Las compañías de autobuses de Bolivia están dejando de transportar pasajeros para llevar cargas mucho más rentables: artículos de contrabando.

El año pasado, en Bolivia fueron detenidos más de mil autobuses que transportaban mercancías de contrabando, según una reciente investigación del periódico boliviano La Razón.

La red de contrabando al parecer está muy extendida, pues hay más de 20 compañías de autobuses involucradas, según dijo al periódico el viceministro de Lucha Contra el Contrabando, brigadier general Daniel Vargas. Sin embargo, las sanciones son mínimas y las empresas que son sorprendidas cometiendo la infracción por primera vez solo deben pagar una multa de US$70.

El contrabando es un viejo problema en Bolivia, pero parece estar aumentando. En 2022, las aduanas confiscaron una cantidad récord de 737 millones de bolivianos (más de US$105 millones) en artículos de contrabando, superando el récord alcanzado el año anterior y más del doble de lo confiscado en 2020.

A continuación, InSight Crime analiza la expansión del contrabando en Bolivia y las razones por las que tantas personas están recurriendo a esta actividad ilícita.

El ‘contrabando hormiga’

El “contrabando hormiga”, mediante el cual se realiza el contrabando a pequeña escala por parte de individuos, ha venido aumentando desde hace ya bastante tiempo, según dijo Vargas a InSight Crime.

Pero el descubrimiento del contrabando a gran escala en autobuses indica que el problema va más allá de los casos aislados e involucra operaciones organizadas en las que participan contrabandistas, funcionarios corruptos y las propias empresas de transporte.

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El informe de La Razón señala que las compañías de autobuses involucradas en el contrabando ya operaban de manera sistemática: se descubrió que algunos autobuses “de pasajeros” no llevaban a ninguna persona, y en su lugar eran utilizados exclusivamente para transportar mercancías. Los vendedores de pasajes y los conductores ya cobran según los bienes que se transporten, y a los autobuses se les ponen compartimentos secretos.

Los dueños de las compañías son muy conscientes de lo que está sucediendo, afirma Vargas.

“Casi ya no les interesa la cantidad de pasajeros y en algunos casos las personas que se dedican al contrabando ya contratan la totalidad del bus en sí para meter mercancía de contrabando en el interior del bus”, apunta el viceministro.

La corrupción, un aspecto clave

La corrupción al interior de las autoridades y en diferentes rangos es vital para que el contrabando continúe, anota el periódico.

La Razón informó que, entre enero de 2021 y noviembre de 2022, se había abierto investigaciones contra 163 militares por presuntamente ayudar a los contrabandistas. Diez militares fueron arrestados y otros cinco fueron destituidos tras ser declarados culpables de cobrarles sobornos a los contrabandistas, apropiarse de bienes confiscados y robarles mercancías directamente a los contrabandistas.

Vargas insiste en que el gobierno está decidido a erradicar la corrupción. “En el favorecimiento al contrabando se está aplicando al máximo las normativas en actual vigencia”, apunta.

Iván Paredes Tamayo, periodista especializado en temas relacionados con las economías ilegales en Bolivia, señala que la mayor parte de la corrupción queda impune.

“Es como el narcotráfico. En la lucha contra el contrabando también existen funcionarios corruptos y muy pocos enfrentan la justicia. Existen policías y militares que son parte de estas mafias y no tienen castigo”, afirma el periodista.

Una práctica aceptada

La Razón descubrió que la ruta más popular para el contrabando partía desde Yacuiba, una ciudad del sur, en la frontera con Argentina, y llegaba hasta la ciudad de Santa Cruz, a unos 500 kilómetros al norte.

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Los bienes de contrabando ingresan a Bolivia a través de todas sus fronteras. Por el oeste, los contrabandistas llevan vehículos robados desde Chile; por su parte, el lago Titicaca, una frontera natural entre Bolivia y Perú, es un foco de contrabando: por sus aguas se trafica cocaína, combustible, mercurio y animales.

Los autobuses, por su parte, transportan artículos básicos utilizados por casi todos los bolivianos: productos alimenticios argentinos, productos de limpieza, lubricantes para vehículos, cervezas, alimentos para mascotas, productos enlatados, jugos, bebidas energéticas y galletas son algunas de las mercancías que más se contrabandean.

Una creciente necesidad

El creciente número de autobuses que participan en el contrabando refleja la expansión general del contrabando en Bolivia. Según Vargas, las consecuencias económicas de la pandemia por la COVID-19, así como la devaluación del peso argentino (que afecta el comercio en ciertas ciudades bolivianas) han empujado a un mayor número de personas a dedicarse al contrabando.

“El contrabando se ha generado a través de la incorporación de esta gente que ha perdido sus empleos, ha perdido ya sus fuentes laborales”, señala Vargas, y agrega que esta economía ilícita ya ha involucrado a personas que, debido a sus necesidades económicas, se han visto en la obligación de buscar medios de subsistencia alternativos.

El contrabando aumentó durante la pandemia y no ha disminuido después de superada la crisis, afirma Paredes.

Varios de los gobiernos más recientes del país han intentado combatir el contrabando y las economías ilícitas concomitantes. Algunas de las medidas que se han tomado incluyen el aumento de los puestos de control y el despliegue de drones en las regiones fronterizas.

Sin embargo, Paredes cree que se requiere una mayor acción. “Las autoridades hacen lo que pueden”, afirma. “Hay resultados, pero no son suficientes para erradicar el contrabando. Lo que se necesita son herramientas para combatir este delito: más vehículos todo terreno, GPS, drones y personal capacitado para combatir el contrabando”.