El presidente de Venezuela quiere más que duplicar el número de civiles que participan en las milicias armadas; una medida con serias implicaciones políticas, y posiblemente también criminales, para un país profundamente polarizado.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció planes para aumentar de 400.000 a 1 millón el tamaño de las milicias civiles, implementadas por primera vez bajo el mandato del fallecido presidente Hugo Chávez, informó El Universal; aunque las estimaciones del gobierno a principios de año, ubicaron el número actual de miembros de las milicias cerca de los 130.000 miembros.
“Todos los barrios tienen que estar con la milicia: con su fusil, su organización para defender la patria”, dijo Maduro, hablando en el barrio de Petare de Caracas durante una ceremonia de desarme voluntario.
Las milicias civiles -también llamadas "pueblo en armas"- fueron creadas bajo Chávez para apoyar a las fuerzas armadas, en la defensa nacional.
Análisis de InSight Crime
Desde el intento de golpe de Estado en 2002, el gobierno de Venezuela, primero bajo Chávez y ahora con Maduro, ha tratado de asegurar su posición a través del patrocinio de los grupos armados, los cuales podrían ser llamados en los momentos de crisis.
Algunos de estos grupos son legales y cuentan con el respaldo oficial del Estado. Se estima que la "Milicia Nacional Bolivariana" creada por Chávez cuenta con cientos de miles de miembros; cifra que Maduro ya ha dicho que le gustaría aumentar con la creación de las "Milicias Obreras Bolivarianas". Desde 2011, los milicianos han sido controlados directamente desde la presidencia.
No obstante, otros grupos operan fuera de la ley. En Caracas, las milicias de autodefensa radicales de izquierda controlan muchas de las zonas más pobres de la ciudad. Aunque aparentemente son independientes del Estado, y no siempre apoya sus acciones, estas milicias han estado armadas y promovidas por el gobierno como "Redes de Movilización Inmediata" para hacerle frente a la oposición.
En las zonas rurales, también están las guerrillas del Frente Bolivariano de Liberación (FBL). El FBL también es independiente, aunque generalmente apoya al estado chavista, y se estima que cuenta con entre 1.000 y 4.000 combatientes.
Con la profunda división política y la ruptura completa de la confianza entre la izquierda y la derecha en Venezuela, estos grupos armados tienen el potencial de convertirse en actores importantes en cualquier conflicto, si las efervescentes tensiones políticas estallan en violencia.
Sin embargo, también existe la posibilidad de que en algún momento se criminalicen. Si la oposición llegara al poder, o incluso si el país sufriera una crisis económica, entonces los fondos estatales asignados a los grupos probablemente se extinguirían y, contando ya con redes y armas, sólo sería dar un pequeño paso para sustituir la financiación a través de los ingresos criminales.