En El Salvador, las “Viudas Negras”, un grupo vinculado a la MS13, han recibido prolongadas penas de prisión por el presunto secuestro y matrimonios forzados de mujeres, como parte de un complejo esquema de fraude. Este caso permite entender mejor los roles de mujeres víctimas y victimarias en el crimen organizado de Centroamérica.
El 4 de marzo, siete integrantes de las Viudas Negras recibieron sentencias entre tres y 20 años en San Salvador, acusadas de explotación sexual y matrimonio forzado. Aunque el grupo estaba conformado por hombres y mujeres, la jefa era Esmeralda Aravel Flores Acosta, quien ya había sido sentenciada 30 años de prisión en mayo de 2019.
Las Viudas Negras localizaban y engañaban a hombres adinerados bajo la premisa falsa que casarse les ayudaría a obtener la residencia legal en Estados Unidos y que un seguro de vida era “prerrequisito” para ese beneficio migratorio.
El grupo criminal contrataba a miembros de la MS13 para que asesinaran a los esposos y obligaba a sus víctimas mujeres a cobrar los seguros de vida. La BBC informó que las Viudas Negras cobraron por lo menos US$100.000 en indemnizaciones de seguros de vida mediante el intrincado arreglo.
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La cabecilla Flores Acosta y sus cómplices engañaban a mujeres jóvenes de edades entre 18 y 23 años con ofertas de empleo doméstico para, después, obligarlas a contraer matrimonio con hombres adinerados, según un comunicado de la Fiscalía General de El Salvador.
Violeta Olivares, jefa de la Unidad Fiscal Especializada contra el Tráfico Ilegal y la Trata de Personas en El Salvador, informó a la BBC que en el país solo se registran 50 a 60 casos de trata de personas al año, la mayoría de los cuales implican explotación sexual y trabajo forzado y servidumbre. Hasta hace poco, no se había identificado, y menos juzgado, la trata de personas en la modalidad de matrimonio por coerción en Centroamérica, según la BBC.
Análisis de InSight Crime
Las Viudas Negras y su exitoso modelo de explotación de una compleja economía criminal sirve como ejemplo de un grupo bajo el mando de una mujer. Flores Acosta se liberó de los roles tradicionalmente subordinados dentro de la MS13.
Pero aunque se han hecho comunes estos ejemplos de liderazgo femenino, este caso no es representativo de los cargos de menor importancia que por lo general han desempeñado las mujeres en las pandillas, como la participación en microtráfico o el trabajo como correos humanos de drogas.
Las pandilleras siguen, en general, relegadas a los márgenes de la MS13 y su autonomía es limitada en lo que respecta a la toma de decisiones, señaló el antropólogo sociocultural Juan Martínez d’Aubuisson en intercambio con InSight Crime. “En el caso de que se les dé voz, lo más común es que las mujeres reciban su agencia de pandilleros privados de la libertad o en la clandestinidad", dijo.
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Pero más recientemente, las mujeres de la MS13 han comenzado a asumir funciones más activas, con la participación en robos, secuestros y asesinatos junto a los hombres, declaró Jorja Leap, profesora de antropología de la UCLA en entrevista con Univisión.
Un estudio de InSight Crime sobre la participación de las mujeres en el crimen organizado, que se publicó en marzo de 2020, también señalaba a las Viudas Negras como una muestra de que es cada vez más común ver mujeres en cargos de liderazgo dentro de la estructura criminal.
La próspera maquinaria de fraude previsional de las Viudas Negras sin duda da credibilidad a este último argumento, y cuestiona las hipótesis de que la participación femenina en el crimen organizado es o bien pasiva o incitada por la iniciativa masculina.