Los esfuerzos internacionales de ayuda a Haití desde el devastador terremoto del 14 de agosto siguen viéndose obstaculizados por la violencia de pandillas. Se ha denunciado que barcos que llevaban ayudas de emergencia fueron atacados con armas por grupos criminales.
En una conferencia de prensa el 8 de septiembre, en Ciudad de México, el presidente de ese país Andrés Manuel López Obrador anunció que barcos de ayuda enviados a Haití no pudieron atracar y descargar los productos.
“Hubo disparos. Tuvimos que anclar los barcos y esperar condiciones [propicias]. Hemos tenido problemas para desembarcar la mercancía. Se han tomado las bandas casi todo Haití”, comentó. Posteriormente, se comenzó a descargar de nuevo la ayuda, pero los disturbios se reiniciaron y los barcos tuvieron que irse por segunda vez. López Obrador añadió que trataría con el gobierno de Estados Unidos la mejor forma de enviar ayuda a donde hubiera que llevarla en Haití.
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Y en la vecina República Dominicana, el presidente Luis Abinader envió un mensaje contundente a las pandillas que tuvieran la ambición de entrar al país. “Tenemos plenamente identificadas a las personas que lideran estas bandas haitianas [...] y les recomendamos que no crucen la frontera porque serán enfrentados por las Fuerzas Armadas”, advirtió en una entrevista de radio el 2 de septiembre.
Este creciente clamor internacional surge en un momento en que las pandillas aprovechan su ventaja. El terremoto agudizó la inseguridad en un país que aún estaba en vilo por el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio. Tras una breve calma, los secuestros han arreciado de nuevo, con víctimas entre altos funcionarios del gobierno y militares. Una tregua de pandillas negociada para permitir que las caravanas de ayuda salieran de Puerto Príncipe y llegaran a las zonas más golpeadas por el terremoto parece cada vez más endeble, y estas están actuando como gobernantes de facto en amplias zonas del país, con el control del acceso a hospitales y mercados, la imposición de toques de queda estrictos y el despojo de miles de personas de sus hogares.
Análisis de InSight Crime
Hasta hace unos meses, las pandillas de Haití eran vistas como un fenómeno muy peligroso, circunscrito unicamente a su país. Pero su gobernanza criminal se ha expandido tan rápido que otros países tienen motivos para prestarles atención por varias razones.
En primer lugar, los líderes de las pandillas en Haití están ampliando su base de poder y ganando enorme influencia en asuntos de Estado. Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, expolicía que se convirtió en la figura criminal más poderosa de la isla, se ha posicionado para aprovechar el vacío de poder en Haití. En junio, antes del asesinato de Moïse, Chérizier convocó a la alianza de pandillas que dirige, conocida como la G9 an fanmi (G9 y familia), a convertirse en una fuerza revolucionaria contra el gobierno, la oposición y la burguesía. El 3 de septiembre, sus ambiciones se vieron con mayor claridad. Después de dos días de violencia en Puerto Príncipe de la que se responsabiliza a la G9, Chérizier lanzó otro video, en el que exigió la renuncia del primer ministro y afirmó que “cualquier batalla política busca tomarse el poder”.
En el momento, ni la alianza G9 ni bandas más pequeñas y localizadas tienen medios claros para proyectar su fuerza al exterior, en especial en un panorama criminal tan complejo como la República Dominicana.
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Pero, en segundo lugar, el espiral de violencia está impulsando el éxodo de migrantes haitianos en toda la región. Entre enero y julio de 2021, Panamá registró el paso de más de 20.000 haitianos por su frontera, y el número aumenta mes a mes, con un crecimiento importante en comparación con 2020, cuando cayeron los números por causa de la pandemia. Y en otros países, como Brasil, Chile, Colombia y México se observan crisis similares con el represamiento de miles de migrantes haitianos. La violencia de pandillas ha contribuido directamente a engrosar las masas de desplazados, además de otras economías criminales, como el tráfico de niños de Haití hacia República Dominicana.
“En Haití, más que un estado fallido, hay un estado inexistente”, según declaró el economista Joseph Harold Pierre en entrevista con Bloomberg. Pero las pandillas están muy satisfechas de estar en su lugar.