En medio de las medidas decretadas para combatir el COVID-19, el robo de equipos e implementos de protección medica se ha disparado en varios países de Latinoamérica, lo que ha puesto en evidencia la habilidad de los criminales para aprovechar nuevas oportunidades de hacer negocio.

El caso más voluminoso hasta ahora es el robo de por lo menos 15,000 pruebas diagnósticas y más de dos millones de artículos de protección como gafas, guantes, alcohol en gel y máscaras de seguridad en el Aeropuerto Internacional de Guarulhos, en San Pablo, Brasil.

Tres días después, el equipo robado fue recuperado y 14 personas fueron arrestadas durante un operativo en la zona de Ipiranga, al sur de la ciudad, de acuerdo con un informe policial.

En México, la fiscalía general anunció, el 14 de abril pasado, la recuperación de 12 barriles con unos 200 kilos de gel antibacterial que habían sido robados en el municipio de Tecámac en el estado de México.

Ese mismo día, las autoridades mexicanas también reportaron el robo de 20 equipos médicos destinados a la atención de pacientes con COVID-19 y de varios ventiladores mecánicos en las instalaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el estado de Oaxaca.

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Un caso similar ocurrió un día antes en la ciudad de San Pedro Sula, en Honduras, donde el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) informó sobre el hurto de por lo menos 300 mascarillas de seguridad N95 y de varios filtros de protección P-100.

En esa misma semana, el ministro de Salud peruano, Víctor Zamora, denunció el robo de pruebas rápidas e insumos médicos de protección en todos los hospitales de Perú, los cuales serían comercializados en el mercado negro.

Aunque en menor cuantía, casos como estos se repiten en otros países de la región como Venezuela y Chile.

Análisis de InSight Crime

Los robos de insumos y equipo médico durante la pandemia no son exclusivos de Latinoamérica, pero se han vuelto comunes a lo largo de esta región, donde la protección para personal médico y civil en muchos países con contagios masivos ha sido escasa.

Los ladrones en San Pablo, Brasil, por ejemplo, se disponían a vender el equipo de protección médica cuando fueron arrestados.

La deficiente seguridad para los médicos, la inacción de algunos gobiernos frente a la propagación del virus y la desprotección sanitaria de importantes porciones de la población han favorecido la economía criminal que se mueve alrededor de los robos y hurtos de insumos médicos.

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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los precios de estos productos han aumentado desde que inició la epidemia del COVID-19. El precio de las mascarillas quirúrgicas se ha multiplicado por seis, el de los respiradores N95 por tres, y el de las batas por dos.

La subida en los precios ha convertido a esta industria en una alternativa económica para organizaciones criminales que han visto afectados sus ingresos por cuenta de las restricciones de movilidad en muchos países.

Hasta marzo de este año la OMS había enviado casi medio millón de equipos de protección personal a 47 países en todo el mundo, sin embargo, para ese momento la ayuda estaba concentrada en el continente africano y las regiones del Mediterráneo y el Pacífico Occidental, no en Latinoamérica.

Y mientras la región sufre las consecuencias de la guerra internacional por mascarillas y ventiladores, el personal médico de la región ha quedado desprotegido, tanto que a menudo tienen que comprar sus propios insumos.

Omar Janania, el director de la seguridad social hondureña, dijo, incluso, que los cargamentos de equipos médicos no llegan completos a los hospitales.

“Vamos a tener escasez de materiales, sino lo administramos bien quedaremos expuestos”, dijo Janania.