Hacia finales de 1993, Pablo Escobar estaba acorralado. El rey de la cocaína —conocido como “El Patrón”— se estaba quedando sin dinero y sin opciones. Sus principales sicarios estaban muertos, o bien se habían entregado. Casi todos los miembros más importantes del Cartel de Medellín estaban en prisión o se habían unido a sus rivales, un oscuro grupo paramilitar autodenominado Perseguidos por Pablo Escobar (PEPES). Al frente de su cacería por parte de los PEPES se encontraba alias “Don Berna”, un exguerrillero cojo al servicio del cartel, quien trabajó con el famoso Bloque de Búsqueda de la Policía.

Este artículo es parte de una serie que estudia la relación entre élites y crimen organizado. Lea el informe completo de Colombia (PDF). Vea las otras partes de la serie aquí.

El 2 de diciembre, Escobar llamó por teléfono a su familia, que se encontraba refugiada en un hotel de Bogotá. El Bloque de Búsqueda estaba pendiente y trianguló la llamada a una pequeña casa en el barrio Los Olivos de Medellín. Don Berna se trasladó al lugar con la Policía, su hermano y 20 de sus hombres. Esta es su descripción de lo que sucedió:

“Derribaron la puerta con una almádena. El patrón, absorto en su llamada, no escuchó el estrépito. El único hombre que lo acompañaba, alias El Limón, le gritó: “¡Patrón, nos cayeron!”, y salió corriendo por la puerta trasera de la residencia. Pablo hizo lo mismo, pero sus movimientos eran lentos debido al gran sobrepeso que tenía. Subió al segundo piso, pues allí había una pequeña ventana que daba al techo de una casa vecina. Pablo corría por el techo cuando mi hermano llegó a la ventana, le apuntó y le disparó en la cabeza con su fusil M-16 calibre 5.56”.1

Unos minutos más tarde, el mayor de la Policía que se encontraba al frente de la búsqueda de Escobar llegó y abrazó a Berna y a su hermano.

“Nos felicitó, estaba feliz y había euforia, tiros al aire y gritos de ¡viva Colombia! Me pidió que me retirara, pues venía la prensa y no era conveniente que me vieran allí”.2 La versión oficial de los hechos decía que un tirador de la Policía derribó a Escobar mientras él caminaba con dificultad por el tejado.

Los PEPES habían diezmado al Cartel de Medellín utilizando una combinación de astucia, violencia y alianzas estratégicas, y lo habían dejado con un solo guardaespaldas. Financiados por sus rivales del Cartel de Cali, fortalecidos por la inteligencia de los miembros de su cartel hartos de las traiciones y los asesinatos de Escobar, y protegidos por la Policía, los PEPES eran una poderosa fuerza que cambiarían el panorama criminal de Colombia.

El principal benefactor de la lucha contra Escobar era Diego Murillo Bejarano, “Don Berna”, el poco conocido soldado cojo de Los Galeano, uno de los clanes criminales del Cartel de Medellín. A diferencia de Escobar, Don Berna no se enfrentó al gobierno, no mató policías y jueces, ni secuestró a los miembros de las élites. Él sabía que la Policía era un enemigo implacable y que podría convertirse en un aliado excepcional. Su control sobre los recursos y la importancia política de su lucha contra El Patrón los convirtió en cierto tipo de élite burocrática. Y ellos utilizaron este poder para influir en la manera como el gobierno colombiano desplegó sus recursos militares, judiciales y políticos.

Don Berna se situaría en el centro de una alianza entre los criminales y las élites burocráticas, que resultó fundamental en la lucha contra Escobar. Don Berna y sus compañeros de los PEPES utilizaron estas conexiones para rastrear a la familia de Escobar y a sus socios, matar a muchos de ellos con impunidad, aislar a El Patrón y hacer que muchos de los socios de Escobar se pusieran de su lado. La Policía utilizó a Don Berna para obtener información que condujo a la captura de figuras clave de Escobar, a la confiscación de propiedades y a la congelación de las cuentas bancarias de Escobar.

Una vez muerto El Patrón, Don Berna logró ubicarse en la cima del mundo criminal de Medellín. Luego se extendió a los campos y creó un ejército personal que incluía miles de milicias paramilitares urbanas y rurales. También extendió sus contactos con las élites burocráticas. No sólo estableció relaciones con la Policía, sino que además penetró a la Fiscalía, el ejército e incluso el palacio presidencial.

Finalmente, la nómina criminal de Don Berna llegó a incluir oficiales del ejército, policías y jueces. Como se muestra en este estudio de caso, él logró que las autoridades de Medellín no sólo ignoraran sus actividades criminales, sino que además las apoyaran y las promovieran activamente. En esencia, mediante alianzas con las élites burocráticas a nivel regional y nacional, logró poner los elementos del aparato del Estado al servicio del crimen organizado.

La relación que Don Berna estableció con las élites burocráticas de Colombia fue más allá de la dinámica del crimen organizado tradicional de corrupción en los más altos niveles. De una manera perversa, también estaba relacionada con la creación del Estado. El Estado lo necesitaba para atrapar a Escobar, pero este fue sólo el comienzo de una alianza entre los criminales y las élites, que se replicó en todo el país, mediante la cual el gobierno utilizó elementos criminales para ayudarse en sus batallas más grandes. Las fuerzas de seguridad recurrieron a la colaboración del crimen organizado para llevar a cabo tareas asignadas por el gobierno. Es sobre esta relación mutuamente beneficiosa y simbiótica sobre lo que trata este estudio de caso.

Fase I: ‘Don Berna’ y la persecución de Pablo Escobar (1985-1993)

De guerriilero a guardaespaldas

Si uno les hubiera dicho a los miembros del Cartel de Medellín en los años ochenta, cuando el grupo estaba en lo más alto de su poder, que Don Berna sería el sucesor de su jefe, Pablo Escobar, su respuesta habría sido la total incredulidad y quizá se habrían burlado.

En primer lugar, Don Berna no era un “paisa”, como se llaman orgullosamente a sí mismos los habitantes de Medellín y sus alrededores. Era de Tuluá, en el departamento del Valle del Cauca, sobre la costa del Pacífico. En segundo lugar, sus primeras incursiones en la ilegalidad no fueron en el negocio de las drogas, sino en el Ejército Popular de Liberación (EPL), uno de los muchos grupos guerrilleros de izquierda que habían surgido en Colombia en los años sesenta, como resultado del cerrado sistema político colombiano.

VEA TAMBIÉN: Élites y Crimen Organizado en Colombia: Introducción

Don Berna hizo parte de un grupo escindido del EPL, conocido como Estrella Roja.3  Como muchos otros militantes de izquierda en los setenta, él abandonó el comunismo. Según un testimonio posterior,4  se fue para Medellín a estudiar derecho, pero no hay pruebas de que haya asistido a clase un solo día. En cambio, a mediados de los ochenta empezó a lavar carros para un importante empresario y mafioso en el municipio de Itagüí, en las afueras de Medellín. Este hombre era Fernando Galeano, quien junto con su hermano Mario eran amigos cercanos de Escobar y del Cartel de Medellín.

Fundado en los años setenta por los hermanos Ochoa y por Pablo Escobar, hacia la década de los ochenta el Cartel de Medellín controlaba la mayor parte del comercio de cocaína, mientras que el resto era administrado por sus acérrimos rivales en Cali. Inicialmente, los hermanos Ochoa (Jorge Luis, Juan David y Fabio) eran los cerebros del negocio, mientras que Escobar prestaba la “protección”. Otros miembros, como Gonzalo Rodríguez Gacha, también proporcionaban hombres y apoyo logístico.

Pero con el tiempo, Escobar se convirtió en el líder indiscutible del cartel, a la vez que controlaba gran parte de su aparato militar, principalmente los “sicarios”, provenientes de los barrios pobres de Medellín, quienes llevaban a cabo los asesinatos del cartel, ponían carros bomba y prácticamente cumplían cualquier capricho de El Patrón. Así que, aunque el Cartel de Medellín estuviera conformado por muchos miembros y clanes —que traficaban drogas conjuntamente con Escobar usando las rutas que él controlaba, o bien de manera independiente—, todos le pagaban a El Patrón una parte, lo que significaba que actuaban bajo el consentimiento y la protección de Escobar. También pagaban cuotas por actividades específicas relacionadas con el cartel, como la sangrienta campaña que adelantaría contra el gobierno en su lucha contra la política de extradición.

Don Berna no era más que un recluta, un pequeño engranaje en esta gran organización. El exguerrillero pronto se convertiría en un miembro de confianza del clan criminal de Los Galeano, un subgrupo del Cartel de Medellín. Pero al principio nunca estaba en las reuniones; prefería quedarse afuera en el carro, esperando a que su jefe, Fernando Galeano, terminara sus negocios. Los principales socios de la organización seguían siendo los hermanos Ochoa, Rodríguez Gacha y los familiares de Escobar, sobre todo su primo, Gustavo Gaviria. Don Berna estaba muy por debajo de esta estructura y tampoco tenía vínculos familiares con los líderes.

El pasado de Don Berna complicaba las cosas aún más. La familia Galeano era fuertemente anticomunista, algo que compartían muy bien con otros miembros del Cartel de Medellín. Este anticomunismo surgió en parte del hecho de que el EPL y otros grupos guerrilleros se financiaban mediante el secuestro, el robo y la extorsión, y a veces atacaban a ricos criminales, que a menudo respondían de la misma manera. Sin duda, el secuestro de la hermana de los Ochoa por parte de guerrilleros del M-19 en 1981 condujo a la creación de un grupo paramilitar financiado por el Cartel de Medellín, conocido como Muerte a Secuestradores (MAS). Rodríguez Gacha también estableció sus propios grupos paramilitares cuando los guerrilleros robaron dinero de su organización. Las tendencias políticas de los Galeano fueron más lejos que los de la mayoría. John Jairo Velásquez, alias “Popeye”, uno de los principales sicarios de Escobar, alguna vez describió a Galeano como de “ultraderecha”.5

El odio hacia los guerrilleros era algo que unía a los Galeano con otro clan que trabajaba para el Cartel de Medellín: los hermanos Castaño (Fidel, Carlos y Vicente). En 1981, después del secuestro y asesinato del patriarca del clan de los Castaño por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el hermano mayor, Fidel, estableció un grupo paramilitar conocido como los “Tangueros”. Nombrados a partir de una de las propiedades de Fidel en Córdoba, “Las Tangas”, y trabajando con elementos del ejército, Fidel y sus hermanos mataron a presuntos guerrilleros de las FARC y a simpatizantes de los insurgentes, y siempre que podían atacaban los campamentos de los rebeldes. Con el tiempo, los tres hermanos Castaño se convirtieron en uno de los más poderosos grupos criminales de Colombia. Hacia mediados de los años ochenta, Fidel era un miembro importante del Cartel de Medellín y dirigía una de las rutas de cocaína de Bolivia que llevaba base de coca desde Bolivia hasta los laboratorios del cartel en Colombia. Una década más tarde, la familia haría parte del núcleo de un movimiento paramilitar de extrema derecha a nivel nacional.

En Itagüí, la búsqueda de financiación por parte de los guerrilleros del EPL finalmente entró en conflicto con la de la familia de Galeano. Hay dos versiones de esta historia: una es que el padre de Galeano fue secuestrado por los guerrilleros del EPL, quienes pedían un rescate;6  y la otra es que el EPL atacó un supermercado de su propiedad. De cualquier manera, Galeano inició una guerra contra el EPL.

Esta guerra representó una oportunidad para Don Berna, quien pudo demostrarles a sus jefes que no tenía ningún reparo en utilizar sus contactos y experiencia contra sus antiguos compañeros revolucionarios. Bajo el liderazgo de Don Berna, los sicarios de Galeano encontraron y asesinaron a un líder local de Estrella Roja en su heladería preferida. El EPL se vengó atacando a uno de los negocios de Galeano: una concesionaria donde Don Berna trabajaba.7  Después de propiciarle 17 disparos, los asesinos abandonaron a Don Berna para que muriera. Él sobrevivió, después de lo cual consiguió una prótesis para su pierna, que lo hacía caminar cojeando, y adquirió una feroz reputación como sobreviviente.

Don Berna se reagrupó con sus aliados y mantuvo al EPL a raya durante años hasta que pudo lanzar contra los rebeldes un ataque más sofisticado y desde diferentes frentes, con un nuevo conjunto de aliados en el gobierno.

‘Este fue el principio del fin’

Durante este período, el poder del Cartel de Medellín siguió creciendo, al igual que su batalla contra el gobierno y las élites de Colombia. En el centro de este conflicto estaba la posibilidad de la extradición a Estados Unidos.

La guerra contra la extradición fue una de las confrontaciones típicas de Escobar. En lugar de negociar, Escobar conformó lo que llamó los “Extraditables” y comenzó una cruenta guerra. En 1984, sus asesinos mataron a Rodrigo Lara Bonilla, el ministro de Justicia del país. Luego asesinaron a Guillermo Cano, el tenaz editor del periódico El Espectador. Además secuestraron a los miembros de las élites y a sus hijos.

Pronto Escobar comenzó a enfocarse en la Policía; les puso precio a sus cabezas, por lo que cientos de sus miembros cayeron a manos de los asesinos del Cartel de Medellín. Y luego fue tras los jueces —asesinando a decenas de ellos— y los tribunales. En 1985, se cree que Escobar —interesado en destruir los archivos de la Corte Suprema y con el fin de intimidar a la institución—, apoyó al grupo guerrillero M-19 en su ataque contra el Palacio de Justicia. En 1988, el procurador general Carlos Mauro Hoyos fue asesinado por sicarios de Escobar.

En 1989, los políticos se convirtieron en su objetivo. En agosto fue asesinado su principal opositor político, el candidato presidencial Luis Carlos Galán. En noviembre, una bomba derribó un avión de una aerolínea nacional, matando a los 107 ocupantes de la nave, pues Escobar creía que el candidato presidencial César Gaviria iba en ese vuelo. Más tarde, en diciembre, un enorme carro bomba fue colocado afuera de la sede del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Unas cincuenta y dos personas murieron y más de mil resultaron heridas tras la explosión.

Esta guerra tuvo su precio para Escobar y el Cartel de Medellín. El socio de Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano”, fue baleado y abatido por la Policía colombiana a mediados de diciembre de 1989. Los hermanos Ochoa se entregaron a las autoridades y negociaron una pena de prisión más leve. Escobar también estaba cansado de vivir como fugitivo y sin dinero en efectivo, y necesitaba reagruparse. En 1991, poco después de que la Asamblea Constituyente declarara que la extradición iba en contra de la Constitución, Escobar negoció su entrega y la construcción de una cárcel especial con vista a Medellín, donde él y sus hombres cumplirían sus sentencias. Por el momento, la guerra había terminado.

“La Catedral”, como se conocía la prisión de Escobar, era una cárcel sólo de nombre. Escobar tenía el total control de los guardias, y la gente entraba y salía como quisiera. Escobar había incluso construido una casa de muñecas para que su hija jugara cuando iba a visitarlo. Era exactamente lo que Escobar necesitaba. Pero aunque todavía tenía cientos de millones de dólares en propiedades, no tenía liquidez, así que utilizó su primer año tras las rejas para reorganizar el Cartel de Medellín y lograr que su efectivo fluyera de nuevo.

Para ese trabajo, recurrió a Galeano y a uno de sus socios más cercanos, Gerardo Moncada, a quienes les cedió dos rutas importantes de drogas en Centroamérica y Estados Unidos. Una era conocida como “La Fania” (también descrita en algunas fuentes como “La Fanny”) y la otra se llamaba “Rancho”.8  La ruta más lucrativa era La Fania, que partía en barco desde el puerto de Buenaventura en el Pacífico, llegaba a México —donde las drogas eran transferidas a lanchas rápidas— y finalizaba el viaje en Los Ángeles. Mediante esta ruta se podían transportar diez toneladas de cocaína al mes, generando más de US$200 millones al año. Esta ruta hizo de Galeano y Moncada los principales traficantes de droga del cartel. A cambio, ellos le prometieron a Escobar pagos de US$500.000 al mes.9

Dado que tenían la confianza de Pablo Escobar, los hermanos Galeano también llegaron a estar involucrados con la Oficina de Envigado, el temido sistema de Escobar para recolectar los dineros de la mafia. La Oficina se llamó así porque literalmente era una oficina en la Alcaldía de Envigado. A finales de los setenta, el alcalde Jorge Mesa estableció el Departamento de Seguridad y Control,10  que más tarde tomó el nombre de Oficina de Envigado.11 Su función era inicialmente combatir la delincuencia común en el municipio.12  Pero cuando Escobar se convirtió en la ley en Envigado, donde había crecido y donde desarrolló una estrecha relación con Mesa, comenzó a utilizar la Oficina para sus propios objetivos. Cobraba deudas y se aseguraba de que todos los miembros del Cartel de Medellín le pagaran sus cuotas a El Patrón.

La Oficina de Envigado también tenía estrechos vínculos con “La Terraza”, uno de los más temidos grupos de “sicarios” de la ciudad. Si alguien se resistía a los intentos de la Oficina de Envigado por cobrar una deuda, La Terraza era contratada para llevar a cabo el asesinato. Algunos se resistieron, y la Oficina de Envigado se convirtió en una parte importante del panorama criminal de Medellín.

El rol de Don Berna también empezó a ser más importante. Después de la guerra contra el EPL, Don Berna se había ganado la confianza de los Galeano y se convirtió en su jefe de seguridad.13  Además de manejar a los guardaespaldas de los Galeano, supuestamente Don Berna también dirigía operaciones de lavado de dinero a través de casas de cambio y mediante la compra de propiedades.14  Don Berna no era precisamente uno de los líderes del Cartel de Medellín, pero ya era una figura muy conocida, tenía acceso a todos los personajes principales y controlaba a la Oficina de Envigado y a su red de sicarios. Chris Feistl, un agente veterano de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés), que ha viajado varias veces a Colombia, cree que hacia 1992 Don Berna era una figura respetada en el cartel, así como un hombre de acción.

“Él [Don Berna] habría estado al tanto de muchos de los asuntos internos, de muchos detalles, de lo que cada quien estaba haciendo en Medellín, a quién se le estaba pagando […] de todo ese tipo de cosas”, le dijo Feistl a InSight Crime. “Él conocía mucha información sensible y privada en relación con el Cartel de Medellín y con el crimen en esa área”.15

A pesar de sus privilegios en La Catedral, en 1992 Escobar sintió, quizá correctamente, que estaba perdiendo el control sobre el Cartel de Medellín. Todos los traficantes afiliados al Cartel de Medellín todavía tenían que pagarle a El Patrón una cantidad fija cada mes para poder seguir haciendo sus negocios, y cada vez eso les molestaba más. Pero desde la perspectiva de Escobar, él había hecho el sacrificio de ir a la cárcel, con lo cual les había quitado las presiones a ellos para que pudieran ganar dinero sin mayores obstáculos.

Los resentimientos contra Escobar crecieron cuando El Patrón decidió aumentar sus “impuestos” a los miembros del cartel de US$200.000 mensuales a casi US$1 millón. Algunos miembros protestaron.16  Entre ellos, Galeano y Moncada. Y lo que es peor, El Patrón creía que le estaban robando. En julio de 1992, Escobar confirmó sus peores sospechas cuando sus hombres encontraron un alijo de US$20 millones escondidos en una de las propiedades de Galeano. Escobar se enfureció. Autorizó que el dinero fuera robado y convocó a Galeano y Moncada para una reunión en La Catedral.

“Yo era el jefe de seguridad de Fernando Galeano, y el viernes 3 de julio de 1992, casi un año después de haberse rendido, Pablo lo convocó a La Catedral”, testificó Don Berna más adelante. “Yo le dije: ‘Patrón, no vaya a La Catedral, envíe a alguien’, porque yo desconfiaba mucho de Pablo. Pero Fernando sentía que Escobar nunca le haría daño, que hasta ese momento había actuado como el mejor de los amigos”.17

El sicario de Escobar, Popeye, relató lo que pasó después: “Otto [el verdadero nombre de Otoniel de Jesús González Franco] y yo los matamos en la celda de Roberto, al interior de La Catedral. Despedazamos sus cuerpos y después quemamos lo que quedaba de ellos. Este fue el principio del fin, el detonante de la guerra que al final llevaría a muchos a la tumba”.18

Consciente de que habría represalias de los grupos de Galeano y Moncada, Escobar envió sicarios para que acabaran con cualquier amenaza que pudiera representar alguno de los miembros de sus familias. Los hermanos y sucesores de los dos hombres, Mario Galeano y William Moncada, fueron asesinados, así como otros aliados de las dos familias.19  Escobar exigió que los empleados de las familias Galeano y Moncada le entregaran las propiedades de sus jefes. A partir de entonces, todos los que les debían dinero a las familias tenían que pagarle las deudas a Escobar. En un solo movimiento, Escobar había ganado decenas de millones de dólares.

Sin embargo, a los sicarios de Escobar les faltó un miembro clave del clan Galeano. Al parecer, Don Berna estaba llevando a la esposa de Galeano al salón de belleza cuando los sicarios lo atacaron, Don Berna, una vez más había logrado escapar del asesino. Él se dio cuenta rápidamente de lo que estaba ocurriendo y pasó a la clandestinidad. Utilizando intermediarios, Escobar logró contactar a Don Berna por teléfono.

“Él me llamó”, dijo después Don Berna en su testimonio. “Con mucha calma, que me llenó de terror, dijo: ‘esto es un ataque económico. No quiero publicidad. Si quiere trabajar conmigo, respetaré su vida. Necesito que me entregue a Rafaelito Galeano (otro de los hermanos)’”.20

Berna se negó.

Galeano y Moncada eran tenidos en alta estima por muchos miembros del cartel, y los asesinatos —que fueron percibidos como un acto de traición de Escobar— junto con el aumento de los “impuestos”, dieron inicio a una guerra civil dentro de la organización.21  El hampa colombiano nunca volvería a ser el mismo.

Las noticias de los asesinatos de Galeano y Moncada al interior de La Catedral también fueron conocidas por los gobiernos de Colombia y Estados Unidos. Esta fue la gota que colmó la copa del presidente César Gaviria, quien dio órdenes de que Escobar fuera trasladado de La Catedral a una base militar en Bogotá. Alertado por sus espías en la orden del presidente, Escobar salió de La Catedral y se convirtió en fugitivo de nuevo. La guerra se reanudó.

Los PEPES

Pablo Escobar se había ganado una larga lista de enemigos, tanto en el mundo legal como en el criminal, y pronto, ambos unirían sus esfuerzos para acabar con el capo de la droga. El vehículo para esta alianza fue conocido como Perseguidos por Pablo Escobar (PEPES). Los PEPES fueron creados por la familia Castaño y Don Berna. Según Carlos Castaño, fundador de los PEPES, la primera reunión del grupo tuvo lugar a mediados de agosto de 1992, unos 30 días después de que Escobar huyera de La Catedral.22  Don Berna representaba a los todavía poderosos clanes criminales de Galeano y Moncada, pero, según él mismo, Fidel Castaño era el líder indiscutible de los PEPES.23

Los Castaño se habían distanciado de Pablo Escobar por varias razones, en particular por la afinidad de Escobar con las guerrillas de izquierda y por sus presuntos vínculos con el M-19 y otro grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Las motivaciones de Don Berna eran menos claras. Don Berna estaba molesto por el asesinato de su jefe, Galeano. Pero para los periodistas Santiago La Rotta y Natalia Morales, quienes escribieron un libro sobre los PEPES,24 Don Berna  veía sus diferencias con Pablo Escobar más como una oportunidad de ascender en el mundo criminal que como una venganza por el asesinato de su jefe.

“Muchas personas dicen que el apoyo que le dio a las familias Galeano y Moncada fue sólo producto del oportunismo y que la decisión de luchar contra el Cartel de Medellín no fue una demostración de audacia y lealtad”, escriben los autores, “sino más bien una jugada maestra para adquirir los activos y el poder de quienes ya habían muerto, lo que le permitiría pasar de ser chofer y guardaespaldas a convertirse en un poderoso capo”.25

Es probable que ambos factores hubieran influido: que Don Berna estaba realmente molesto por la traición de Escobar al asesinar a su jefe, y que también vio una significativa oportunidad para avanzar.

Con los Castaño y Don Berna de su lado, los PEPES tenían poder, pero ahora necesitaban dinero. En este sentido, los acérrimos rivales de Escobar en el Cartel de Cali, que habían estado durante mucho tiempo en guerra con el capo de la droga de Medellín, estuvieron felices de participar. Don Berna manejó esta relación,26  lo cual es un indicador clave de su liderazgo dentro de la organización.27  La guerra contra Pablo costaría unos US$50 millones, la mayor parte proveniente del Cartel de Cali. Uno de los líderes del Cartel de Cali, Helmer “Pacho” Herrera, dijo más tarde que él sólo había invertido US$30 millones en la guerra contra Escobar.28 

Una vez contaron con el apoyo del Cartel de Cali, los PEPES se constituyeron formalmente en noviembre de 1992. A la cabeza de la organización estaban los hermanos Castaño, un exoficial del ejército y socio de Castaño desde hacía mucho tiempo, Carlos Mauricio García Fernández, alias “Rodrigo Doble Cero”, y Don Berna.29  Entre ellos se dividieron las tareas. Fidel Castaño prefirió permanecer en su bastión en Córdoba.30  Las labores del día a día le fueron dejadas a su hermano Carlos, que prefirió las resplandecientes luces de Medellín,31  y sus segundos al mando fueron Rodrigo Doble Cero y Don Berna.

Los PEPES y sus conexiones con las élites burocráticas

Aunque los PEPES se conformaron en noviembre de 1992, no fue sino hasta febrero del año siguiente que hicieron su primer acto público desafiante, dejando un cadáver en el maletero de un coche con el siguiente aviso: “Por colocar carros bomba. Papiado por Pablo Escobar. Por Colombia, Los PEPES”. 32

Como escribe Mark Bowden en su importante recuento sobre la persecución de Escobar, la primera aparición del grupo fue “impresionante, y dio comienzo a una serie de conjeturas sobre su identidad en todo el país”.33 

Después de eso, la aparición de los cadáveres de los socios de Escobar se volvió frecuente. Este “baño de sangre controlado”, como escribe Bowden, aterrorizó a Escobar.34  Los objetivos de los PEPES eran cualquier persona cercana a El Patrón, ya fuera de manera personal o que fueran importantes para sus operaciones. Ellos rastrearon y asesinaron a los abogados, aliados, lavadores de dinero, familiares y socios de Escobar, apuntando a la “secreta infraestructura de cuello blanco” de la organización de Escobar, y dándoles fuertes golpes a sus finanzas”, escribe Bowden.35

Los PEPES también exploraron sus conexiones oficiales. Carlos Castaño ya era un informante registrado del DAS, bajo el alias de “Alekos”, y continuó proporcionándole información a la agencia de inteligencia.36  Rodrigo Doble Cero, el exoficial del ejército, administraba las relaciones con las fuerzas armadas y Don Berna era la conexión de Los PEPES con el Bloque de Búsqueda de la Policía.

Los PEPES y el Bloque de Búsqueda

El Bloque de Búsqueda se formó en 1989, cuando la guerra de Escobar contra el Estado estaba en su máximo nivel. Después de que Escobar se entregara en 1991, los miembros se dispersaron y conformaron unidades regulares. Sin embargo, tras la fuga de Escobar de La Catedral, el Bloque de Búsqueda fue reformado rápidamente. En esta segunda persecución de Escobar, el bloque contaba con unos 600 miembros y tenía su sede en la Escuela de Policía Carlos Holguín, en Medellín. Veinticinco oficiales, la crema y nata de la Policía Nacional, estaban al mando del bloque. Eran por definición una élite burocrática,37 con enlaces directos con la Presidencia, y realizaban las tareas más delicadas y de mayor prioridad del gobierno.

Un oficial en particular fue elegido por su habilidad en el acopio de inteligencia y por la planificación de las operaciones: el comandante Danilo González, quien ocupaba el lugar central del Bloque de Búsqueda. González se había graduado como el mejor estudiante de la escuela de cadetes de la Policía en 1977 y era visto como uno de los policías más brillantes de su generación. Tras la muerte de Escobar, la DEA enalteció sus logros y le dio una mención con una huella digital autografiada del capo de la droga de Medellín en la parte inferior: “Gracias a su desinteresada dedicación y a sus sacrificios, el criminal más buscado del mundo fue localizado y asesinado”, dice el certificado.

Joe Toft, quien dirigió la oficina de la DEA en Colombia, le diría luego a un periodista: “Él colaboró muy de cerca con nosotros […] fue sin duda uno de los mejores”.38

González se convertiría en el contacto clave con los PEPES, en particular con Don Berna. Su trabajo consistía en obtener la inteligencia necesaria para acabar con Escobar, y estaba dispuesto a hacerlo incluso si ello significaba pasar por encima del reglamento.

Él también representó la primera alianza de Don Berna con la élite burocrática, y quizá la más importante, que duraría hasta el asesinato de González en Bogotá el 25 de marzo de 2004. No hay duda de que Don Berna y González trabajaron muy unidos en la persecución de Escobar. En su libro, Don Berna describe su primer encuentro con González: “La empatía fue inmediata […] Tomaba notas de todo lo que le decía y se mostraba feliz por la gran cantidad de información que había recibido”.39

Un exfuncionario del Bloque de Búsqueda informó que “Danilo solía patrullar con Don Berna, y el siniestro personaje a menudo entraba a la escuela Carlos Holguín como Pedro por su casa”.40

Aquella no fue la primera alianza de González con el hampa. Él pasó una temporada en Cali a principios de su carrera, donde hizo sus primeros contactos con miembros de la mafia, en particular con dos expolicías, Wilber Varela y Víctor Patiño-Fómeque, que más tarde hizo parte de lo que se llamó el Cartel del Norte del Valle (CNDV), una organización que dominó el narcotráfico en la costa del Pacífico después de la caída del Cartel de Cali desde 1995 hasta mediados de la primera década del nuevo siglo.41

La relación entre los PEPES y la Policía no era solo personal sino además institucional. En la lucha contra Escobar, el trabajo principal de los PEPES consistía en proporcionar inteligencia al Bloque de Búsqueda. Esta inteligencia era lo que la Policía necesitaba desesperadamente. Escobar había humillado a las fuerzas de seguridad en el pasado, y se dieron cuenta de que la única manera de vencer al capo de la droga de Medellín era a través de información precisa y oportuna acerca de sus operaciones, sus refugios y, en la medida de lo posible, de su paradero. “La orden fue dada desde arriba y nos dijeron: ‘si tienen que reunirse con el diablo, háganlo, pero tienen que acabar con este monstruo (Escobar)”, informó un miembro del Bloque de Búsqueda.42 

Esta presión implicaba que el Bloque de Búsqueda trabajara muy estrechamente con los PEPES. De hecho, se podría argumentar que, sin los PEPES, el cuerpo élite de la Policía habría estado tropezando ciegamente por el mundo criminal de Medellín, algo que ya había ocurrido a finales de la década de los ochenta, durante su primera encarnación. De hecho, existen innumerables fuentes que se han referido a las relaciones entre el Bloque de Búsqueda y los PEPES. El exdirector de la Policía Nacional, general Óscar Naranjo, por ejemplo, admitió que “había un canal de comunicación directo entre la Policía y los PEPES, y de ella se nutrían las agencias de Estados Unidos”.43

El jefe de la DEA en Colombia en esa época, Joe Toft, fue más allá:

“Las declaraciones indican que algunos miembros del Bloque [de Búsqueda] y los PEPES no sólo estaban llevando a cabo operaciones conjuntas, algunas de las cuales resultaron en secuestros y posibles asesinatos, sino que eran más bien los jefes de los PEPES los que ordenaban los disparos y no la Policía.”44

El comandante del Bloque de Búsqueda, el coronel en retiro Hugo Aguilar, también admitió que Don Berna fue importante durante la búsqueda de Escobar y dijo que él trabajó como informante para la Policía. Indicó que Don Berna entregó información que le permitió al Bloque de Búsqueda escuchar conversaciones telefónicas y evitar los ataques de los hombres de Escobar.45

El mismo Don Berna se ha referido a la época en la que colaboró con el Bloque de Búsqueda, señalando que entre sus contactos también había miembros de las fuerzas de seguridad y de inteligencia del gobierno de Estados Unidos: “Con frecuencia iba a la sede del Bloque de Búsqueda, cerca de un parqueadero del estadio Atanasio Girardot. La CIA (Agencia Central de Inteligencia por sus iniciales en inglés), la DEA y miembros de las fuerzas especiales de la Marina de los Estados Unidos estaban allí. Con los que yo hablaba más era con los hombres de la DEA”.46

Chris Feistl, un agente veterano de la DEA que trabajó en Colombia por más de cinco años, concuerda con dicho testimonio. “[Don Berna] era uno de los enlaces principales, por no decir menos, entre los PEPES, la Policía y la DEA para proporcionar información”, dijo.47

Como lo señaló Forrest Hylton, incluso ha habido indicios de que la DEA “utilizó a los hombres de Don Berna —que vivían en la misma calle que ellos— como guardaespaldas cuando salían en misiones fuera de la base en la que estaban teóricamente confinados”.48  Y, según cuenta Charles Bowden, Don Berna y otros miembros de los PEPES, “se alojaban en una casa a las afueras de la [Base de Policía Carlos] Holguín”,49  algo con lo que concuerdan otros importantes miembros de los PEPES.50  Esto facilitó la interacción constante y permanente con el Bloque de Búsqueda.

Los PEPES llegaron a ser tan eficaces, tan rápidamente, que otros miembros del Cartel de Medellín se entregaron a las autoridades, dado que sentían que estarían más seguros en prisión, o bien pasaron a cooperar con Don Berna y sus compañeros. A medida que Pablo Escobar se debilitaba y los PEPES se fortalecían, la fila de narcotraficantes que abandonaban al capo de la droga de Medellín crecía aún más. Con el fin de congraciarse con los PEPES, estaban muy dispuestos, e incluso deseosos, de contarlo todo. Don Berna llegó a conocer los secretos más profundos del mundo del narcotráfico de Medellín. Y pronto convertiría este conocimiento en poder.

En diciembre de 1993, Don Berna y sus colaboradores de la Policía habían rodeado y derrotado a El Patrón. Escobar estaba muerto, como Carlos Castaño alguna vez lo dijo, “gracias a los PEPES y su unión con el Estado”.51 

Para Don Berna, las relaciones que desarrolló con la Policía, particularmente con el coronel Danilo González, serían tan importantes en su constante ascenso en el hampa como las que forjó con los hermanos Castaño, los remanentes del Cartel de Medellín y los narcotraficantes de la costa del Pacífico que se convertirían en el CNDV. Pero primero tendría que consolidar su control sobre los remanentes del Cartel de Medellín y sobre la economía criminal de la ciudad misma.

Fase II: ‘Don Berna’ se consolida en Medellín (1994-2000)

La Oficina de Envigado

El año 1994 fue de gran agitación en el hampa colombiano. La imponente presencia de Escobar ya no estaba. Los PEPES se habían disuelto. Los Castaño y Rodrigo Doble Cero habían regresado a Córdoba, donde Fidel Castaño, el pilar de la familia, fue asesinado, presuntamente por guerrilleros marxistas. Carlos, su otro hermano, Vicente y Rodrigo Doble Cero comenzaron a conformar lo que sería el prototipo de grupo paramilitar, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), y se concentraron en luchar contra la guerrilla de las FARC. Danilo González y el Bloque de Búsqueda abandonaron Medellín y se fueron para Cali, donde volvieron su atención a sus antiguos aliados del Cartel de Cali, lo cual, al mismo tiempo, consolidó el CDNV.

Por su parte, Don Berna permaneció en Medellín, intentando llenar al menos en parte el vacío de poder dejado por la muerte de El Patrón. Ahora era quizá el hombre más poderoso del hampa de Medellín, con control sobre la Oficina de Envigado y La Terraza, el famoso grupo de sicarios. Pero tras la muerte de Escobar, muchos grupos de sicarios y cobradores que habían trabajado para El Patrón comenzaron a atacar por su propia cuenta y a tratar de dominar los territorios de la ciudad, vendiendo sus servicios al mejor postor.52 

Algunos estudios indican que entre 1985 y 1990 había 153 pandillas criminales en el Valle de Aburrá (el valle en el que se asientan Medellín y municipios vecinos como Itagüí y Envigado), muchos de los cuales estaban vinculados al Cartel de Medellín.53 Tras la caída de Escobar, estos grupos se convirtieron en “pequeños negocios armados”.54 La Oficina de Envigado se dispuso a controlarlos, a organizar lo que se estaba convirtiendo en crimen desorganizado. En 1994, como parte de estos esfuerzos, Don Berna tuvo una reunión con un grupo de líderes de las pandillas. Les dijo que iba a estar a cargo de lo que quedaba de la Oficina de Envigado y, por supuesto, de sus operaciones. Y que castigaría a quienes se resistieran.55

Con el tiempo, la Oficina se convirtió en una especie de “fiscalía general” para los delincuentes. Era utilizada para controlar a los grupos de narcotraficantes, garantizar que se pagaran las deudas y castigar a quienes se negaran a obedecer la “ley” del hampa.56  Hubo varios aspectos como parte de esta “reglamentación” del mundo de la droga: cómo garantizar los acuerdos, cómo asegurar que la gente pagara los “impuestos” sobre los cargamentos de drogas, y quién sería el responsable por los cargamentos perdidos o confiscados, así como por los acuerdos que se rompían.57  Hacer cumplir estas normas requería una estructura armada, y aunque la Oficina tenía un núcleo de personas de confianza, la mayor parte del trabajo se “contrataba” con sicarios como los de La Terraza.58

La Oficina también se convirtió en el órgano que recaudaba las “cuotas” o impuestos que Don Berna les exigía a los traficantes en la ciudad.59 Durante la época de Escobar, la Oficina conocía bien a todos los actores criminales de Medellín y era una entidad criminal extremadamente poderosa, pero Don Berna la llevó a otro nivel. Con el tiempo, él desarrolló un conjunto más sofisticado de “impuestos” sobre la actividad criminal: cobraba impuestos por cada kilo de cocaína que era traficado; les cobraba a ciertas bandas y personalidades el derecho para operar en ciertas partes de Medellín; cobraba por la protección ofrecida a los narcotraficantes mayores para que vivieran en la ciudad sin ser molestados. En poco tiempo, pasó de gravar las actividades puramente de narcotráfico a gravar el tráfico local de drogas, los juegos de azar, la seguridad privada, la prostitución, la extorsión y la venta ilegal de gasolina, por mencionar solamente algunas.

Con la caída del Cartel de Cali en 1995, la función de la Oficina como la policía del hampa llegó a ser de carácter nacional. Ningún líder ni ninguna estructura en particular controlaba todos los eslabones del tráfico de drogas, y diferentes actores comenzaron a especializarse en diferentes eslabones de la cadena de suministro de la droga. Ello se cristalizaría en una segunda generación de organizaciones narcotraficantes colombianas, como el CNDV y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), establecida por los Castaño a medida que ampliaron su modelo paramilitar en todo el territorio nacional. Se trataba de federaciones en las que las poderosas figuras de la mafia y los traficantes de drogas trabajaban en conjunto, coordinando no sólo actividades de narcotráfico y corrupción al interior de las fuerzas de seguridad, sino además la puesta en marcha de un movimiento político nacional. Dichas federaciones no siempre se llevaban bien y cuando había conflictos Don Berna intermediaba, resolviendo los conflictos utilizando los medios que fueran necesarios.

Don Berna también inició una campaña para imponer su autoridad en partes de Medellín donde todavía no era reconocido. A finales de los años noventa, Forrest Hylton escribió: “Fuerzas de seguridad públicamente aprobadas e incorporadas a la creciente red de Don Berna ‘limpiaron’ una gran parte del centro de la ciudad”, lo cual incluía la zona roja de Medellín y un gran mercado de drogas al aire libre.60  Con el fin de hacer que la ciudad fuera “segura para un nuevo desarrollo urbano”, los hombres de Don Berna “amenazaron, desplazaron o asesinaron a los habitantes ‘desechables’ de la zona —vendedores de droga, drogadictos, prostitutas, niños de la calle, ladronzuelos—”, añade Hylton.61  Después del año 2000, “la campaña de ‘pacificación de la ciudad’ de Don Berna comenzó a ser apoyada por las fuerzas de seguridad del Estado, empresarios, políticos de ambos partidos y la Iglesia Católica”, dice.62  Aquel fue el comienzo de lo que muchos llamarían más adelante “Donbernabilidad”, un juego de palabras con el término “gobernabilidad”.

Berna y las élites burocráticas

Durante la persecución a Escobar, Don Berna conoció a Carlos Mario Aguilar Echeverri, quien trabajaba con el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI). Aguilar eventualmente entraría a formar parte del equipo de personas que trabajaban con Don Berna para debilitar a Escobar. Y luego de la muerte de Escobar, Aguilar Echeverri dejó el CTI, adoptó el alias de “Rogelio”, y amplió sus funciones en el grupo de Don Berna. Usando sus contactos en el CTI, aseguró que no se interpusieran procesos contra Don Berna y la Oficina de Envigado. También enviaba alertas de cualquier operativo inminente de las fuerzas de seguridad contra el grupo.

Rogelio eventualmente llegaría a ser una de las figuras más importantes de la Oficina, que derivaba su poder del control que ejercía sobre otros miembros de las élites política y burocrática: administraba los pagos a miembros corruptos no solo del CTI y de la Fiscalía General, sino también a policías, soldados e incluso políticos.64  En 1997, llamó la atención de las autoridades colombianas cuando resultó vinculado al tráfico de armamento y estupefacientes.65  Para entonces la infiltración de la Fiscalía General en Medellín se había hecho notoria,66  y Rogelio había ingresado al círculo íntimo de Don Berna.

Don Berna también mantuvo contacto con Danilo González, su antiguo aliado del Bloque de Búsqueda. Andrés López, el extraficante que cobró fama por su libro y la telenovela “El cartel de los sapos”, dijo que González sostuvo una relación estrecha y de larga data con Don Berna y la Oficina de Envigado mucho después de la muerte de Escobar. Esto lo han repetido otras fuentes del hampa, incluyendo al miembro del Cartel del Norte del Valle Hernando Gómez, alias “Rasguño”, y el excomandante de las AUC Salvatore Mancuso.67 

Su relación después de la muerte de Escobar no se limitó al traspaso de inteligencia. En marzo de 1996, por ejemplo, González intervino en el asesinato de un antiguo aliado de Don Berna convertido en su rival, el capo del Cartel de Cali José Santacruz Londoño. Santacruz había escapado de una cárcel de Bogotá siete semanas antes, humillando al gobierno. Santacruz se convirtió en blanco prioritario del Bloque de Búsqueda, quienes, según los informes oficiales, lo acorralaron en una ladera de Medellín y lo abatieron durante un tiroteo. Desde el comienzo hubo dudas sobre su muerte e inconsistencias en la versión de los hechos que rindió la Policía. La familia del capo protestó y dijo que había sido ejecutado.68  Extraoficialmente, parece que Santacruz fue localizado y ejecutado por los antiguos contactos de González en los PEPES, Carlos Castaño y Don Berna. Luego lo entregaron a la Policía para que montara el escenario de su muerte. Nadie en la Policía fue juzgado por delito alguno.

González, entretanto, estaba desarrollando su propia organización criminal, que eventualmente competiría con el poder de la Oficina. En efecto, en el mundo del hampa, González y su red de policías activos y retirados asumieron más adelante el nombre de “Cartel del Diablo”. Tanto poder tenía González que el agente Feistl de la DEA afirma que él fue el comandante no oficial de la Policía durante años: “Danilo González, aun después de retirarse de la Policía, era la persona más poderosa de la institución en Colombia. Básicamente los dirigía. Les decía quiénes debían ser los generales, quiénes serían transferidos dónde; tenía a ciertas personas estacionadas en ciertas áreas, tanta influencia tenía y tanto control ejercía”.69

Don Berna no solo usaría los servicios del Cartel del Diablo, sino que también le prestaría servicios a la red. Esta relación con González le dio a Don Berna una gran ventaja y le ofreció conexiones con una gran parte de las élites burocráticas en la Policía. Una de esas conexiones era con la unidad antisecuestro del gobierno. Al igual que el Bloque de Búsqueda, el Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (GAULA) constituía un nodo crítico en la lucha del Estado contra los criminales y los insurgentes. También controlaban las interceptaciones telefónicas, una gran fuente de información y poder en los mundos político y criminal.

González fungió como director de inteligencia del GAULA luego de su tiempo en el Bloque de Búsqueda, y, por lo menos en una ocasión, usó sus contactos en el hampa para resolver un caso de secuestro para una de las familias más poderosas de la élite política.70  También es posible que González hubiera presentado a Don Berna al mayor Mauricio Santoyo Velasco, quien asumió la dirección del GAULA de Medellín en 1996. Santoyo se convertiría en parte importante de la estructura criminal de Don Berna y pondría su dirección al servicio del crimen organizado.

Santoyo era un miembro de la élite burocrática en una buena posición. Durante su periodo como director del GAULA, trabajó muy de cerca con políticos de todo el país, entre ellos el entonces gobernador de Antioquia y futuro presidente de Álvaro Uribe. En el 2000, Santoyo fue nombrado comandante del Cuerpo Élite Antiterrorista (CEAT). Y en 2002, pasó a ser el jefe de seguridad del entonces presidente Uribe. (La relación de Santoyo con Uribe más adelante daría a Don Berna acceso al palacio presidencial y a Santoyo la inmunidad en Colombia).

La relación entre Don Berna y Santoyo era importante en diferentes niveles. Según un agente que trabajó con Santoyo, incluía tráfico de armas e intercambio de inteligencia, lo cual habría sacado de las interceptaciones del GAULA. “La colaboración [entre Santoyo y Don Berna] se componía de escoltar armamento hacia las zonas rurales de Antioquia y de interceptarle líneas telefónicas ya fuera de guerrilleros o de personas que le debieran algo a los paramilitares o de ONG [organizaciones no gubernamentales] que tuvieran que ver con la subversión”, explicó el agente anónimo.71

En una acusación formal que Estados Unidos interpuso contra Santoyo más adelante, los fiscales estadounidenses corroboraron estos intercambios de información. “Era parte adicional de esta confabulación que a cambio de estos sobornos, el acusado entregaría información de inteligencia recogida por las autoridades colombianas a los narcotraficantes, incluyendo información sobre personas que luego eran señaladas para ser asesinadas por estos narcotraficantes”, decía la acusación contra Santoyo.73

A cambio, Don Berna pagaba a Santoyo grandes cantidades de dinero. Francisco Javier Zuluaga Lindo, alias “Gordo Lindo” —narcotraficante que trabajó con la organización paramilitar de las AUC— declaró que Santoyo recibía hasta US$100.000 mensuales de Don Berna.74  Zuluaga también afirmó que Santoyo había dado a la Oficina información sobre una operación de la DEA contra la estructura criminal, por lo que pagó un US$250.000 adicionales.75

Santoyo también ayudó a Don Berna a encargarse de sus rivales. En 1999, integrantes de La Terraza robaron un alijo de dinero que Carlos Castaño había dejado en Medellín. La afrenta se presentó cuando Don Berna consolidaba su influencia en el hampa de Medellín y fortificaba la Oficina de Envigado como la organización dominante de toda la actividad criminal en la ciudad. La Terraza, que tenía 25 cabecillas y más de 200 sicarios en su nómina, consideraba que estaba recibiendo “salarios de obrero”, mientras que los miembros de la Oficina recibían participación en las rutas de drogas y en otras actividades criminales en todo Medellín.76

Después del robo, Don Berna se fue contra este grupo. En agosto de 2000, sus hombres asesinaron al jefe de La Terraza, Elkin Sánchez Mena, alias “El Negro”. La Terraza respondió matando al hermano de Don Berna, Rodolfo, el hombre que presuntamente mató a Escobar en ese techo de Medellín. Pronto se sintió la guerra en toda la ciudad. Además de un sinnúmero de sangrientos asesinatos públicos, hubo dos ataques con bombas de alto perfil: una que explotó en el selecto centro comercial “El Tesoro”, que dejó un muerto y 53 heridos,77  y un segundo ataque en el popular punto de entretenimiento nocturno, el Parque Lleras, que dejó ocho muertos y más de 130 heridos.78

Eventualmente, Don Berna recurrió a Santoyo para que le ayudara a aplastar al grupo disidente. Según la acusación de Estados Unidos contra el oficial de Policía, Santoyo entregó inteligencia, incluyendo interceptaciones, que permitió ubicar a los cabecillas de La Terraza, y puede haber usado el CEAT para ejecutar algunos de los homicidios.79  Varios criminales que trabajaban en el círculo íntimo de Don Berna corroboraron estas declaraciones. “Se combatió ‘La Terraza’ con la ayuda del CEAT, comandado por Mauricio Santoyo”, dijo el narcotraficante y miembro de la AUC Juan Carlos Sierra, alias “El Tuso”.80

En 2002, Santoyo llegó a ser jefe de seguridad del recién elegido presidente Álvaro Uribe, cargo que detentaría hasta 2006. Pero su relación con Don Berna se mantuvo. Este fue uno de los cargos de mayor poder en la Policía, compitiendo incluso con el director de la Policía Nacional en términos de acceso e influencia. De hecho, Santoyo se había convertido en uno de los miembros más poderosos de las élites burocráticas en Colombia, con acceso al presidente. Según El Tuso, él uso esa influencia para asegurarse del traslado de oficiales que se negaran a cooperar con la Oficina; a ellos los enviaba a destinos peligrosos y remotos,81  y para entregar un flujo continuo de inteligencia al grupo criminal.

Fase III: ‘Don Berna’, el comandante paramilitar (2000-2005)

Don Berna y las AUC

No se sabe con claridad cuándo exactamente entró Don Berna a hacer formalmente parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la organización que representaba a los paramilitares de todo el país, fundada por la familia Castaño en 1997. Aunque exguerrillero, su posición política no era evidente, aun cuando se volvió contra sus excamaradas del EPL. Pero que se aliara con los paramilitares contra los insurgentes marxistas no era más que otro cambio radical en su carrera criminal. Esto fortaleció su relación con otro grupo de miembros de la élite burocrática y le permitió expandir su imperio criminal. También desencadenó lo que implicó un sangriento golpe de narcotraficantes como Don Berna para tomar el control de las AUC.

En su declaración, Don Berna insistió en que estaba allí desde el inicio, cuando la familia Castaño conformó las ACCU en 1994. Y en las declaraciones a los fiscales en 2007, insinuó que fueron los PEPES quienes fundaron las ACCU.82  Don Berna sin duda había mantenido contacto con Carlos Castaño desde los días de los PEPES, y asistía a reuniones con Castaño para discutir la creación de las AUC.

La relación con la familia Castaño se estrechó luego de la muerte de Santacruz Londoño, cuando Don Berna se escondió en Córdoba, con protección de los Castaño.83  Y se consolidó en la guerra de los Castaño y de Don Berna contra La Terraza, un momento coyuntural para Don Berna, no solo por su cruzada para establecer una hegemonía criminal en Medellín con la Oficina de Envigado, sino también en términos de su relación con las AUC.

“En mi caso particular, se trataba de reconstruir más de veinte años de actividad en las ACCU y en las AUC, y de los hechos ejecutados por los tres bloques de autodefensa que comandé”, declaró ante la Corte Suprema Colombiana en 2009.84

Esta versión, sin embargo, ha sido cuestionada por otros jefes paramilitares y autoridades por igual. El excomandante de las ACCU Fredy Rendón Herrera, alias “El Alemán”, declaró que Don Berna no estaba cuando formó el grupo; y añadió que creía que la actitud antisubversiva de Don Berna era una simple pose, un medio por el cual podría escapar a un juicio por narcotráfico cuando posteriormente las AUC se desmovilizaron y negociaron un acuerdo con el gobierno.85  Rodrigo Doble Cero, antiguo aliado de Don Berna en los PEPES y luego su enemigo, se hizo eco de las declaraciones de Rendón,86  y dijo que Don Berna vio a las AUC como una vía para extender su influencia criminal.87  Por su parte, los fiscales del gobierno no pudieron establecer la conexión de Don Berna con las actividades de las AUC hasta 1999, también en contradicción con su testimonio.88

Rodrigo Doble Cero era quien más tenía que perder con el surgimiento de Don Berna como comandante paramilitar. Hacia 1999, Rodrigo y su Bloque Metro operaban en gran parte de Medellín. Esto no había sido parte del plan de Don Berna. Él quería que los paramilitares le ayudaran a eliminar a sus opositores y luego le dejaran la ciudad. Sin embargo, Rodrigo era de Medellín y ya había dirigido con éxito campañas de contrainsurgencia en el campo, trabajando junto al ejército en Córdoba y en grandes áreas de Antioquia. También era un opositor acérrimo de la participación directa de las AUC en el narcotráfico, algo que afirmaba con frecuencia a la prensa colombiana e internacional.

No cabe duda de que el ingreso de Don Berna a las AUC hacía parte de una expansión masiva del ejército paramilitar desde su base en Antioquia y Córdoba a todo el país, lo que incluía numerosas organizaciones criminales. En muchos lugares del país aparecieron franquicias del grupo paramilitar, y muchos de los nuevos cabecillas no eran más que narcotraficantes. Entre ellos estaban Juan Carlos Sierra, alias “El Tuso”, Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, y Francisco Javier Zuluaga Lindo, alias “Gordo Lindo”. Diferentes grupos paramilitares también comenzaron a mezclarse en una serie de actividades criminales, incluso el secuestro, práctica que en gran parte había llevado a la formación de las AUC. Pero el grueso del negocio era el narcotráfico.

En el 2000, Don Berna abrió su propio contingente de las AUC. Conocido como el “Bloque Cacique Nutibara” (BCN), su principal misión en Medellín, según investigadores del gobierno, “era combatir los combos y pandillas que aún no se habían sometido a la organización de las autodefensas y cuyas acciones causaban daños a la población civil”.89 (Don Berna apareció oficialmente en el alto mando de los paramilitares en 2002, cuando se lo presentó como “Inspector General” de las AUC con el alias de “Adolfo Paz”90).

En realidad, el BCN era una facción de la Oficina de Envigado. Más una mafia que una red militar, era el tipo de organización mejor equipada para moverse entre las divisiones criminales en Medellín, donde el chantaje y la intimidación eran mucho más efectivos que la confrontación militar directa. Uno de los comandantes del BCN, por ejemplo, era Rogelio, el antiguo investigador del gobierno convertido en agente de la Oficina.91  Rodrigo Doble Cero llegó a decir incluso que el BCN era en realidad poco más que los remanentes de La Terraza, reorganizados y reequipados,92  algo con lo que coincidieron otros observadores no paramilitares.

“El BCN no operó propiamente como paramilitarismo ni autodefensa como lo conocemos. Operó aquí en las comunas [barrios marginales]. Venía del periodo de Escobar y estuvo al servicio del narcotráfico, de las Oficinas”, declaró Jaime Fajardo Landaeta, exasesor de paz de la Gobernación de Antioquia, a Verdad Abierta.93

Hasta cierto punto, la estrategia funcionó. Hacia finales de 2001, Don Berna era la cabeza indiscutida del mundo del narcotráfico en la ciudad de Medellín. En la ciudad, sólo el Bloque Metro y las milicias de izquierda, más fuertes en la Comuna 13, un barrio marginado que se extendía en las laderas de la ciudad, se negaban a ceder a su ofrecimiento. El cabecilla del Bloque Metro, Rodrigo Doble Cero, se estaba convirtiendo en un problema, no solo por su poder en Medellín, sino también por sus constantes declaraciones de cómo los narcotraficantes se habían tomado las AUC, con Don Berna a la cabeza. Don Berna ahora comenzó a planear cómo deshacerse de estos dos obstáculos en Medellín y las zonas aledañas, pero necesitaba que sus aliados en la élite burocrática lo hicieran posible.

Operación Orión

Para agosto de 2002, Álvaro Uribe se había instalado en la Casa de Nariño, el palacio presidencial, adonde había llegado gracias a la promesa de emprender la guerra contra la insurgencia marxista. Era lógico que comenzara su campaña contrainsurgente en su natal Medellín, dando a las fuerzas de seguridad la orden de expulsar a las milicias izquierdistas de su bastión en la Comuna 13.

Las milicias eran tal vez la fuerza ilegal más disciplinada y de más rápido crecimiento de la ciudad. Se habían formado en los años setenta como respuesta a la amenaza de las pandillas criminales y al esfuerzo insuficiente del Estado por controlarlas.94  En los años ochenta, estos grupos se habían transformado en lo que denominaron “milicias”, moldeadas por la ideología guerrillera, principalmente gracias a la influencia del ELN y el EPL.95 Su objetivo, según expertos como Alonso Espinal, Jorge Giraldo Ramírez y Diego Jorge Sierra, era arrebatar los barrios a las pandillas criminales, que habían “tomado control total de estos territorios, muchas veces con la complicidad de las autoridades locales”.96

En los años noventa, este proceso se había acelerado. Con la desintegración del Cartel de Medellín, las milicias comenzaron a multiplicarse y lograron abatir varias pandillas criminales.97  Su campaña de “limpiar” los barrios les valió un amplio respaldo, pues ellos “[se apropiaban] la función del Estado de brindar seguridad”, escribieron Espinal, Ramírez y Sierra.98  Y desde 1993 en adelante, las milicias se expandieron, pasando de ser un solo grupo a diez.99

Con la expansión de grupos como las “Milicias del Pueblo y para el Pueblo”, comenzaron el reclutamiento de las pandillas que habían prometido expulsar. Las milicias también se convirtieron en un elemento de la vida criminal de Medellín, con el dominio de muchas zonas de la ciudad, en particular la Comuna 13. Se acentuaron sus vínculos con actividades ilegales,100 incluso el narcotráfico, y pronto comenzaron a asemejarse más a las pandillas criminales contra las que combatían en sus orígenes.101  También se opusieron al objetivo de Don Berna de crear una hegemonía criminal en Medellín y se convirtieron en una amenaza de seguridad mayor para el gobierno.

La proliferación de milicias de izquierda alarmó a las élites políticas y económicas, que también veían cómo los insurgentes marxistas de las FARC y el ELN expandían su poder en las zonas rurales. En 1996, la alarma se encendió cuando las FARC concentraron a unos 500 insurgentes en la base militar de Las Delicias, al sur del departamento del Putumayo, y mataron a 27 soldados y capturaron a otros 60. A esto siguieron otros espectaculares ataques guerrilleros. Por primera vez había un temor real de que las FARC estuvieran en capacidad de tomarse el poder. Que hubiera milicias izquierdistas en Medellín, la segunda ciudad de Colombia, era causa de una intensa preocupación para las élites burocráticas, quienes buscaron realinearse con quienes podían ayudarles a enfrentar esa amenaza.

Entre esas élites estaba el general Mario Montoya, comandante de la Cuarta Brigada del Ejército. Con base en Medellín, pero a cargo de gran parte del departamento de Antioquia, la Cuarta Brigada tenía ya una relación laboral con muchos grupos paramilitares. Por su parte, Montoya había estado trabajando con Rodrigo Doble Cero en las zonas rurales, donde como parte de lo que se conoció como “Operación Mariscal”, los militares habían enfrentado al ELN en su bastión de Cocorná y a las FARC a lo largo de la vía estratégica que unía las ciudades de Medellín y Bogotá.102 Montoya también había pasado armas al Bloque Metro.103 Aunque Montoya luego negó la existencia de dichas relaciones, tanto Rodrigo Doble Cero como otros exjefes paramilitares corroboraron estas versiones.104

Para agosto de 2002, Montoya presuntamente estaba trabajando con Don Berna. Juan Carlos Sierra, alias “El Tuso”, uno de los muchos narcotraficantes que ingresaría a las filas de las AUC, dijo que Montoya “estaba en la nómina” de la Oficina de Envigado.105 Y cables de Estados Unidos afirmaron que en Medellín el BCN tenía el apoyo de elementos del Ejército.106

También se cree que Don Berna reclutó al jefe de Policía de Medellín, el general Leonardo Gallego, quien presuntamente entró a la nómina de la Oficina por casi US$10.000 mensuales.107 

Los intereses de Don Berna sin duda coincidían con los de los militares, aun cuando sus motivos fueran en otra dirección: él quería la destrucción de las milicias de izquierda, para favorecer sus intereses criminales. Este era un ejemplo perfecto de una relación de mutuo beneficio en la que las élites burocráticas necesitaban que Don Berna y el crimen organizado ejecutaran la misión que les correspondía, y Don Berna necesitaba la ayuda de las élites burocráticas para eliminar a su rival. Don Berna mismo lo declaró. En una carta al juez Richard M. Berman de la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York, redactada unos años después, Don Berna explicaba que las fuerzas de seguridad del Estado, dirigidas por Montoya y Gallego “pidieron ayuda [al Cacique Nutibara] para liberar la zona de la guerrilla”.108

Supuestamente la coordinación comenzó mucho antes de la operación. Un informante de la CIA aseveró que el Ejército, la Policía y el BCN redactaron un documento en el que se organizaba su plan para lo que se llamaría Operación Orión en los días que precedieron al ataque coordinado; Montoya, Gallego y el jefe paramilitar Fabio Jaramillo lo firmaron.109  Y el 16 de octubre de 2002, efectivos del BCN y la Oficina entraron a la Comuna 13, mientras helicópteros del Ejército planeaban los cielos listos para prestar apoyo.

Para el segundo día, el Ejército se paseaba por los barrios, y en la noche los paramilitares hacían lo mismo. Muchas veces desde vehículos oficiales de las fuerzas de seguridad y usando a desertores de la milicia, personal del BCN y la Oficina buscaban a milicianos, los sacaban de las calles, y los torturaban y ejecutaban.

Para el cuarto día, se había acabado todo: las milicias de izquierda habían sido aniquiladas y expulsadas de la Comuna 13. Por lo menos 92 víctimas fueron identificadas posteriormente pero se cree que cientos fueron asesinados por los hombres de Don Berna y las fuerzas de seguridad.110

Destrucción del Bloque Metro

Deshacerse del Bloque Metro y de Rodrigo Doble Cero fue mucho más difícil. En un inicio, Don Berna no podía desafiarlo abiertamente. Rodrigo Doble Cero era miembro de los PEPES, uno de los fundadores de las ACCU y las AUC y había entrenado a los cuadros originales que conformaban el núcleo del ejército paramilitar. Además era amigo íntimo de Carlos Castaño. Don Berna tuvo que esperar esta vez y fortalecer su ejército, lo cual hizo con la formación del BCN.

Don Berna también tuvo que fomentar un cambio en la composición de las AUC, para que los paramilitares vieran con mejores ojos su lado narcotraficante que el aspecto opuesto al narcotráfico en el caso de Rodrigo Doble Cero. Poco a poco, Don Berna logró aislar a sus rivales. En 2001, Carlos Castaño renunció como jefe de las AUC. Y en 2002, Rodrigo Doble Cero se retiró de las AUC y proclamó el Bloque Metro “fuerza disidente”.111 

Para entonces, Don Berna hacía parte del “Estado Mayor” paramilitar y tenía, gracias a su influencia en el mundo del narcotráfico, muchos más amigos que Rodrigo Doble Cero entre los paramilitares. Rodrigo Doble Cero, por su parte, se había negado a participar en narcotráfico, lo que había valido la desconfianza de casi todos los demás jefes paramilitares, que se alimentaban del negocio de estupefacientes. Por increíble que parezca, para 2002, las AUC se habían convertido en el principal regulador y juez del negocio de la cocaína, con mayor poder e influencia que el que hubiera tenido Pablo Escobar alguna vez.

Sin embargo, Don Berna sabía que nunca podría destruir el Bloque Metro en el ámbito militar sin ayuda de sus contactos entre las élites burocráticas. De hecho, según Rodrigo Doble Cero, el momento decisivo en su guerra con Don Berna fue cuando el general Montoya cambió de bando.112  Dice que la evidencia de esto surgió en agosto de 2002, cuando las tropas del general Montoya emboscaron un convoy del Bloque Metro en Segovia, Antioquia, y mataron a 20 de los hombres de Rodrigo. “Don Berna le ofreció mucho más plata de la que habría podido, y él la tomó”, declaró Rodrigo Doble Cero.113 

La batalla había comenzado. En pocos meses, el BCN, la Oficina de Envigado y sus aliados en la Policía habían expulsado al Bloque Metro de 37 de los 45 municipios de Medellín.114  Don Berna y sus hombres apuntaron al corazón del Bloque Metro, en la zona rural de Antioquia, principalmente el noreste del departamento y en la sede de Rodrigo Doble Cero en el municipio de San Roque. Trabajando en conjunto con el Ejército y con Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, otro aliado paramilitar y narcotraficante, Don Berna se vino encima de los dominios rurales de Rodrigo. Según Doble Cero, la batalla entre su Bloque Metro y los dos grupos paramilitares rivales provocó más de 1.000 muertes en varios municipios el noroeste de Antioquia.115  Enfrentado a un ejército que tenía el apoyo de las fuerzas de seguridad colombianas y bolsillos muy profundos, Rodrigo Doble Cero huyó de la zona.

Con ayuda de sus aliados en la élite burocrática, Don Berna había ganado una batalla más.

‘Donbernabilidad’

Para noviembre de 2003, Don Berna lo tenía todo. Para empezar, era el dueño indiscutible de Medellín, ejerciendo control por medio de la Oficina de Envigado de todos los elementos criminales de la ciudad. La Oficina podía contar con unos 6.000 hombres armados, y el control de la ciudad estaba asegurado mediante el control que la Oficina ejercía sobre más de por lo menos 300 combos con miles de pandilleros más a su disposición.116

Para 2004, la Oficina de Envigado y su modelo se habían expandido. Era, en esencia, una matriz bajo la cual operaban por todo el país una multitud de “oficinas de cobro” más pequeñas. Era por medio de estas oficinas más pequeñas que Don Berna controlaba toda la actividad criminal de Medellín y de buena parte de Colombia.

Estas oficinas eran estructuras criminales localizadas y semiautónomas, pero que tenían todas la misma función: regular el hampa. Resolvían disputas entre delincuentes, dirigían mafias de extorsión, cobraban deudas de narcotráfico o juegos de azar y ofrecían servicios de sicariato. Muchos también ofrecían servicios locales de seguridad privada. El castigo por no pagar alguna deuda, sin importar lo pequeña que fuera, iba desde la amputación de los dedos hasta ser abaleado en la calle.117 Las oficinas no eran solo músculo. Si una oficina necesitaba embargar las posesiones de un narcotraficante endeudado, como su casa, su hacienda o sus autos, despachaba a un abogado para que lo forzara o sobornaba a la gente para que transfiriera los bienes.

En Medellín, la Oficina de Envigado era tan eficiente que Don Berna podía incluso controlar los índices de homicidios. Desde 2003 hasta 2008, la increíblemente alta tasa de homicidios en Medellín cayó en casi 50 por ciento después de que Don Berna ordenara a su organización que mantuviera a raya los asesinatos. La prensa internacional hablaba del “renacimiento” de la ciudad.118  Pero por dentro, a este control se lo llamaba “Donbernabilidad”, un juego de palabras con el término “gobernabilidad”. Nadie tenía permitido matar a otro sin autorización expresa de Don Berna.

“Nada pasaba en esa ciudad [Medellín] sin la venia de Don Berna o de la Oficina de Envigado”, dijo Feistl a InSight Crime. “Y si pasaba sin su consentimiento o aprobación, pagaban el precio por ello. Todo el mundo tenía básicamente miedo de hacer lo que fuera; a menos que estuviera regulado por Don Berna, no pasaba. Así, pues, el crimen estaba bajo control, los homicidios estaban bajo control, a menos que ellos fueran quienes cometían el delito o los asesinatos”.

La Oficina, añadió, en esencia había sacado “una página del capítulo de los viejos días dorados de la mafia en Estados Unidos, ya sabe, la mafia de Nueva York y Boston, como volver al crimen organizado de Chicago, donde esos tipos eran tan intimidantes y ejercían tanta presión e influencia en toda la ciudad y todo lo que tuviera que ver con ella, que la gente sentía terror de hacer lo que fuera”.119

El control casi hegemónico de Don Berna sobre Medellín le permitió imponer un orden casi empresarial sobre las actividades criminales: los negocios le pagaban a un solo cobrador, y especialmente para los negocios pequeños, la suma solía ser bastante manejable, de modo que en ocasiones algunos decían que “ni siquiera se sentía como extorsión”.120 

Don Berna tenía el control indisputado de la Oficina de Envigado, pero, además de él, en la cima había muchos otros jefes intermedios, y muchos mecanismos diferentes en la red, los cuales trabajaban por subcontratación.121 La fortaleza de Don Berna consistía en su papel como el “gran regulador”: él redistribuía el poder en forma estratégica, resolvía disputas y administraba los muchos nodos de su gran organización.

Los combos en esa gran red también funcionaban como pequeños negocios especializados, dedicados muchas veces a una sola actividad ilegal: robo de autos o asesinatos. Él era mediador y negociador natural, descrito por fuentes de la Fiscalía General como “más fiscal que nosotros”. Esto le permitía mantener sus relaciones con las élites de Medellín, en la medida en que él podía generar gobernabilidad y garantizar resultados de seguridad.

Tan exitoso fue el modelo que otros jefes de las AUC lo adoptaron. Para cuando las AUC se desmovilizaron en 2006, en el marco del proceso nacional de paz con el gobierno, había oficinas de cobro en casi todas las ciudades del país, y todas las zonas donde había presencia paramilitar. Esta red de estructuras criminales se convirtió en la arteria por la cual fluía la savia del negocio de la cocaína. Don Berna, por supuesto, se ubicaba en la parte superior de la pirámide.

“Don Berna… detenta el título de inspector general de las AUC, pero es el líder de facto de las AUC, y dirige todas sus actividades de tráfico de estupefacientes, incluyendo todo el transporte de cocaína y las operaciones financieras”, rezaba el acta de acusación de Estados Unidos de 2004 en su contra. “Murillo Bejarano ha mantenido su poder en las AUC en parte por las ganancias de sus actividades en el narcotráfico”.122

En suma —con la Oficina de Envigado, sus cuerpos paramilitares, sus pandillas y sus conexiones con la élite burocrática—, Don Berna había creado la mafia del crimen organizado más poderosa y sofisticada de la historia de Colombia.

Análisis – Conclusión

La influencia criminal de Don Berna en Colombia es difícil de sobreestimar. Para entender la evolución del crimen organizado en Colombia, deben entenderse los sistemas instaurados por Don Berna en Medellín. Y para entender esos sistemas, debe entenderse las alianzas que Don Berna desarrolló con las élites burocráticas.

La relación de Don Berna con esas élites comenzó en la persecución contra Pablo Escobar. Don Berna fue uno de los fundadores y líderes de los PEPES, grupo ilegal dedicado a abatir al capo de Medellín. Las primeras alianzas de Don Berna fueron a la vez personales e institucionales. Trabajó estrechamente con el coronel de la Policía Danilo González. Este era el prototipo de la élite burocrática —un oficial de carrera que se hacía cargo de los casos más importantes del gobierno, lo que le daba acceso a grandes cantidades de recursos, conexiones con políticos y organismos internacionales de la ley—. Además era un criminal, con vínculos con un poderoso grupo de expolicías que estaban creando su propio imperio criminal.

La relación de Don Berna con González, junto con su pertenencia a los PEPES, catapultaron al exguerrillero, que en sus orígenes era un mando medio del Cartel de Medellín, a una posición superior en el mundo del narcotráfico. Los PEPES no solo entregaban inteligencia a la Policía, sino también poder armamentista y la disposición para hacer el trabajo sucio que fuera preciso para arrojar a El Patrón a terreno abierto; lo suficiente para que las autoridades —o posiblemente el hermano de Don Berna— lo eliminaran.

Fernando Quijano, exlíder de una milicia de izquierda de Medellín, que ahora dirige una organización no gubernamental, sobrevivió a la violencia y mantiene un seguimiento de la situación de seguridad  en la capital antioqueña. Dice que los PEPES funcionaban como “perros de guerra” para la Policía, haciendo el trabajo sucio que las fuerzas de seguridad no podían hacer abiertamente.123

Pero fue Carlos Castaño, aliado de Don Berna en los PEPES y fundador de las AUC, quien mejor lo definió cuando declaró que los PEPES “eran tolerados por el fiscal general, la Policía, el Ejército, el DAS, la Procuraduría, y el mismo presidente César Gaviria nunca ordenó que nos persiguieran”.124

En esencia, las élites burocráticas más poderosas del país estaban contentas de trabajar con los PEPES. El agente Feistl, de la DEA, lo reiteró.

“Creo que una de las razones de mayor peso por las que ellos [Don Berna y los Castaño] se hicieron tan poderosos y porqué los PEPES fueron un trampolín tan importante para las AUC y todo lo demás, fue por esa alianza que hicieron los PEPES con el gobierno de Colombia en el intento de matar a Escobar”, explicó Feistl. “Se les concedió, en lo sucesivo —no quiero decir favores—, pero muchos altos oficiales en Colombia se hacían los de la vista gorda cuando ellos hacían sus negocios, porque no querían perseguirlos o atacarlos por lo que habían hecho y la información que suministraron para atrapar a Pablo y matarlo”.

Feistl añade: “Creo que esas alianzas que formaron con el gobierno, eran una especie de deuda por así decirlo, con lo que quiero decir que el gobierno no quiso perseguirlos por un buen tiempo, lo que en realidad les permitió entrar y acumular mucho poder en Medellín y las áreas circundantes”.125

No cabe duda de que los contactos que Don Berna hizo durante ese periodo, tanto en el gobierno como en el hampa, configurarían su carrera criminal y su estrategia futura. Esa estrategia la describen analistas, como Morales y La Rotta, como una oportunista y despiadada. Es cierto: Don Berna era ambicioso y estaba preparado para clavarle el puñal por la espalda a cualquiera con el fin de ascender. Sin embargo, no se sobrevive a guerras con Pablo Escobar, las milicias de izquierda, facciones paramilitares rivales y se sube a la cima de lo que es el hampa más brutal del mundo siendo un simple oportunista.

Había algo más. Aunque no era carismático, y su apariencia física no era la más atractiva —aun antes de recibir 17 balas en su cuerpo y perder una de sus piernas— Don Berna era un maestro de la negociación y la regulación. Todos los mercados, en particular los ilegales, necesitan reguladores, sistemas de protección para que se honren las transacciones y el negocio pueda funcionar. En el mundo de la cocaína, donde las apuestas son fuertes y las lealtades débiles, el regulador debía ser despiadado al límite y totalmente confiable. Esa era la habilidad de Don Berna.

En el caso de sus pares criminales, él fue capaz de crear un sistema que regulara el mercado del hampa de una escala local a la nacional. Este sistema, conocido popularmente como la oficina de cobro, de la cual la Oficina de Envigado era el prototipo, tienen presencia hoy en todas las ciudades principales de Colombia y se han extendido por Latinoamérica, en muchos de los países de tránsito por los que pasa la cocaína colombiana, cuyas ramas se extienden hasta lugares tan distantes como España.

Para las élites burocráticas, Don Berna también era útil. No solo podía darles dinero, sino que también les ayudaba a combatir su principal enemigo y proporcionaba el tipo de “ley y orden” que ellos nunca podrían haber ofrecido. En otras palabras, Don Berna era capaz de corromper elementos de las élites burocráticas y de hacerse indispensable para ellas en un plano operacional, estratégico. Esto se hizo claro tanto en sus esfuerzos por combatir las milicias de izquierda y en su capacidad de domar las pandillas criminales en el mismo Medellín, incluyendo, por supuesto, a Pablo Escobar.

El resultado, como se ilustró, fue una plétora de aliados entre las élites burocráticas. Danilo González ayudó a los PEPES y más adelante ayudó a liquidar a un traficante rival del Cartel de Cali. La relación de Santoyo con Don Berna comenzó cuando el primero era mayor de la Policía en Medellín, y terminó cuando era general de la Policía a cargo de la seguridad del presidente. A lo largo de ese tiempo, ayudó a Don Berna cuando enfrentó a las pandillas de Medellín, le ayudó a consolidar su influencia en esa ciudad y se aseguró de que se mantuviera bajo el control de Don Berna por muchos años más. El general Gallego de la Policía y el general Montoya del Ejército ayudaron a Don Berna en su lucha por hacerse al control de la Comuna 13 y eliminar a su rival paramilitar, Rodrigo Doble Cero. En todo ese tiempo, miembros de alto rango de la Fiscalía General se aseguraron de que no se instauraran procesos contra Don Berna. Y otros numerosos oficiales y personal de las fuerzas de seguridad ayudaron a Don Berna y a sus grupos criminales en diversas formas.126

Estos aliados obtuvieron lo que querían, pero todo lo que Don Berna hizo para “ayudar” a las élites burocráticas favoreció también su posición. Él fue el principal beneficiario de la caída de Escobar y convirtió a Medellín en la capital de su imperio criminal, el cual extendió desde la costa Pacífica hasta el Caribe. Cuando las milicias de izquierda fueron expulsadas de Medellín, no fue el Estado quien ocupó el vacío de poder, sino Don Berna. Y la Comuna 13 se convirtió en uno de los bastiones de la Oficina de Envigado. En el campo, el territorio que perteneció al Bloque Metro se convirtió en el fortín rural de Don Berna.

En resumen, las élites burocráticas desempeñaron un rol en cada etapa de la trayectoria de Don Berna. No puede caber duda de que sin la ayuda de miembros influyentes de la élite burocrática, Don Berna no habría llegado a la cúspide del crimen organizado en Colombia. En todo el camino, Don Berna logró lo que Escobar no pudo, lo que El Patrón ni siquiera vio podría ser la clave del poder criminal, lo que Forrest Hylton describió como, “la unificación del crimen organizado con el sistema”.127

Muchos creen que el Cartel de Medellín murió con Escobar en 1993. No fue así. Se transformó bajo el comando de Don Berna, y evolucionó para convertirse en la mafia del crimen organizado más sofisticada de Colombia, quizás la más sofisticada de toda Latinoamérica. Don Berna, pensador racional y estratégico que eludió el estilo de vida de alto perfil de Escobar, pero que adoptó su brutalidad, aprendió una lección importante de la desafortunada y costosa guerra que emprendió Escobar contra el gobierno colombiano: la clave del éxito radicaba en la cooptación antes que en la confrontación del Estado. En esa medida, sus alianzas con las élites burocráticas fueron la clave de su ascenso y quizás el arma más potente de todo su arsenal.

En noviembre de 2004, me reuní con Don Berna en una de sus haciendas en el departamento de Córdoba. En ese tiempo, él era la figura más poderosa dentro de las AUC y su nombre despertaba escalofríos en Medellín. También recientemente había despachado a sus principales rivales, Carlos Castaño y Rodrigo Doble Cero.

La ironía era evidente: Don Berna y Castaño se habían enfrentado por la extradición, el mismo asunto que había causado la caída de su vengador, Pablo Escobar. Don Berna y sus seguidores narcotraficantes en las AUC estaban negociando para evitar la extradición; Castaño pensaba que ésta era inevitable. No solo trabajaba Castaño contra Don Berna en la mesa de negociaciones; corrían rumores de que estaba en conversaciones con la DEA, preparándose para entregarse a cambio de una sentencia más indulgente en Estados Unidos.128  Pero el 16 de abril de 2004, Castaño y sus guardaespaldas fueron asesinados por colaboradores de confianza, que actuaban bajo las órdenes de Don Berna y el hermano de Carlos, José Vicente.

“Don Berna [es] como la cabeza del narcotráfico, no solo dentro de las AUC, sino en el país”, dijo Rodrigo Doble Cero a la revista Semana justo después del homicidio de Castaño. “Carlos se había convertido en un obstáculo insalvable para que los narcotraficantes lograran la unidad y el poder absoluto dentro de las AUC, para radicalizar sus posiciones en las negociaciones con el gobierno. Carlos se oponía a que los temas principales de las negociaciones fueran la no extradición y la defensa de los intereses de los narcotraficantes”.129 

Por su parte, Rodrigo Doble Cero había huido de Colombia después del ataque frontal de Don Berna y del Ejército contra él y su Bloque Metro en 2003. Luego fue interrogado tanto por la CIA como por la DEA en Panamá. Sin embargo, desafiante y decidido a debilitar a Don Berna, había vuelto a Colombia en 2004.130  Pero no tuvo suficiente cuidado, y la amplia red de inteligencia de Don Berna lo rastreó siguiendo a una de sus novias desde Medellín a la ciudad costera de Santa Marta, donde se ocultaba. El exintegrante de los PEPES, fundador de las ACCU y las AUC, y excomandante del Bloque Metro fue asesinado en mayo de 2004, justo un mes después de que Don Berna hiciera matar a su amigo Carlos Castaño.

Don Berna no habló de estos homicidios durante la entrevista conmigo. En lugar de eso, el capo de la droga y regulador del crimen se presentó como un paramilitar puro, obligado por las atrocidades de la guerrilla, a defenderse y defender a las comunidades que confiaban en él, pues el Estado era impotente e incapaz de cumplir incluso su función básica de proteger a sus ciudadanos. Mientras hablaba, miraba por encima de su escritorio una fotografía de Carlos Castaño, hablando en términos afectuosos de su “viejo amigo”, y diciendo cómo tras la muerte de Castaño, él debía continuar su labor.131

A pesar de su pose heroica y de su fuerza en el hampa, la fachada de Don Berna comenzaba a derrumbarse. En 2003, la Procuraduría de Colombia reveló que el GAULA había coordinado interceptaciones telefónicas ilegales masivas (más de 1.800) entre diciembre de 1997 y febrero de 2001, mientras se encontraba bajo la vigilancia del aliado de Don Berna por tanto tiempo, el general Santoyo.132  Al momento de la acusación, Santoyo era el jefe de seguridad del presidente Uribe, y el caso fue desestimado por “falta de evidencia”. Pero apenas un mes después de su retiro de la Policía, en 2009, Santoyo fue acusado de narcotráfico en Estados Unidos y en 2012, fue sentenciado a 13 años en una cárcel de ese país.

En marzo de 2004, la antigua conexión de Don Berna con la Policía en el Bloque de Búsqueda, Danilo González, fue asesinado cuando salía de una reunión con su abogado en Bogotá.133  Se dice que González negociaba con el gobierno de Estados Unidos. Gallego fue obligado a renunciar de la Policía por sospechas, y Montoya también fue investigado, aunque no fueron a juicio.134

El mismo Don Berna había comenzado a afrontar el escrutinio. El 25 de noviembre de 2003, el Bloque Cacique Nutibara fue la primera unidad de las AUC que se desmovilizó como parte de sus negociaciones con el gobierno, con la entrega de más de 497 armas de 868 combatientes. Por primera vez, Don Berna apareció en público, durante un discurso grabado en la ceremonia de desmovilización. Ya no estaba en la sombra, sino que era una figura pública. Pocos, sin embargo, creyeron en la autenticidad del gesto. Un cable del gobierno estadounidense revelado por Wikileaks mostró que incluso el embajador de Estados Unidos cuestionó la legitimidad de su participación en el proceso de desmovilización y corrieron rumores de que Don Berna y sus secuaces en el narcotráfico podrían ser extraditados sin importar lo que negociaran con el gobierno.135

Dentro de las AUC, la desmovilización del BCN también se consideró una farsa.

“La del Cacique Nutibara fue una desmovilización ficticia; se recogieron uniformes y armas viejas para ese espectáculo que se montó en el Palacio de Exposiciones por parte de las oficinas delincuenciales de Medellín, lideradas por Diego Fernando Murillo”, dijo Freddy Rendón, alias “El Alemán”, exjefe del Bloque Elmer Cárdenas de las AUC.136

Lo que hizo de la desmovilización del BCN más una pantomima fue que aun cuando un bloque se desmovilizara, Don Berna estaba montando otros nuevos. En la zona rural, Don Berna conformó los dos nuevos bloques “Héroes de Granada” en la zona que alguna vez dominara el Bloque Metro y “Héroes de Tolová” en Córdoba, donde había comprado grandes extensiones de tierra y establecido rutas de narcotráfico hasta la costa Caribe. Héroes de Granada estaba compuesta por miembros desmovilizados “altamente combativos” del BCN, miembros del antiguo Bloque Metro y desertores de la guerrilla del ELN.137  Don Berna desmovilizó estos grupos paramilitares con la misma rapidez. Héroes de Tolová desmovilizó 465 miembros en junio de 2005 y Héroes de Granada, otros 2.033 combatientes en el antiguo bastión de Rodrigo Doble Cero en San Roque, Antioquia, en agosto de 2005. Hubo un gran número de los miembros de la Oficina de Envigado entre los desmovilizados en los grupos paramilitares de Don Berna, que lograron “limpiar” sus antecedentes penales.

Pero estos ejércitos no tenían otro fin que limpiar la imagen de Don Berna y presentarlo como un jefe paramilitar. Con Medellín consolidada, la Oficina de Envigado dirigía la ciudad, así que ya no era necesaria la fachada paramilitar. El proceso de paz con las AUC también se utilizó como una forma de limpiar los antecedentes penales de algunos de los miembros más destacados de la mafia de Medellín, que se habían unido a la organización a comienzos de la década del 2000 o habían adquirido “franquicias” paramilitares a las AUC. Human Rights Watch estimó que hasta el 75 por ciento de los desmovilizados con el Cacique Nutibara y Héroes de Granada no eran en realidad combatientes paramilitares.138

Pero Don Berna aún no estaba acabado. Increíblemente, aun cuando estaba desmovilizando su segundo grupo de unidades paramilitares, estaba montando estructuras criminales paralelas en lugar de las anteriores, continuando la expansión y consolidación de su imperio criminal. En Córdoba, departamento con presencia de varias facciones paramilitares distintas, Don Berna conformó “Los Traquetos” y “Los Paisas”, que debían garantizar el acceso a los cultivos de narcóticos en el departamento y controlar los corredores de droga hasta la costa Caribe.139

La fachada de Don Berna se quebró en mayo de 2005, cuando se expidió una orden de captura en su contra por el homicidio de Orlando Benítez Palencia, líder comunitario y político local en Córdoba que al parecer lo había desafiado. Don Berna inicialmente se ocultó, pero sus acciones amenazaban todo el proceso de paz con los paramilitares, y presionado por otros jefes de las AUC, se entregó.

Una vez en la cárcel, como lo había descubierto Pablo Escobar más de una década antes, fue claro para Don Berna que era muy difícil dirigir un imperio criminal desde allí. Pronto se desató una guerra interna entre diferentes facciones de la Oficina. En 2006, Gustavo Upegui, antiguo miembro del Cartel de Medellín y aliado de Don Berna tras la muerte de Escobar, fue asesinado. La muerte de Upegui hacía parte de un juego de poder de Daniel Alberto Mejía, alias “Danielito”, uno de los cabecillas claves de Don Berna en la Oficina de Envigado, y quien se había desmovilizado con una de sus unidades paramilitares.

Entretanto, Rogelio, el asociado de Don Berna por largo tiempo, que había desertado de la Fiscalía General en los años noventa, se posicionaba ahora en el primer lugar, y persuadió a Don Berna para que autorizara el asesinato de Danielito en noviembre de 2006. Con Danielito y Upegui fuera del camino, Rogelio era ahora el lugarteniente de Don Berna de mayor confianza que no estaba en la cárcel. Pero tampoco esto duró mucho. En 2008, Rogelio se entregó a las autoridades estadounidenses y, a cambio de información que implicara a sus antiguos aliados criminales, negoció una sentencia reducida en prisión.140

Don Berna debe haber entendido bien cómo se sintió Pablo Escobar en 1991 cuando podía ver desde su encierro en la Catedral cómo el poder se le escurría de entre las manos.

“Comienzo a darme cuenta de que somos como putas; de día nadie nos saluda, pero por la noche todos nos buscan”, dijo Don Berna al investigador Juan Carlos Garzón.141

Los reveses legales también llegaron. En junio de 2006, se modificó la Ley de Justicia y Paz de 2005, propuesta por el presidente Álvaro Uribe y aprobada por el Congreso como una vía para facilitar la desmovilización de las AUC: la Corte Constitucional estableció que si los jefes paramilitares no cooperaban plenamente en el esclarecimiento de la verdad sobre sus acciones criminales, y si no se hacía una restitución suficiente, serían juzgados según la ley penal regular y quedarían sujetos a la extradición. Así, cobró algunos dientes la que había sido una legislación de amnistía en extremo generosa para los paramilitares.

En agosto de 2006, se ordenó a los jefes de las AUC que se entregaran en una cárcel de mínima seguridad en el municipio de La Ceja, Antioquia. Luego en diciembre de 2006, en una movida sorpresa en medio de rumores de una fuga masiva de jefes paramilitares, los comandantes de las AUC fueron trasladados de la cárcel de mínima seguridad de La Ceja a la prisión de máxima seguridad de Itagüí, cerca de Medellín, donde Don Berna había estado recluido por más de un año.

Para entonces, los antiguos aliados de Don Berna en las élites burocráticas insistían en que mantuviera la boca cerrada sobre sus contactos. Sin embargo, si se demostraba que no decía la verdad o que no estaba cooperando plenamente con las autoridades, enfrentaba la extradición inmediata a Estados Unidos. Las élites burocráticas ya no buscaban a Don Berna, ni siquiera de noche. Sin ellos, y sin su libertad, la Oficina de Envigado se estaba desbaratando y con el abandono de las élites burocráticas, la carrera criminal de Don Berna llegaba a su fin.

Esta terminó oficialmente en mayo de 2008, cuando él y otros trece comandantes de las AUC fueron extraditados a Estados Unidos, después de que se acusara a los jefes paramilitares de mantener sus actividades criminales desde la cárcel. En abril de 2009, Don Berna fue condenado en un juzgado de Nueva York a 31 años en una cárcel federal de Estados Unidos. Prefirió declararse culpable antes que abandonar a sus asociados y colaboradores. Luego de su sentencia, dice Forest que las élites burocráticas y la clase dirigente de Medellín deberían estar “de verdad agradecidas” por la fidelidad de Don Berna a las reglas mafiosas de la “vieja escuela”.141  Sin embargo, su día puede estar aún por llegar. Don Berna todavía tiene que responder al sistema judicial colombiano si algún día sale vivo de su celda en una cárcel estadounidense. Está acusado de 34 delitos en Colombia, que incluyen homicidio, desaparición forzada, secuestro y concierto para delinquir.143

*Este artículo fue escrito con ayuda de la valiosa investigación de Claire McCleskey. Foto de portada por Carlos Villalón. Mapa por Jorge Mejía. Gráficas por Andrew J Higgens. 

Notas al pie

[1] Murillo Bejarano, Diego Fernando “Asi matamos al patrón: La cacería de Pablo Escobar,” Icono Editorial 2014, p. 126

[2] La versión oficial de los hechos fue que un policía tiró a  Escobar del techo mientras éste se tambaleaba.

[3] “¿Quién es ‘Berna’ o ‘Adolfo Paz’, Inspector General de las Autodefensas Unidas de Colombia?” El Tiempo, de septiembre 27, 2003.

[4] Sierra, Álvaro, “‘No pagaré un solo día de cárcel’ afirma ‘Berna,’” El Tiempo, Noviembre 30, 2003, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1035585 (accedido en junio 8, 2013).

[5] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 33.

[6] Rendon, Maria Teresa “Guerras Recicladas” Penguin Random House (2014) p. 206.

[7] Medina Franco, Giliberto, “Una Historia de las Milicias de Medellin”, IPC, Medellin, Colombia: Mayo, 2006, p. 75.

[8] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 32

[9] Mollison, James “The Memory of Pablo Escobar,” (2007), p. 205

[10] “Plata o plomo,” Plaza Publica, 29 de mayo 2011, disponible en: https://www.plazapublica.com.gt/content/plata-o-plomo

[11] La Silla Vacia, “¿El alcalde de Escobar?: la historia de Jorge Mesa,” 9 Marzo 2012, Disponible en: https://lasillavacia.com/elblogueo/narcorama/32010/el-alcalde-de-escobar-la-historia-de-jorge-mesa

[12] Entrevista de McDermott con Jorge Giraldo, decano de Humanidades de la Universidad EAFIT y analista del crimen organizado, 27 de junio de 2013

[13] “‘Berna,’ el fantasma de los grandes capos,” Vanguardia, 29 Mayo 2006, Disponible en: https://www.vanguardia.com/2005/5/29/pri1.htm

[14] Entrevista de McDermott con Carlos Castaño en el norte de Antioquia norte, 1 de agosto de 2001

[15] Entrevista telefónica de McDermott con Chris Feistl, agente de la DEA con amplia experiencia en Colombia, 18 de septiembre de 2013

[16] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 32

[17] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 142

[18] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 42

[19] Bowden, Mark “Killing Pablo”, New York: Penguin Books, 2001, p. 118

[20] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 142

[21] “De Cazador a Cazado,” Semana, 30 Noviembre 2003, disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/de-cazador-cazado/62281-3

[22] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 142

[23] Ibid.

[24] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 62.

[25] Ibid.

[26] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 147

[27] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 108.

[28] Reyes, Gerardo “Nuestro Hombre en la DEA,” Planeta (2007), p. 189.

[29] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 142

[30] El Pais, “Así ayudó ‘Berna’ a perseguir a Escobar,” 6 junio 2005, disponible en: https://historico.elpais.com.co/paisonline/notas/Junio062005/A206N1.html

[31] Entrevista de McDermott con Carlos Castaño en las montañas de Antioquia, 14 de enero de 2002

[32] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 79

[33] Bowden, Mark “Killing Pablo” (New York, 2001) p. 187

[34] Ibid.

[35] Ibid., p. 194

[36] El Pais, “Así ayudó ‘Berna’ a perseguir a Escobar,” 6 Junio 2005.

[37] Las élites “burocráticas”, administrativas” o “estatales” son aquellos individuos o grupos que obtienen poder e influencia mediante los puestos que tienen en las instituciones del gobierno. Mediante sus puestos en el gobierno, las fuerzas de seguridad o la jerarquía judicial, logran tener influencia en la sociedad civil, intervienen en el diseño de políticas y llevan a cabo operaciones que impactan directamente la vida cotidiana. Ha habido algunos pocos estudios sobre las élites burocráticas, como el de Gary Spencer, quien en 1973 analizó el Ejército estadounidense como una élite burocrática, enfocándose en la academia militar West Point. Su interés consistía en analizar las amenazas de dicha élite para la democracia. Esa élite controlaba recursos y poderes claves que, en caso de ser usados por medios privados en lugar del puro servicio estatal, pondría a la democracia en riesgo. En Latinoamérica abundan los ejemplos de esta dinámica, particularmente en los países del Cono Sur, como Argentina y Chile, donde las juntas militares se tomaron el poder en los años setenta y ochenta. Ver: Wilhelm Hofmeister, “Las élites en América Latina: un comentario desde la perspectiva de la cooperación para el desarrollo”, Análisis/Política y sociedad latinoamericana, mayo de 2008, disponible en: https://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=2793. Ver también: Gary Spencer, “Methodological Issues in the Study of Bureaucratic Elites: a Case Study of Westpoint,” Syracuse University, 1973

[38] Adams, David “Danilo’s War,” St Petersburg Times, 3 Enero 2005, Disponible en: https://www.sptimes.com/2005/01/03/Worldandnation/Danilo_s_war.shtml

[39]  Murillo Bejarano, Diego Fernando “Asi matamos al patrón: La cacería de Pablo Escobar,” Icono Editorial 2014, p. 188

[40] “El ‘Pepe’ mayor,” El Espectador, 13 de septiembre 2008, disponible en: https://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso-el-pepe-mayor.

[41] Morales, Natalia y La Rotta, Santiago “Los Pepes,” Planeta (2009), p. 90

[42] Semana, “De cazador a cazado,” 30 noviembre 2003, disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/de-cazador-cazado/62281-3

[43] El Pais, “Así ayudó ‘Berna’ a perseguir a Escobar,” 6 de junio 2005, disponible en: https://historico.elpais.com.co/paisonline/notas/Junio062005/A206N1.html

[44] Ibid.

[45] El Pais, “Así ayudó ‘Berna’ a perseguir a Escobar,” de junio 2005, disponible en: https://historico.elpais.com.co/paisonline/notas/Junio062005/A206N1.html

[46] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 151

[47] Entrevista de McDermott con Chris Feistl, agente de la DEA, 18 de septiembre de 2013

[48] Hylton, Forrest, “The Cold War That Didn’t End: Paramilitary Modernization in Medellin, Colombia,” In A Century of Revolution, edited by Greg Grandin, North Carolina: Duke Press, 2010, p. 355

[49] Bowden, Mark “Killing Pablo” (New York, 2001) p. 186

[50] Entrevista de McDermott con Carlos Mauricio García, alias “Rodrigo Doble Cero” en Cristales, San Roque, Antioquia, 25 de mayo de 2003

[51] Aranguren Molina, Mauricio “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p. 142.

[52] Espinal, Alonso, Manuel A, Jorge Giraldo Ramirez, y Diego Jorge Sierra, “Medellín: El complejo camino de la competencia armada” en Parapolítica: La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos politicos, Bogota: Corporacion Arco Iris, 2007, p. 121

[53] Ibid., p. 122

[54] Ibid., p. 123.

[55] Entrevista de McDermott con fuentes de la Fiscalía General de la Nación, Medellín, agosto de 2013

[56] Entrevista de McDermott con Jorge Giraldo, decano de Humanidades de la Universidad EAFIT y analista del crimen organizado, 27 de junio de 2013.

[57] Entrevista de McDermott con Juan Carlos Garzón, autor de “Mafia & Co: The Criminal Networks of Brazil, Colombia and Mexico,”13 de julio de 2013

[58] Ibid.

[59] Entrevista de McDermott con fuentes de la Fiscalía General de la Nación, Medellín, 27 de junio de 2013

[60] Hylton, Forrest, “The Cold War That Didn’t End: Paramilitary Modernization in Medellin, Colombia,” en A Century of Revolution, editado por Greg Grandin, (Carolina del Norte, 2010), p. 356

[61] Ibid.

[62] Ibid.

[63] W Radio, “Exfiscal acepta que se reunió clandestinamente con alias ‘Berna,” 11 septiembre 2007, disponible en: https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/ex-fiscal-acepta-que-se-reunio-clandestinamente-con-alias-don-berna/20070911/nota/478573.aspx

[64] El Espectador, “Dos ventiladores y un general,” 16 de junio 2012, disponible en: https://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-353537-dos-ventiladores-y-un-general

[65] Verdad Abierta, “Alias ‘Rogelio’, clave en parapolítica de Antioquia,” 3 de febrero 2011, Disponible en: https://www.verdadabierta.com/la-historia/2998-alias-rogelio-clave-en-parapolitica-de-antioquia

[66] El Espectador, “La infiltración ‘para’ en la Fiscalía de Medellín,” 28 de abril 2007, Disponible en: https://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=8972&idSeccion=22

[67] El Espectador, “Dos ventiladores y un general,” 16 de Junio 2012, disponible en: https://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-353537-dos-ventiladores-y-un-general

[68] El Tiempo, “Muerte de Santacruz fue una ejecución: familia,” 8 de Marzo 1996, Disponible en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-342165

[69] Entrevista de McDermott con Chris Feistl, agente de la DEA con amplia experiencia en Colombia, 18 de septiembre de 2013

[70] Semana, “Sabían demasiado,” 28 de Marzo 2004, Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/sabian-demasiado/64453-3

[71] Verdad Abierta, “Las aristas del caso Santoyo,” 21 agosto 2012, disponible en: https://www.verdadabierta.com/component/content/article/75-das-gate/4168-las-aristas-del-caso-santoyo/

[72] Ibid.

[73] Corte de Distrito de Estados Unidos para el Distrito del Este de Virginia, Caso 1:12-cr-00217-JCC, archivado el 20 de agosto de 2012. (Puede obtenerse una copia aquí: https://www.elpais.com.co/elpais/archivos/acuerdosantoyo.pdf)

[74] El Tiempo, “General (r.) Mauricio Santoyo se declaró culpable en corte de EE. UU.,” 20 de agosto 2012, Disponible en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12144489

[75] El Espectador, “General Santoyo hacía parte de la nómina de la Oficina de Envigado: ‘Gordo Lindo’,” 19 de julio 2013, disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/general-santoyo-parte-de-nomina-de-Oficina-de-envigado-articulo-361169

[76] El Tiempo, “¿Quién es ‘Berna’ o ‘Adolfo Paz’, Inspector General de las Autodefensas Unidas de Colombia?” 27 de septiembre 2003, disponible en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-3565744

[77] El Tiempo, “Noche de terror en Medellín deja un muerto y 53 heridos a causa de carro bomba,” 11 de enero 2001

[78] Reuters, “Gang Feud Seen Behind Deadly Colombian Car Bomb,” 19 Mayo 2001, disponible en: https://www.albawaba.com/news/gang-feud-seen-behind-deadly-colombian-car-bomb

[79] Carlos Alberto Giraldo, “¿SANTOYO ESTABA EN LA “NÓMINA”?” 6 Octubre 2013, disponible en: https://www.elcolombiano.com/santoyo_estaba_en_la_nomina-HYEC_263747

[80] El Tiempo, “Esta es la historia del primer general al que EE. UU. pide extraditar,” 16 Junio 2012, disponible en: https://www.eltiempo.com/justicia/santoyo-el-primer-general-que-enfrenta-la-extradicion_11953069-4

[81] El Tiempo, “‘Tuso Sierra’ denunció supuestos nexos entre general Santoyo y narcotraficantes,” 6 Julio 2012, disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-357613-tuso-sierra-denuncio-supuestos-nexos-entre-general-santoyo-y-nar

[82] Rendon, Maria Teresa “Guerras Recicladas” Penguin Random House (2014) p. 209

[83] “‘Berna,’ el fantasma de los grandes capos,” Vanguardia, 29 Mayo 2005, disponible en https://www.vanguardia.com/2005/5/29/pri1.htm

[84] Carta de Don Berna a los Magistrados de la Corte Suprema de Colombia, redactada desde una celda de una cárcel en Nueva York, Estados Unidos, con fecha del 17 de septiembre de 2009

[85] Verdad Abierta, “La desmovilización ficticia del Cacique Nutibara según ‘el Alemán’,” 7 de marzo 2011, Disponible en: https://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/versiones/371-el-aleman-freddy-rendon-herrera/3087-la-desmovilizacion-ficticia-del-cacique-nutibara-segun-el-aleman

[86] Entrevista de McDermott con Carlos García, alias “Rodrigo Doble Cero” en San Roque, Antioquia, 25 de mayo de 2003

[87] Civico, Aldo “Las guerras de Doblecero,” Intermedio Editoriales (2009) p77

[88] El Espectador, “‘Berna’ tendrá que responder por 450 crímenes,” 30 de enero 2014, disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/don-berna-tendra-responder-450-crimenes-articulo-471860

[89] Sentencia de Justicia y Paz a Edison Giraldo Panaigua, 30 de julio 2012, disponible en: https://www.fiscalia.gov.co/jyp/wp-content/uploads/2012/10/Sentencia-Edilson-Giraldo-Paniagua-2012.pdf

[90] Observatorio para los Derechos Humanos, “Dinámica reciente de la confrontación armada en el Urabá antioqueño,” publicado por el Gobierno de Colombia, disponible en https://www.derechoshumanos.gov.co/Observatorio/Publicaciones/documents/2010/Estu_Regionales/uraba.pdf

[91] Verdad Abierta, “Bloque Cacique Nutibara,” acceso: 30 de marzo, 2015 https://www.verdadabierta.com/la-historia/415-bloque-cacique-nutibara-

[92] Civico, Aldo “Las guerras de Doblecero,” Intermedio Editoriales (2009) p. 90

[93] Verdad Abierta, publicado en el perfil del “Bloque Cacique Nutibara,” accedido el 30 de marzo, 2015. https://www.verdadabierta.com/la-historia/415-bloque-cacique-nutibara-

[94] Civico, Aldo “Las guerras de Doblecero,” Intermedio Editoriales (2009), p. 117

[95] Ibid., p. 117

[96] Gutiérrez Sanin, Francisco y Jaramillo, Ana María “Crime, [counter]insurgency and the privatization of security – the case of Medellín,” Environment and Urbanization, Vol. 16 No 2 (Octubre, 2004): p. 5

[97] Espinal, Alonso, Manuel A, Jorge Giraldo Ramirez, y Diego Jorge Sierra, “Medellín: El complejo camino de la competencia armada” en Parapolítica: La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos politicos, Bogota: Corporacion Arco Iris, 2007, p. 122

[98] Ibid.

[99] Ibid., p. 118

[100] Ibid.

[101] Hylton, Forrest, “The Cold War That Didn’t End: Paramilitary Modernization in Medellin, Colombia,” en A Century of Revolution, editado por Greg Grandin, (Carolina del Norte, 2010), p. 353

[102] Verdad Abierta, “La operación que tiene enredado al general (r) Montoya,” 14 Diciembre 2011, disponible en: https://www.verdadabierta.com/component/content/article/75-das-gate/3757-la-operacion-que-tienen-enredado-al-general-r-montoya

[103] El Tiempo, “Paramilitares apoyaron a la fuerza pública en la operación Orión, dijo ‘Berna’ durante audiencia,” 23 Junio 2009, disponible en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5509827

[104] Semana, “General Montoya, llamado a versión libre por operación Orion,” 14 de diciembre 2011, disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/general-montoya-llamado-version-libre-operacion-orion/250813-3

[105] “El ventilador de ‘El Tuso Sierra’” El Espectador, 10 de octubre 2008, disponible en: https://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso-228523-el-ventilador-de-el-tuso-sierra (accedido en junio 7, 2013).

[106] Wikileaks, R031407Z, octubre de 2003, de la Embajada de Estados Unidos, Bogotá, disponible en https://nsarchive.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB243/20031003.pdf

[107] Este número fue dado inicialmente por Rodrigo Doblecero durante una entrevista en 2003, en Cristales, San Roque, Antioquia, el 23 de mayo de 2003. Fue confirmada más adelante por dos fuentes del mundo del hampa en la ciudad Medellín.

[108] “Operación Orión: 10 años de impunidad,” Verdad Abierta, 12 de octubre 2012, disponible en: https://verdadabierta.com/nunca-mas/40-masacres/index.php?option=com_content&id=4264 (accedido en junio 15, 2013).

[109] Richter, Paul y Miller, Greg “Colombia army chief linked to outlaw militias,” Los Angeles Times, 25 Marzo 2007, disponible en: https://articles.latimes.com/2007/mar/25/world/fg-colombia25 (accedido en junio 14, 2013).

[110] Verdad Abierta, “La tenebrosa máquina de guerra que dirigió ‘Berna’,” 22 de marzo de 2014, disponible en: https://www.verdadabierta.com/imputaciones/5289-la-tenebrosa-maquina-de-guerra-que-dirigio-don-berna

[111] El Colombiano, “Bloque Metro será disidente de las autodefensas unidas,” 10 de septiembre 2002.

[112] Entrevista de McDermott con Carlos Mauricio García, alias “Rodrigo Doble Cero”, en San Roque, Antioquia, 14 de agosto de 2003.

[113] Ibid.

[114] “¿Quién es ‘Berna’ o ‘Adolfo Paz’, Inspector General de las Autodefensas Unidas de Colombia?” El Tiempo, 27 de septiembre 2003.

[115] Sentencia de Edison Giraldo Paniagua por una corte de Justicia y Paz el 30 de julio de 2012, p 47, disponible en https://www.fiscalia.gov.co/jyp/wp-content/uploads/2012/10/Sentencia-Edilson-Giraldo-Paniagua-2012.pdf.

[116] Entrevista de McDermott con Luis Fernando Quijano, Director de la ONG Corpades de Medellín, exmiliciano y analista de seguridad de Medellín con gran trayectoria, 2 de julio de 2013.

[117] “‘Oficinas de cobro’: tenebrosos ‘chepitos’ del narcotráfico,” Terra Colombia, 24 de mayo 2011, disponible en: https://noticias.terra.com.co/nacional/Oficinas-de-cobro-tenebrosos-chepitos-del-narcotrafico,f9a60db6b0dbf210VgnVCM4000009bf154d0RCRD.html.

[118] Beith, Malcom “Good Times in Medellin,” 5 de julio 2004, disponible en: https://www.medellininfo.com/others/newsweek.html.

[119] Entrevista telefónica de McDermott con Chris Feistl, agente de la DEA, 18 de septiembre de 2013.

[120] “Rentas de las ‘vacunas’ ilegales: objeto de disputa en Medellín,” IPC, junio de 11, 2010, disponible en https://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php?option=com_content&view=article&id=406:rentas-de-las-vacunas-ilegales-objeto-de-disputa-en-medellin&catid=37:general&Itemid=150.

[121] Entrevista de McDermott con Jorge Giraldo, decano de la facultad de Humanidades de la Universidad EAFIT en Medellín y analista de crimen organizado, 27 de junio de 2013.

[122] Acusación del Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2004, interpuesta en la Corte de Distrito del Distrito Sur de Nueva York contra Diego Fernando Murillo Bejarano, alias “Don Berna”.

[123] Entrevista de McDermott con Luis Fernando Quijano, Director de la ONG Corpades de Medellín, exmiliciano y analista de seguridad de Medellín con gran trayectoria, 2 de julio de 2013.

[124] Mauricio Aranguren Molina, “Mi Confesión, Carlos Castaño revela sus secretos,” Editorial Oveja Negra (2001), p142.

[125] Entrevista telefónica de McDermott con Chris Feistl, agente de la DEA, 18 de septiembre de 2013.

[126] Durante la investigación de campo para este artículo, se investigó a docenas de agentes de la Policía Nacional y el Ejército Colombiano. Quienes se nombran en este estudio son solo algunos de los miembros de la élite burocrática que trabajaron con Don Berna. Por motivos legales, el presente estudio se centra únicamente en quienes desempeñaron un rol importante y contra quienes hay evidencia contundente. Uno de los agentes mencionados en el estudio está muerto, otro está en una cárcel de Estados Unidos. Los generales Leonardo Gallego y Mario Montoya siguen en libertad  y —aunque investigados— no han sido acusados y puede que nunca lo sean, aunque la evidencia en su contra parece arrolladora.

[127] Hylton, Forrest, “The Cold War That Didn’t End: Paramilitary Modernization in Medellin, Colombia,” en A Century of Revolution, editado pot Greg Grandin, (Carolina del Norte, 2010), p. 357.

[128] Verdad Abierta, “‘El Gaula y Berna cercaron a Vicente Castaño’: Don Mario,” 13 de mayo 2010, Disponible en: https://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/versiones/526-bloque-centauros/5326-el-gaula-y-don-berna-cercaron-a-vicente-castano-don-mario.

[129] Semana, “Castaño está muerto,” 2 de mayo de 2005, Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/castano-esta-muerto/65202-3.

[130] Carlos Mauricio García, alias “Rodrigo Doblecero” se contactó con McDermott de nuevo en febrero de 2004.

[131] Entrevista de McDermott con Don Berna en Ralito, Córdoba, 10 de noviembre de 2004.

[132] El Tiempo, “El expediente del general (r.) al que vinculan con narcos y Auc, ” 12 de junio 2012, disponible en: https://www.eltiempo.com/justicia/este-es-el-expediente-del-general-r-mauricio-santoyo-en-ee-uu_11950954-4.

[133] El tiempo, “El expendiente del general (r) al que vinculan con narcos y AUC,” 12 de junio de 2012, disponible en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1499392.

[134] La carrera de Gallego en la Policía terminó con su periodo en Medellín. Salió desacreditado, acusado de manejos irregulares del presupuesto, lo que fue una excusa para destituirlo sin tener que abrir la caja de Pandora de la corrupción generalizada en la institución, vea El Tiempo, “Paramilitares apoyaron a la fuerza pública en la operación Orión, dijo ‘Berna’ durante audiencia”, 23 de junio de 2009, disponible en https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5509827, donde negó vehementemente haber trabajado con Don Berna o con alguno de sus subalternos, algo que repitió el general Montoya, quien pasó a ser general del Ejército Colombiano hasta noviembre de 2008 cuando fue obligado a renunciar por lo que se conoció como los escándalos de los “falsos positivos”, donde cientos, quizás miles de civiles fueron asesinados por las fuerzas de seguridad, y vestidos con uniformes de la guerrilla para presentarlos como bajas de combates. Fue tanta la presión del presidente Uribe para ver resultados, que varias unidades del Ejército los fabricaron. La Fiscalía General, en respuesta a indagaciones por el Estado de las investigaciones sobre el general Montoya dijo que los casos se encuentran aún en la etapa de “investigaciones preliminares”. Lo mismo sucedió con la única investigación  al general Gallego, caso número 13357. Otra fuente en la Fiscalía declaró en forma confidencial que las investigaciones estaban en un punto muerto, pues nadie quería adelantarlas.

[135] Cable de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, “Peace commissioner reports on discussions with AUC,” WikiLeaks, 26 de ctubre 2005, disponible en: https://wikileaks.org/cable/2005/10/05BOGOTA10060.html.

[136] Verdad Abierta, “La desmovilización ficticia del Cacique Nutibara según ‘el Alemán’,” 7 de marzo de 2011, disponible en: https://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/versiones/371-el-aleman-freddy-rendon-herrera/3087-la-desmovilizacion-ficticia-del-cacique-nutibara-segun-el-aleman.

[137] “Sentencia de Edison Giraldo Paniagua”, interpuesta por un tribunal de Justicia y Paz, disponible en https://www.fiscalia.gov.co/jyp/wp-content/uploads/2012/10/Sentencia-Edilson-Giraldo-Paniagua-2012.pdf, p. 49.

[138] “Los Herederos de los paramilitares”, Human Rights Watch, febrero 2010, p. 19.

[139] Verdad Abierta, “‘Berna’: de Inspector de las AUC a jefe de banda criminal,” 9 Septiembre 2014, disponible en: https://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/juicios/601-bloque-heroes-de-tolova/5433-don-berna-de-inspector-de-las-auc-a-jefe-de-banda-criminal.

[140] El Tiempo, “Un capo muerto tiene en jaque al general (r.) Mauricio Santoyo,” 14 de julio 2012, disponible en: https://www.eltiempo.com/justicia/un-capo-muerto-tiene-en-jaque-al-general-r-mauricio-santoyo_12031290-4.

[141] Entrevista de McDermott con Juan Carlos Garzón, 15 de julio, 2013. Garzón es experto en crimen organizado en Colombia, y se reunió con Don Berna en varias ocasiones, como parte de la misión de la OEA que acompañó el proceso de paz con los paramilitares.

[142] Hylton, Forrest, “The Cold War That Didn’t End: Paramilitary Modernization in Medellin, Colombia,” en A Century of Revolution, editado por Greg Grandin, (Carolina del Norte, 2010) p. 358.

[143] “Otros cargos para ‘Berna’ por crímenes de ‘La Terraza’.” El Espectador. 4 de septiembre 2012, Disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-372564-otros-cargos-don-berna-crimenes-de-terraza.

El trabajo presentado en esta investigación es el resultado de un proyecto financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus iniciales en inglés). Su contenido no es necesariamente un reflejo de las posiciones del IDRC. Las ideas, pensamientos y opiniones contenidas en este documento son las del autor o autores.

Jeremy McDermott is co-founder and co-director of InSight Crime. McDermott has more than two decades of experience reporting from around Latin America. He is a former British Army officer, who saw active...