En medio del aumento de los secuestros en Haití, cada vez están siendo raptados más empleados de la ONU, diplomáticos y misioneros. La protesta internacional que se ha generado como resultado puede ser justo lo que los perpetradores están buscando.
Varios hechos ocurridos recientemente podrían demostrar esta tendencia. El 21 de junio, un misionero chileno fue liberado tras haber estado retenido durante casi dos semanas por una pandilla de Puerto Príncipe. Sus secuestradores exigían un rescate de US$100.000 por su liberación, aunque no está claro si el rescate fue pagado.
Un mes antes, el 23 de mayo, fue secuestrado el conductor de Helen La Lime, de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH), aunque no se recibió ninguna exigencia de rescate, según un informe del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (Centre D’analyse et de Recherche de Droits de l’Homme, CARDH), con sede en Haití.
Y a principios de mayo, Carlos Guillén, un diplomático dominicano, fue secuestrado mientras conducía desde Puerto Príncipe hasta la frontera con República Dominicana, y liberado cuatro días después.
Además, los secuestros se han llevado a cabo utilizando vehículos con insignias de la BINUH y placas diplomáticas, según descubrió el CARDH.
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Pero estos actos solo fueron la punta del iceberg. “Hubo tres incidentes en los que se secuestró a empleados de Naciones Unidas y sus dependientes, y otro en el que un empleado del país murió en medio del fuego cruzado entre pandillas”, confirmó la ONU en una publicación del 13 de junio.
Las estadísticas recopiladas por CARDH indican que 40 extranjeros fueron secuestrados entre enero y junio de 2022, en comparación con 53 en todo 2021. En general, los secuestros en los primeros seis meses aumentaron un 171 por ciento en comparación con el mismo período del año pasado.
Análisis de InSight Crime
Si bien en la crisis de secuestros que atraviesa Haití se han visto afectados principalmente el personal internacional y sus empleados haitianos, es posible que lo que busquen los secuestradores sea más que cobrar unos altos rescates.
Según la CARDH, las personas que han sido secuestradas son consideradas "de alto valor" y serían supuestamente útiles para las pandillas y sus patrocinadores políticos, pues la atención internacional que se genera puede ser utilizada para obtener más recursos y fondos.
“Los secuestros [...] suelen coincidir con momentos de lucha política”, se lee en el informe del CARDH. Esto puede ser utilizado “para obligar a la [comunidad] internacional a que aporte recursos para la policía y [darle] libertad al gobierno para actuar sobre la inseguridad”.
Si bien no hay ningún indicio que demuestre la realización de un secuestro específico con el fin de aumentar la respuesta internacional, los actuales picos de secuestros coinciden con la gran cantidad de equipos nuevos que está recibiendo la policía de Haití.
El 28 de junio, el portavoz de la policía Gary Desrosiers dijo que la institución usaría próximamente nuevos equipos por valor de US$12 millones para atacar a los pandilleros que actualmente ocupan el Palacio de Justicia en Puerto Príncipe, edificio que alberga la Corte Suprema. Más de una semana después, dicho ataque no se ha efectuado, a pesar de que el Palacio de Justicia fue tomado por la pandilla 5 Seconds (5 Segond) hace casi un mes.
En mayo, Corea del Sur le hizo a la policía de Haití una oferta de apoyo para adquirir más equipos y capacitación; por otro lado, en abril, el primer ministro Ariel Henry les entregó a los escuadrones policiales 14 vehículos todoterreno nuevos.
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Además, en una sesión informativa del Consejo de Seguridad de la ONU en el mes de junio, la directora de la BINUH, Helen La Lime, pidió más fondos para la policía de Haití.
Tal exceso de dinero, vehículos y armas de fuego para la policía haitiana se produce a pesar de los múltiples ejemplos recientes de oficiales de policía y funcionarios del gobierno que apoyan abiertamente a las pandillas más poderosas del país, o de hecho ellos mismos son pandilleros .