El problema de Chile para contener los ruidosos funerales de presuntos pandilleros plantea interrogantes sobre por qué esta práctica se ha vuelto común en un país que, tradicionalmente, no ha vivido los excesos funerarios de narcotraficantes en otros países de la región.

El 17 de agosto, en la ciudad de Maipú, cerca de Santiago, fueron detenidas 10 personas durante el funeral de un hombre, que presuntamente pertenecía a una banda conocida como Los Lobos y resultó muerto por un ajuste de cuentas entre bandas, según informó BioBioChile, citando fuentes de los Carabineros. La policía informó que los asistentes dispararon armas automáticas y detonaron fuegos artificiales.

Ese no es el primer episodio de ese tipo en los últimos meses, asociado a lo que se ha conocido como “narcofunerales”, pero a los que las autoridades llaman “funerales de alto riesgo”. El 16 de agosto, un incendio supuestamente iniciado por fuegos artificiales en un “narcofuneral” en Santiago se propagó a una vivienda cercana, y dejó a un menor de edad en condición crítica.

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Y en el mes de julio, fueron aprehendidas 57 personas en el funeral de un hombre que murió acribillado en el barrio Lo Prado de la ciudad de Santiago, según el portal de noticias chileno T13. El portal añadió que en promedio se celebran 21 “narcofunerales” al mes en Chile, en los cuales se congregan grandes grupos de personas pese al confinamiento por el coronavirus.

Aunque esas ceremonias no han causado pérdidas de vidas o daños importantes, las autoridades han intentado frenarlos. En 2019, la Subsecretaría de Prevención del Delito (SPD) dictó varias medidas específicamente para reprimir esas manifestaciones, incluyendo una fuerza de tarea exclusiva. Y el presidente Sebastián Piñera propuso una ley para aumentar las penas a quienes disparen armas o detonen fuegos artificiales en público.

Estos funerales se presentan en un momento difícil para Chile. Los crímenes violentos han presentado un aumento pronunciado durante la pandemia, y una encuesta realizada en el mes de junio arrojó que el narcotráfico se ha convertido en la principal preocupación sobre seguridad para la mayoría de los chilenos.

Análisis de InSight Crime

Es posible que estos funerales de jóvenes pandilleros en Chile no exhiban las multitudes, escoltas policialessuntuosas tumbas que se observan en los sepelios de narcotraficantes fallecidos en México. Lo que no los hace menos perturbadores.

“Estos narcofunerales son una evidencia real de la pérdida de control de los espacios públicos. También se han asociado a una ola de ataques contra estaciones de policía, que pueden ser una respuesta de las bandas narcotraficantes contra las medidas de fuerza (ante los funerales)”, señaló Juan Pablo Toro, director del centro de pensamiento chileno AthenaLab, en intercambio con InSight Crime.

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Y aunque la baja tasa de homicidios en Chile aún lo califica como uno de los países más seguros de Latinoamérica, estas muestras de desacato a la autoridad se presentan en algunos de sus sectores más violentos. En Lo Prado, en Santiago, donde se han presentado varios de estos funerales, los homicidios aumentaron 22 por ciento en el primer semestre de 2020, según fuentes de la policía citadas por La Tercera.

Según Lucía Dammert, experta en seguridad pública de la Universidad de Santiago, la respuesta de la policía pasa por enviar destacamentos a hacer presencia durante las ceremonias fúnebres de jóvenes muertos por la violencia entre bandas. “Pero esos mismos homicidios están presentándose en sectores en los que la presencia estatal es mínima. Es un círculo vicioso”, añadió.