronteriza argentina ha llevado al aumento de la violencia, pero son escasos los datos estadísticos oficiales que permitan respaldar esta afirmación. Sin embargo, hay varias razones por la cuales esta teoría tiene sentido. Los mercados ilegales del tráfico de drogas y personas tienden a ser más lucrativos y más competitivos que otras formas de contrabando, lo que significa que los grupos del crimen pueden estar más dispuestos a usar la violencia para establecer el control sobre ellos. Además, las grandes cantidades de dinero que producen estas actividades ilícitas pueden haber aumentado las arcas de los grupos criminales locales, permitiéndoles hacer mayores reclutamientos y obtener armas más poderosas, lo que también puede estar contribuyendo a su creciente inclinación a usar la violencia para incrementar sus ganancias.