En algunos sectores de Ciudad de Guatemala, abrir un pequeño negocio o un puesto de ventas informal puede significar una condena a muerte. Cada semana, tenderos y dueños de negocios pagan las extorsiones con sus vidas.

Las pandillas callejeras Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, así como extorsionistas independientes que se hacen pasar por pandilleros, están sacando su tajada de este grupo de víctimas.

El mercado de la limpieza

Al menos 550 camiones de basura recorren Ciudad de Guatemala, recolectando la basura de los hogares y negocios tres veces a la semana y haciendo sus cobros una vez al mes. Cada uno de estos camiones amarillos lleva pintado a ambos lados un número en color negro que identifica al vehículo y al propietario inscritos en el registro municipal. Las autoridades municipales han autorizado a unos 300 propietarios de camiones para llevar a cabo la recolección de basura y cobrar por ello.

*Este artículo hace parte de una investigación sobre varios tipos de extorsión en Centroamérica, realizada por InSight Crime en conjunto con The Global Initiative. Vea la serie completa aquí.

Estos empresarios están agrupados en una asociación encabezada por una junta directiva. En octubre de 2017, todos los miembros de la asociación fueron convocados a una reunión general en la que se les dijo que uno de los conductores había recibido un teléfono, con la orden de que se lo entregara a los directores. Una vez que se estableció el canal de comunicación, los extorsionistas llamaron y exigieron 100 quetzales ($13,5) semanales por cada camión en circulación, advirtiendo que quien se negara a pagar moriría. Desde entonces la tarifa de la extorsión se ha duplicado, supuestamente porque un segundo grupo ha comenzado a extorsionar a la asociación, según explicó un propietario de camión que habló bajo condición de anonimato.

“Decidieron que era mejor pagar porque ellos [los pandilleros] empezaron a dispararles a los camiones y mataron al hijo de uno de nuestros colegas”, dijo el dueño del camión. “Es aterrador”.

El mismo propietario había logrado escapar de tres intentos de extorsión desde 2014, gracias a que denunció el crimen ante la Unidad Antipandillas de la Policía Nacional Civil (DIPANDA), que se especializa en casos de extorsión. Pero esta vez fue diferente.

“Nos pasó tres veces […] pero ahora están extorsionando a todos los dueños de camiones y tenemos que pagar”, agregó el hombre, quien dijo además que muchos sospechan que uno de los miembros de la junta directiva hace parte del esquema de extorsión. En su opinión, estas sospechas se deben a que el dinero de las extorsiones se recoge metódicamente en el mismo orden del registro municipal que identifica a cada camión recolector y a su propietario. En total, esta actividad extorsiva produce casi $60.000 al mes.

Cada camión que paga extorsión debe tener un punto negro de cierto tamaño junto al número de registro que aparece a los costados. Así es como las pandillas saben quién paga y quién no.

Los mercados, las verdaderas minas de oro

San Martín de Porres, en la Zona 6, ubicada al norte, es uno de los mercados más grandes de Ciudad de Guatemala, donde se vende una gran variedad de productos, desde verduras, frutas, carnes rojas, pollo, ropa, zapatos, teléfonos, productos de mantenimiento, hasta repuestos y ropa de segunda mano. Los puestos son tan numerosos que se salen de la zona asignada e inundan los alrededores. En algunas calles se apilan hasta tres filas de casetas que forman galerías de madera por las cuales solamente se puede pasar a pie.

El municipio le cobra a cada puesto de ventas entre 150 y 3.000 quetzales (entre $20 y 400) al mes.

Pero, según la policía, en el mercado también opera una clica de la MS13. El grupo planeó su esquema de extorsión contando el número de espacios demarcados con líneas amarillas en el suelo —que indican dónde se pueden ubicar los puestos de ventas—, luego de lo cual comenzó a repartir teléfonos móviles. Los pandilleros fijaron tarifas de extorsión que van desde 100 hasta 300 quetzales (entre $13 y 40), dependiendo del tamaño del negocio, según sus propios cálculos.

Un vendedor del mercado de San Martín de Porres le contó a InSight Crime cómo comenzó todo tres años atrás, cuando los pandilleros empezaron a repartir notas mediante las cuales le pedían 100 quetzales a cada tienda. Al principio los vendedores se negaron a pagar, pero muy pronto cambiaron de opinión cuando se supo del asesinato público de varias personas por parte de las pandillas. Desde entonces, todos hacen los pagos.

El dinero de las extorsiones es recogido por los mismos vendedores, cada uno de los cuales es identificado con el número asignado por el mercado y el tipo de tienda que posee. El dinero en efectivo es depositado en una bolsa, y a uno de los comerciantes se le ordena, por teléfono, que lo entregue a los miembros de la pandilla. Estos nunca muestran sus caras, pero las víctimas que se han acercado a ellos creen que tienen entre 15 y 20 años de edad. Las pandilleras son las encargadas de entregar los teléfonos y supervisar a las víctimas.

“Una vez la policía vino y nos preguntó a todos si estábamos pagando las extorsiones, pero no queríamos decir que sí delante de todos […] Si denunciar sirviera para algo, yo mismo lo habría hecho, pero la policía viene aquí y no hace nada”, sostiene un vendedor.

Los extorsionistas duplican las tarifas tres veces al año mediante “bonos” a los que denominan “los peces” en abril, durante la Semana Santa, “bono 14” en julio y “bono navideño” en diciembre.

Dadas las constantes presiones y el temor ante las pandillas, muchos comerciantes se han visto obligados a cerrar sus tiendas. En los espacios abandonados se pueden abrir nuevos negocios, pero con la condición de que el nuevo dueño le pague la cuota mensual a la pandilla, así como una altísima cuota inicial, que oscila entre 50.000 y 75.000 quetzales (unos $6.750 o 10.100).

Las víctimas sienten demasiado temor de hablar o de denunciar estas actividades. La MS13 les ha ordenado a todos los vendedores que pongan una banderita de Guatemala en algún lugar de su establecimiento o en medio de sus productos si están al día con los pagos de extorsión. Y las represalias no se dejan esperar para aquellos que no lo están.