Las autoridades en Honduras han destruido más de 40 hectáreas de sembrados de coca este año, una muestra de que los grupos criminales insisten en usar el país como terreno de pruebas para la producción de cocaína.

El último decomiso de cultivos se presentó el 14 de octubre, cuando la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico (DLCN) ubicó y destruyó 1,2 hectáreas plantadas con 4.000 arbustos de coca en Iriona, municipio sobre la costa Caribe en el departamento de Colón, según un comunicado de prensa.

Una semana antes, la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA) hizo una redada en dos plantaciones de coca diferentes que tenían campamentos para el procesamiento de cocaína, según otra declaración oficial.

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Los decomisos se suman a un creciente número de operativos a plantaciones de coca en lo corrido del año. Entre enero y noviembre de 2020, las autoridades hondureñas desmantelaron 15 campamentos para el procesamiento de cocaína y destruyeron cerca de 346.500 plantas de coca esparcidas en 41 hectáreas en los departamentos de Yoro, Olancho y Colón. La DNPA reportó el hallazgo de 10 laboratorios y 331.500 plantas de coca, mientras que la DLCN ha registrado 5 laboratorios y al menos 15.000 arbustos.

Una fuente de inteligencia anónima que habló con El Heraldo sobre las incautaciones sostuvo que grupos criminales mexicanos podrían estar implicado en el patrocinio de la producción de cocaína en Honduras mediante el envío de dinero y personal para establecer los sembrados de coca y los campamentos de procesamiento del narcótico. El mismo medio señaló que también se cree que algunos colombianos han viajado a Honduras para transmitir el conocimiento técnico para el procesamiento de cocaína.

Análisis de InSight Crime

Luego de años de experimentación de bajo nivel, el cultivo de coca en Honduras parece estar en expansión, lo que podría reducir costos y acortar las cadenas de suministro a los grupos criminales.

El cultivo de coca en Honduras se inició hacia 2014, cuando las autoridades empezaron a hallar plantaciones del alcaloide en los departamentos de Lempira, Yoro, Olancho y Colón. Las plantaciones de marihuana habían estado muy extendidas por largo tiempo en la región, pero la repentina aparición de coca hizo que las autoridades analizaran la posibilidad de que hubiera grupos criminales externos involucrados, como carteles de Guatemala, Colombia y México.

Aunque no existe evidencia real de presencia del Cartel de Jalisco, hay sospechas de vieja data que señalan que el Cartel de Sinaloa ha tenido alianzas con traficantes hondureños. El énfasis de las autoridades del país en señalar a carteles de fuera puede ayudar a desviar la atención de la participación de grupos criminales locales e incluso de funcionarios públicos.

Honduras ha sido por largo tiempo un punto de tránsito para la cocaína que se trafica por vía aérea y marítima a lo largo de sus regiones remotas costeras, selváticas y montañosas. Los mismos grupos “transportistas” que reciben, almacenan y transportan narcóticos con destino a Estados Unidos también pueden estar experimentando con cultivos de coca y producción de cocaína.

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Sin duda fueron “Los Cachiros“, un grupo narcotraficante local, el que controlaba el territorio en que se hallaron los primeros laboratorios de cocaína en Honduras. Desde la captura y extradición de los cabecillas del grupo a Estados Unidos en 2014 y 2015, ha surgido evidencia importante de que funcionarios y políticos de alto nivel protegieron no solo los cargamentos de droga, sino también las instalaciones de producción.

La coca cultivada en Honduras, sin embargo, es de menor calidad que la producida en Suramérica. Los cultivos de coca hondureñas son por lo general plantas inmaduras de entre 15cm y 80cm, y las plantas de mayor tamaño alcanzan los 1 a 1,5 metros de altura. Las plantas colombianas miden hasta 2 metros. El contenido del alcaloide de las plantas producidas en suelo hondureño puede ser menor que el de la coca producida en suelo andino, dado que la potencia tiene mucho que ver con la altitud.