El tráfico ilegal de animales en Cuba rara vez ocupa titulares, pero la aprobación de una nueva ley de tráfico de vida silvestre muestra que el gobierno intenta atacar frontalmente el problema.

Aunque el gobierno cubano no acostumbra dar parte del tráfico de vida silvestre en la isla, en abril se aprobó una ley que busca poner freno a esa industria, brindando protección a «mamíferos, aves, abejas, reptiles, peces, moluscos, crustáceos y anfibios». Las consecuencias siguen siendo más bien irrisorias, en comparación con otros lugares de la región, pues las personas o firmas que incurran en tráfico de vida silvestre enfrentarán multas hasta de 1.500 y 4.000 pesos cubanos (US$63 y US$167), respectivamente.

Pero puede que esto no sea suficiente. A comienzos de junio, el jefe de seguridad y regulación ambiental, Jorge Álvarez Álvarez, declaró en una entrevista en televisión que las multas no eran lo bastante fuertes.

A pesar del aumento de las multas, las especies protegidas “se están comercializando, lo mismo mediante redes sociales que en espacios físicos”, y agregó que “los que se involucran en esto y los que compran [los animales] no tienen idea del daño que le están causando al medio ambiente», dijo, y sugirió que el gobierno podría elevar las multas.

Al parecer la mayoría de la fauna silvestre que se trafica en la isla la constituyen aves y caracoles. Los semilleros canoros cubanos, aves con un remolino de color amarillo brillante alrededor de la nuca y el manto, se han hallado en múltiples ocasiones en Estados Unidos, donde cada ejemplar puede venderse entre US$200 y US$300 en el mercado negro. Al igual que los semilleros canoros, las guacamayas amazónicas son endémicas en Cuba. Sus brillantes pechos rojos las hacen muy codiciadas, por lo que pueden venderse en unos US$600 cada una.

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Los caracoles polimita son una de las especies más amenazadas de la isla. Gracias a sus caparazones coloridos y brillantes con patrones intrincados, estos raros caracoles pueden valorarse hasta en US$70 por caparazón. Para satisfacer la demanda internacional, los traficantes de vida silvestre han estado cosechándolos, lo que puso al caracol polimita en la lista de especies en peligro en 2016.

En 2017, la Convención sobre el Tráfico Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Flora and Fauna, Cites) prohibió la venta de caracoles polimita. En una inusual admisión, el gobierno cubano destacó la magnitud del tráfico de caracoles, con la confiscación de 23.000 ejemplares antes de su envío a Estados Unidos entre 2012 y 2016.

Análisis de InSight Crime

Es raro que Cuba divulgue estadísticas de delitos, pero a la vez goza de índices de crimen organizado muy inferiores a los de la mayoría de sus vecinos del Caribe. Sin embargo, la nueva ley muestra que el tráfico de vida silvestre ha alcanzado la magnitud suficiente para ameritar una respuesta.

Aun así, lo exiguo de las multas, como lo comentó Álvarez Álvarez, no es el único problema de la nueva ley. Activistas por los derechos de los animales en Cuba han reclamado que la ley no hace nada por detener las peleas de gallos o de perros, que siguen siendo pasatiempos populares en la isla.

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La ley también se aprobó porque gran parte de Latinoamérica y el Caribe han experimentado un incremento del tráfico de vida silvestre. Cuba se vio muy afectada por el COVID-19, que golpeó a la isla en medio de una crisis económica que ya era aguda. Aunque el gobierno cubano no lo confirmó, es posible que muchos cubanos recurrieran al tráfico de vida silvestre para sobrevivir, como lo hicieron muchos en la región, lo que disparó la industria ilícita y motivó las acciones legales.

Las confiscaciones hechas por otros países también demuestran que hay motivos de preocupación. Debido a su proximidad con la isla, la ciudad de Miami es donde se hacen la mayoría de los arrestos. La ciudad ha creado incluso una unidad encubierta de delitos ambientales que con frecuencia tiene que vérselas con traficantes de Cuba.