La captura de más miembros del Tren de Aragua está poniendo a prueba la capacidad de los sistemas carcelarios de Perú y Chile para contener y neutralizar a una banda que ha prosperado en las cárceles de la región.

La Policía Nacional del Perú (PNP), junto con la Fiscalía, capturó el 10 de noviembre a 30 miembros de “Los Gallegos del Tren de Aragua”, un ala de la banda venezolana que hace presencia en territorio peruano, según un comunicado del Ministerio del Interior de Perú. El Tren de Aragua es la pandilla más grande de Venezuela que se ha extendido rápidamente por gran parte de América del Sur, participando en el tráfico de migrantes, explotación sexual y la extorsión.

El procedimiento se realizó en una casa ubicada en el distrito de Surco, y fue capturado junto con su pareja el cabecilla de Los Gallegos, José Ángel Ortega Padrón, alias “Armando”. El operativo se extendió a otras localidades de Lima, capital de Perú, y en el lugar también fueron halladas armas de guerra como rifles de asalto, pistolas y granadas.

Según declaraciones policiales recogidas por El Comercio, la pandilla controlaba la prostitución en ocho distritos de Lima, explotando a mujeres migrantes de Venezuela, Ecuador y Colombia. También estaban relacionados con homicidios y extorsión.

El general de la PNP y jefe de la Dirección contra la Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes, Ulises Guillén, dijo a la prensa que el delincuente rendía cuentas de las ganancias ilícitas obtenidas en Perú y entregaba un porcentaje al máximo cabecilla de El Tren de Aragua Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias, “Niño Guerrero”.

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En marzo y junio de este año, la Policía de Investigación de Chile capturó a 14 miembros de Los Gallegos en ese país, vinculados con el tráfico de migrantes, secuestro, extorsión, homicidio y narcotráfico.

Análisis de InSight Crime

La detención de un gran número de pandilleros del Tren de Aragua representa un verdadero desafío para los sistemas carcelarios de Chile y Perú. Los Gallegos son parte de una de las pandillas más sofisticadas de América Latina, que ha prosperado reclutando miembros y controlando las economías criminales desde las prisiones.

El líder del grupo, Niño Guerrero, es el jefe carcelario más temido de Venezuela donde ha convertido la prisión de Tocorón en una base desde la que dirige un imperio criminal transnacional.

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Si bien Perú tiene más experiencia en encarcelar a miembros de los principales grupos delictivos, incluidos miembros de Sendero Luminoso, su sistema penitenciario se encuentra en una situación difícil. Según un informe de 2022 del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), las cárceles del país se encuentran al doble de su capacidad.

El país también ha visto fugas repetidas en los últimos años, más recientemente en septiembre, cuando varios prisioneros escaparon de la prisión de San Ramón en el sur de Perú.

Además, los pandilleros del Tren de Aragua ya han puesto a prueba a las autoridades penitenciarias de Chile.

En agosto, un miembro de los Gallegos fue sorprendido planeando una fuga de la prisión norteña de Arica.

A principios de noviembre, nueve miembros del Tren de Aragua fueron trasladados de nuevo a prisiones en las ciudades chilenas de Santiago, Concepción y Rancagua. Anteriormente habían sido trasladados a una instalación más pequeña en la ciudad central de Valdivia, pero las autoridades exigieron su traslado. Sin embargo, los expertos entrevistados por el periódico chileno Bio Bio Chile advirtieron que las cárceles más pequeñas no estaban acostumbradas a tratar con reclusos tan peligrosos.

En entrevista con InSight Crime en agosto de este 2022, el fiscal regional de Tarapacá, Raúl Arancibia Cerda, aseguró que el reto que deben enfrentar en Chile con la captura de miembros del Tren de Aragua es el carcelario.

“Ellos son estructuras que están acostumbradas a trabajar desde la cárcel. Nuestro sistema carcelario creo que no está preparado todavía”, explicó Arancibia a InSight Crime y agregó que las cárceles chilenas no han tenido que enfrentar grandes disturbios carcelarios ni han tenido que gestionar los traslados y separaciones de determinados pandilleros.