Contrario a la mayoría de los grupos centroamericanos del crimen organizado que se han ganado su reputación por medio del uso indiscriminado de la violencia, el Cartel de Texis es reconocido por acercarse al narcotráfico desde un enfoque más empresarial. No obstante, y según muestra el reporte del sitio web salvadoreño El Faro, el Cartel de Texis se ha convertido en una de las organizaciones narcotraficantes más formidables y es un elemento indispensable para los traficantes colombianos y mexicanos que intentan transportar cocaína a través de la pequeña nación centroamericana.
Orígenes
El Cartel de Texis tuvo tres presuntos fundadores: José Adán Salazar Umaña, Juan Umaña Samayoa y Roberto Herrera. Cabe resaltar que éstos tres hombres, más que ser simplemente figuras que ascendieron en la jerarquía del narcotráfico, son personajes considerablemente respetados en la sociedad salvadoreña. Desde el comienzo éste grupo ha dependido menos en las tácticas de carácter brutal tan comunes en la mafia latinoamericana - como por ejemplo el derramamiento de sangre y uso de la fuerza ante cualquier desacuerdo de negocios - y han preferido utilizar métodos más sutiles: principalmente la corrupción y el chantaje.
Los líderes del cartel fueron personajes respetados del mundo de los negocios y de la política salvadoreña mucho antes de que se les relacionara con el narcotráfico; en el caso de Salazar su reconocimiento data desde comienzos de los años noventa. Es complicado rastrear la forma exacta en que comenzaron a dirigir el contrabando en la región noroccidental que conecta a El Salvador con Honduras. No obstante, según el reportaje de El Faro, llevan años involucrados en esta actividad y dice que Salazar Umaña es reconocido en el bajomundo salvadoreño como "Chepe Diablo".
Ya que la policía nacional ha estado investigando al grupo desde el año 2000, es posible sugerir que el grupo ha estado involucrado en el negocio desde mucho antes. La DEA, y el FBI también han posado sus ojos sobre el cartel, conduciendo investigaciones a altos funcionarios que llevan ya varios años. Sin embargo, ninguna de las investigaciones sobre los altos mandos del cartel ha llevado a una condena judicial exitosa. La mayoría de los miembros del Cartel eran desconocidos para el público hasta que se publicó el reporte de El Faro, lo que demuestra la habilidad del Cartel para operar por fuera del escrutinio público.
Seguramente no es sorpresa que ante el reporte que detallaba los intentos del gobierno por investigar al grupo, Salazar y sus asociados se mostraran desafiantes, incitando a sus críticos a que comprobaran dichas acusaciones.
Desde entonces El Faro ha publicado un nuevo reporte, esta vez detallando los la vasta influencia política del cartel; especialmente en la región noroccidental, a lo largo de la frontera con Guatemala y Honduras.
Modus operandi
El Cartel de Texis se caracteriza, más que cualquier otro grupo, por un velo de legitimidad. Salazar representa el mejor ejemplo: no es sólo el presidente de la primera división de fútbol de El Salvador, también es un reconocido hotelero y quizás uno de los empresarios más exitosos del país (su reconocido imperio empresarial es además la fachada perfecta para el lavado de dinero, razón por la cual fue detectado en un principio por los agentes estadounidenses). En la cúpula de poder del Cartel de Texis el está presuntamente acompañando por Juan Umaña Samayoa, quien es el alcalde de Metapán, lugar en donde se concentra el poder del Cartel. Otras figuras políticas que brindan su apoyo al grupo son: Armando Portillo, el alcalde de Texistepeque, un ciudad al sur de Metapán; y, Reinaldo Cardoza, un congresista federal de la ciudad de Chalatenango, una pequeña ciudad limítrofe con Honduras.
La intima conexión con las más altas esferas de la política salvadoreña le ha permitido al grupo evadir la atención de la fuerza pública. Por medio de estos nexos, consiguen dejar a un lado aquellas investigaciones que representan algún peligro, así como extender su alcance hacia las agencias de seguridad, comprando a la policía y al ejército, asegurando cargamentos de droga; además, corrompiendo jueces y fiscales, reduciendo así las posibilidades de que se presenten cargos penales en contra de ellos. Entonces, mientras las otras bandas criminales salvadoreñas - como los Perrones o las "maras" - han sufrido duros golpes en los niveles más altos de su jerarquía, los líderes del Cartel de Texis se han mantenido inmunes al alcance gubernamental.
El grupo en sí no es estrictamente jerárquico, está conformado en cambio por un círculo de líderes y de alianzas; en el cual cada jefe tiene su propia cadena de subordinados. La cooperación se lleva a cabo en la medida en que sea necesaria, y aparentemente sin ningún nivel considerable de fricción. De hecho, Salazar aparentemente desaprueba que los miembros del grupo porten armas, confiando en la protección de aquellos que están legalmente armados - la policía y el ejército.
El grupo tiene una clara filosofía de no subordinación ante grupos externos, en cambio cumple el rol de un agente libre. De manera similar a sus contrapartes, los Perrones, el Cartel de Texis vende sus servicios al mejor postor. Su operación se extiende a lo largo de la porción norte del país, que comprende la frontera con Honduras hasta Guatemala. Usualmente, la cocaína transportada por el cartel llega procedente de Suramérica a Honduras, hasta la ciudad de Gracias a Dios, por medio de lanchas rápidas o semisumergibles; o en avión, en tal caso la droga es descargada en los ranchos del estado de Olancho. El cargamento es entonces transferido al Cartel de Texis en la ciudad de San Fernando, un pueblo remoto al norte de El Salvador.
Desde ahí el cargamento es transportado a través de la región pantanosa de El Salvador; la mayoría de esta ruta no se encuentra pavimentada. En principio se dirige ligeramente hacia el sur, a través del pequeño pueblo Dulce Nombre de María, luego hacía el oeste, y finalmente hacia el norte atravesando la crucial ciudad de Metapán, cruzando la frontera con Guatemala.
A este camino se le conoce como la “Ruta del Norte” o “El Caminito”; y es muy probable que próximamente, transportar drogas a través de éste se vuelva incluso más fácil, puesto que el gobierno tiene planes para pavimentar gran parte de las carreteras y caminos de la región.
Fuentes
"El Cartel de Texis," El Faro, Mayo 16 de 2011.