Los informes acerca de que elementos de la organización guerrillera de las FARC están desacatando las órdenes de sus superiores de dejar de realizar extorsiones durante las etapas finales de las conversaciones de paz con el gobierno de Colombia son el indicio más reciente de que muchos insurgentes podrían negarse a desmovilizarse, con el fin de continuar con sus actividades criminales.
El gobernador del departamento de Tolima, Óscar Barreto, denunció que algunos elementos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) continúan extorsionando a los ciudadanos, informó Noticias RCN. Y ello está ocurriendo a pesar de que en julio de 2016 el comandante en jefe del grupo, Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”, dio la orden de suspender tales actividades.
El gobernador Barreto dijo que las FARC están extorsionando “como venía sucediendo de manera anterior”, según lo han denunciado los residentes de los municipios de Planadas, Roncesvalles y Cajamarca. Barreto le dijo a Noticias RCN que en días recientes el Frente 21 de las FARC había extorsionado a los vendedores de licor durante un festival, y que en Roncesvalles el grupo guerrillero supuestamente ha estado invitando a los residentes a que financien el partido político que dicen estar formando.
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El gobernador de Tolima le pidió al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que les exija a las FARC que respeten los acuerdos de La Habana, Cuba, donde se vienen realizando las negociaciones de paz desde 2012.
Análisis de InSight Crime
Los indicios de que algunas facciones de las FARC pueden estar desobedeciendo las órdenes provenientes de La Habana aumentan los temores de que los dirigentes de la guerrilla no tengan tanto control sobre sus combatientes como lo dicen. De hecho, meses de investigación de campo en diferentes partes de Colombia le han permitido a InSight Crime calcular que aproximadamente un tercio de los combatientes de las FARC elegirán el camino del crimen en lugar de dejar sus armas una vez se llegue a un acuerdo final.
El Frente 21 podría ser una de esas facciones. Tolima fue la cuna de la organización guerrillera en la década de los sesenta, pero el Comando Conjunto Central, que solía conformar el bloque principal de las FARC en la zona, desapareció tras la muerte del comandante en jefe de las FARC Guillermo León Sáenz, alias “Alfonso Cano”, en 2011. El Frente 21 ejerce control sobre el territorio que el bloque del comando central ocupaba anteriormente. Durante una investigación en Tolima este año, InSight Crime determinó que esta unidad estaba extorsionando a los lugareños y que no estaba canalizando los fondos a través de la cadena de mando.
Las aparentes discrepancias de este frente con respecto a las decisiones de las FARC se han detectado en otras partes de Colombia donde opera la guerrilla. La extorsión ha sido históricamente uno de los principales medios de sostenimiento de la guerrilla, y ha habido indicios de que, en los días previos a la movilización, los comandantes de nivel medio están utilizando esta práctica para acumular fondos a espaldas de sus superiores.
Informes recientes dicen que las FARC continúan cobrando extorsiones a la población civil en departamentos como Caquetá, Casanare y Huila. En ciertas partes del departamento de Antioquia, los residentes han denunciado que las FARC no sólo siguen extorsionándolos sino que además imponen controles sociales mediante amenazas e intimidaciones.
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Sin embargo, que las extorsiones continúen no necesariamente significa que las unidades inconformes se negarán a desmovilizarse. En lugares como el municipio de Ituango, Antioquia, donde la guerrilla parece estar lista para entregar sus armas cuando llegue el momento, el Frente 18 ha remplazado su habitual impuesto por una “contribución voluntaria”, en el contexto de un inminente “posconflicto”. Una modalidad similar se ha observado en el departamento del Meta.
Fuentes de InSight Crime en La Habana han dicho que el gobierno colombiano espera que el acuerdo final de paz se firme el próximo mes. Pero mientras haya unas facciones conformes con las decisiones y otras insubordinadas que buscan eludir las órdenes, existen serias dudas sobre la capacidad de la organización guerrillera para unir militar e ideológicamente a sus tropas a tiempo.