Una ola de violencia asociada con las organizaciones criminales ha relegado a un segundo plano las elecciones municipales del 2 de octubre en Brasil, lo que pone en evidencia la influencia que tienen los grupos criminales en el poder político de la nación más populosa de Suramérica.
Se ha asociado a las organizaciones criminales a una reciente ola de violencia con trasfondo político, especialmente en los asentamientos urbanos informales conocidos como favelas y en zonas de bajos ingresos del estado de Rio de Janeiro, donde en el último año fueron asesinados más de 20 candidatos y políticos en ejercicio, según Clarín.
El director de la división de homicidios de la policía en la región Baixada Fluminense, Giniton Lages, dijo al medio noticioso que organizaciones criminales conocidas como "milicia" se "impuso a los tiros" en las recientes elecciones en el área de Rio.
Uno de los casos de violencia electoral más recientes en Rio se presentó el 26 de septiembre, cuando dos pistoleros no identificados irrumpieron en la sede de campaña de Marcos Vieira de Souza, conocido como "Marcos Falcon", candidato del Partido Progresista (PP) para el cargo de concejal.
Los hombres dispararon contra Vieira de Souza, dejándolo muerto a él e inermes a los demás, antes de huir. Más adelante, la policía describió el ataque como una "ejecución sumaria" dirigida "única y exclusivamente contra el candidato".
En Magé, población del estado de Rio de Janeiro, uno de los candidatos por el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB), anunció el retiro de su candidatura a la alcaldía por temor a sufrir un destino similar al de otro político que fue asesinado en el estacionamiento de la Cámara Municipal.
Según el Clarín, las milicias de Rio solo permitirán hacer campaña en las áreas bajo su control a candidatos y partidos que paguen una "tasa electoral" que equivale a cerca de US$40.000 para aspirantes a alcaldías y entre US$5.000 y US$6.000 para candidatos a concejos. A quienes no lo pagan muchas veces las milicias amenazan y ataca a los candidatos, a sus organizaciones y aliados políticos.
Aunque las milicias tienen una fuerte presencia en la gran cantidad de zonas deprimidas de Rio de Janeiro, también tienen actividad en barrios más pudientes, como Campo Grande y Rio Santa Cruz, indicó el Clarín.
Análisis de Insight Crime
Las milicias de Rio están conformadas por agentes de seguridad activos y en retiro, y por civiles que originalmente se agruparon para combatir las organizaciones narcotraficantes que habían asumido el control de muchas de las favelas de la ciudad. Pero en los últimos años estos grupos evolucionaron de la simple vigilancia a la participación en actividades criminales, como robo y extorsión. Y como ya lo había informado InSight Crime, también se han involucrado más a fondo en la política.
Además de los homicidios recientes, ha habido alertas a las autoridades electorales brasileñas de que las milicias pueden estar financiando las campañas de sus candidatos. En las semanas previas a las elecciones municipales, Gilmar Mendes, presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), comentó que la influencia de los grupos criminales en la política local en Rio "debería ser motivo de preocupación para todas las autoridades".
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El día de la votación, Mendes declaró que era "innegable" que milicias y grupos narcotraficantes participaban en las elecciones, a las cuales describió como las más violentas en la historia reciente. El ministro de defensa brasileño Raul Jungmann hizo eco a los comentarios de Mendes, cuando señaló que un proceso "perverso" había derivado en la elección de miembros reales de grupos del crimen organizado y de candidatos elegidos por ellos.
La creciente violencia asociada a la participación de las organizaciones criminales en las elecciones en Rio podría tener consecuencias negativas no solo en términos de la integridad física de los residentes, sino también en cuanto a su capacidad de participar en el proceso democrático. Se dice que las autoridades electorales tienen dificultades para instalar mesas electorales en zonas controladas por las milicias y los grupos narcotraficantes.