Las rutas de tráfico terrestre de El Salvador se han venido reactivando recientemente, y algunas células de la pandilla callejera más grande del país, la MS13, han hecho incursiones en territorios fronterizos que antes eran controlados exclusivamente por los grandes grupos de tráfico de ese país.
InSight Crime hizo un rastreo de estos cambios en la dinámica del narcotráfico y las pandillas de El Salvador mediante una investigación adelantada durante dos años, que incluyó visitas a siete departamentos fronterizos y a San Salvador, la capital del país.
A continuación se presentan las tres conclusiones principales de la investigación, que culminó con un evento público el 23 de marzo, en el que se presentaron algunos de nuestros hallazgos:
La reactivación de las rutas terrestres
El aumento de la actividad de tráfico a lo largo de las rutas terrestres en el este de El Salvador —las cuales comienzan cerca del puesto de control aduanero de El Amatillo en la frontera con Honduras— se hizo evidente gracias a las grandes incautaciones de cocaína en su trayecto desde Nicaragua hacia El Salvador.
Las autoridades salvadoreñas incautaron 2,7 toneladas de cocaína entre enero y noviembre de 2020, es decir, 1,3 toneladas más que en todo 2019, según datos oficiales.
El aumento de las incautaciones en este lapso se produjo en un momento de declive de los grupos de narcotraficantes más poderosos de El Salvador: el Cartel de Texis y Los Perrones, los cuales dejaron tras de sí una fragmentada red de tráfico de estupefacientes a cargo de grupos más pequeños, ninguno de las cuales parece haber llegado a ser dominante.
"Ahora lo que vemos es una mezcla entre facciones o exintegrantes de estos carteles que compiten en algunas zonas con aspirantes a ingresar en el narcotráfico”, explicó Ángela Olaya, administradora del proyecto de investigación de InSight Crime.
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En el departamento de San Miguel, al oriente del país, que históricamente ha sido un centro operativo de narcotraficantes, la reactivación de las rutas terrestres ha coincidido con el resurgimiento de negocios que solían estar vinculados al lavado de dinero, como hoteles, clubes nocturnos, concesionarias de automóviles y ferreterías, según expertos locales entrevistados por InSight Crime.
La omnipresencia de las pandillas y sus nuevas ambiciones
Las pandillas callejeras MS13 y Barrio 18 gozan de un amplio control territorial en El Salvador, y han logrado utilizar dicho control para influir en alcaldes y políticos que a menudo cuentan con las pandillas como interlocutores.
Dichas relaciones incluyen un supuesto pacto informal acordado entre sectores del gobierno nacional de El Salvador y las pandillas, lo que ha permitido una reducción en la tasa nacional de homicidios.
Los homicidios disminuyeron casi a la mitad en todo el país entre 2019 y 2020. Pero las causas de dicha disminución no son claras. El presidente Nayib Bukele niega haber establecido algún diálogo con las pandillas, aunque sus interacciones con la MS13 y Barrio 18 se remontan a su época como alcalde de San Salvador, según una investigación de InSight Crime.
La MS13 se apodera de una ruta internacional de cocaína
Probablemente la empresa más exitosa de la MS13 en el tráfico transnacional de drogas se ha dado en el departamento de La Unión, en la costa pacífica, donde la pandilla se ha apoderado de un tramo de la ruta marítima de cocaína que conecta a Nicaragua y El Salvador a través del Golfo de Fonseca.
Dicha zona solía ser controlada por un traficante que se la había arrebatado a los cabecillas del clan de Los Perrones mientras estaban en prisión, pero aquel luego fue asesinado por su propio primo. Este, junto con una célula de la MS13 conocida como Hempstead Locos Salvatruchos (HLS), se apoderó luego de la ruta, como lo señala la investigación de InSight Crime en La Unión.
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La pandilla comenzó entonces a utilizar una flota de lanchas a motor para transportar cocaína a través del estrecho tramo de agua que separa a Nicaragua de las playas de La Unión, desde donde entregaba cargamentos de droga a intermediarios en el este de El Salvador.

La operación de la MS13 en La Unión es inusualmente sofisticada, si se tiene en cuenta que se trata de una pandilla que normalmente se dedicaba a la extorsión y a la venta local de drogas.