Varias excentricidades, incluidos un chef y un mayordomo, de las que goza uno de los narcotraficantes más ricos de México en su prisión de lujo muestran que estos poderosos criminales aún pueden burlar el sistema para llevar una vida de opulencia tras las rejas.
Presos ricos o influyentes en el Reclusorio Norte, de Ciudad de México, conocidos como los "padrinos de la cárcel", pueden pagar el acceso a un área VIP. Un mínimo de $15.000 pesos mexicanos (US$790) aseguran la compra de una celda en este exclusivo pabellón, mientras que privilegios adicionales, como televisores, internet y visitas conyugales pueden adquirirse por separado. Incluso los prisioneros adinerados pueden alquilar un "monstruo", otro interno que hace las veces de asistente personal.
Grabaciones publicadas por Milenio revelan la voz de un secuaz de Abigael González Valencia, alias "El Cuini", a quien se oye describiendo en detalle las lujosas comodidades que tiene el líder de su organización criminal. En la conversación, este personaje intenta persuadir a una trabajadora sexual suramericana para que visite al capo encarcelado, destacando la gran cantidad de mujeres que han pasado por su celda y los abundantes beneficios que puede recibir allí.
“Ese lugar es todo un paraíso”, le asegura a la mujer en la conversación.
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Las acusaciones por el ostentoso estilo de vida que vive El Cuini en prisión presentan un fuerte contraste con la situación de otros presos en el "Reclusorio Norte", quienes denuncian condiciones de hacinamiento y maltrato.
González Valencia fue jefe de “Los Cuinis”, el brazo financiero del conocido Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pese al perfil relativamente bajo del grupo, el gobierno de los Estados Unidos ha descrito a Los Cuinis como el cartel de drogas más rico del mundo.
Análisis de InSight Crime
El caso de “El Cuini” sugiere que, aun cuando las autoridades mexicanas sostengan que los lujos que alguna vez fueron posibles en las cárceles federales son cosa del pasado, algunos presos influyentes aprovechan vacíos legales para lograr ser remitidos a prisiones locales de mediana seguridad, donde la corrupción sigue siendo generalizada.
Poco antes de que Milenio publicara las grabaciones incriminatorias, El Cuini fue trasladado del Reclusorio Norte a la prisión de máxima seguridad de Altiplano. Sin embargo, su abogado logró interponer una orden de protección, mediante la cual se ordenaba su regreso al Reclusorio Norte en un plazo de tres días.
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El Cuini se suma a los casos de criminales de alto rango que han adelantado batallas legales para que se les permita cumplir sus condenas en cárceles de mediana seguridad. Otros casos son los de David García Ramírez y Roberto Moyado Esparza, líderes de la organización Unión Tepito, y Luis Felipe Pérez, presunto líder del Cartel de Tláhuac.
De acuerdo con Milenio, esos procesos legales se presentan apelando a la decisión de la Corte Suprema de Justicia de que los presos deben cumplir sus condenas cerca de su hogar, a pesar de que la regulación no contempla a condenados de participación en crimen organizado. Los servidores públicos que han desafiado tales órdenes han tenido que pagar elevadas multas.