Una red de contrabando de cobre en Costa Rica sustrajo toneladas de cable de la red eléctrica y de telefonía del país para enviar el metal a Asia, un nuevo ejemplo de la progresiva sofisticación de este delito.
Como resultado de allanamientos en varias ciudades del país, el 29 de marzo las autoridades costarricenses aprehendieron a 18 personas, entre ellas el presunto jefe de la banda, un taiwanés residente en Costa Rica y recuperaron más de 1.500 kilos de cobre, informó el diario La Nación.
La organización operaba en varias etapas. Según La Nación, un segmento de la organización se ocupaba del robo y transporte del cable hasta un centro de acopio fuera de la capital, San José. Allí se extraía el cobre, se procesaba y se embalaba en pacas para su transporte en buques cargueros.
El grupo logró exportar más de 70 contenedores con 20 toneladas de cobre cada uno, que ascendían a un valor de más de US$210.000 por unidad. Al parecer, entre los destinos de los cargamentos se contaban China, Japón, Malasia, Hong Kong e Indonesia.
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La mayoría del cobre recuperado en el operativo era propiedad del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), según un comunicado oficial del proveedor estatal de servicio eléctrico. Aparte de las pérdidas financieras acumuladas por los proveedores, el robo de cobre ha dejado cientos de miles de personas sin suministro de electricidad o teléfono, como lo explicó el director del Organizamos de Investigación Judicial (OIJ), Walter Espinoza, en conferencia de prensa.
Costa Rica, a diferencia de sus vecinos suramericanos, no tiene plantas nacionales de extracción o procesamiento de cobre, según La Nación. Sin embargo, el país ha visto un repunte del robo de cable durante los últimos años. En 2020, las pérdidas sumaron casi US$2 millones por sustracción de este elemento y, en 2021, cientos de kilómetros de cable telefónico quedaron inutilizados, según el ICE.
Desde tiempo atrás, las autoridades costarricenses habían encendido las alarmas sobre la existencia de redes criminales dedicadas al robo de cobre para exportarlo a Asia, y este operativo confirma sus denuncias.
Análisis de InSight Crime
Latinoamérica ha padecido el robo de cobre por décadas, pero las redes organizadas de extracción y distribución del metal han crecido a escala industrial en los últimos años.
En Costa Rica, los grupos dedicados al robo de cobre han empezado a vestirse de técnicos con uniformes y camiones que simulan ser del ICE para evitar levantar sospechas. Los ladrones incluso falsifican permisos oficiales para aliviar las preocupaciones de empresas y residentes de las comunidades. En el último operativo, los agentes descubrieron operaciones de extracción y embalado de cobre a gran escala, lo que indica que los delincuentes se estaban haciendo más creativos en el robo y habían incrementado la cantidad de cobre manipulado.
La creciente demanda de cobre ha fomentado el alza en el contrabando del metal. Mientras que un kilo de cobre se vende en cerca de US$6 dentro del país, la ganancia es mucho más alta en los países asiáticos. Y pese a la caída inicial de la demanda de cobre al inicio de la pandemia, los precios globales han mostrado alzas constantes hasta tocar un pico histórico en marzo de 2022. El lucrativo mercado promueve un grado de organización y logística que supera el de la delincuencia común.
Sin embargo, el robo de cobre se ha sofisticado progresivamente en Costa Rica y el resto de la región. En años recientes, las autoridades chilenas descubrieron una serie de grandes cargamentos ilícitos de cobre en sus puertos. El último del que se tuvo noticia fue en febrero de 2022, cuando las autoridades hallaron 12 toneladas de cobre con destino a Corea del Sur. En Chile se han presentado docenas de robos coordinados a trenes que transportan grandes cargamentos de cobre en zonas apartadas.
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Argentina y Uruguay también han reportado alzas masivas de robo de cobre de su infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones. El robo típico de cobre en estos países ha comenzado a caracterizarse por su organización y gran escala, tal y como fue el caso de 300 argentinos sorprendidos participando en la extracción masiva de cable telefónico subterráneo.
Incluso en Colombia, las empresas han denunciado pérdidas por millones de dólares por robo de infraestructura de redes, como tuberías, cableado y tapas de cobre. El Nuevo Siglo reportó que redes criminales con operaciones especializadas desmontaban el cableado en barrios enteros de Bogotá y posteriormente lo transportaban como chatarra.
El caso de Costa Rica subraya la creciente sofisticación del robo de cobre en Latinoamérica y, en el actual escenario alcista de los precios globales del cobre, es improbable que el mercado ilícito de este metal disminuya.