El ejército paramilitar comenzó su sangrienta campaña en toda Colombia en 1997, se supone que para combatir a los insurgentes marxistas, pero en realidad buscaban tomar el control del tráfico de cocaína. “Memo Fantasma” financió ese baño de sangre y lo usó para fortalecer su posición en el tablero criminal.

Aquel año se fundaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), dirigidas por los hermanos Castaño, quienes estaban ocupados reclutando los ejércitos privados de los narcotraficantes de todo el país. Memo Fantasma ya había sido atraído al círculo de los Castaño, quienes le habían encomendado, junto con Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, la toma del bastión guerrillero y zona cocalera del sur del departamento de Bolívar.

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Los narcotraficantes de hoy en día se han dado cuenta de que su mejor protección no es un ejército privado, sino más bien el anonimato total. A estos barones de la droga los hemos llamado “Los Invisibles”. Este es el tercer artículo de una serie de seis partes sobre uno de esos traficantes, alias “Memo Fantasma”. Lea la investigación completa aquí (PDF).

En 1998, se formó el Bloque Central Bolívar (BCB), que se convertiría en una de las divisiones armadas más poderosas del ejército paramilitar, con presencia en los departamentos de Antioquia, Arauca, Bolívar, Caquetá, Caldas, Córdoba, Nariño, Putumayo, Risaralda y Santander.

Mapa Zonas de influencia Bloque central bolivar en Colombia BCB - Memo Fantasma Investigación

“Memo Fantasma era realmente un jefe, o el jefe, del Bloque Central Bolívar, responsable de la muerte de unas 10.000 a 15.000 personas”, señaló Peter Vincent, quien en su calidad de agregado judicial de la Embajada de Estados Unidos entre 2006 y 2009 en Bogotá, tuvo en su escritorio todos los expedientes sobre las AUC y sus actividades en el narcotráfico. “Llevaron a cabo sus grotescas actividades terroristas y de narcotráfico en Colombia. Las AUC no solo acumularon más poder que los carteles de Cali o Medellín, […] cometieron delitos de narcotráfico y crímenes de lesa humanidad y genocidio, en un esfuerzo declarado por eliminar de raíz cualquier amenaza a su dominio de la actividad narcotraficante”.

En 2001, fue tal el derramamiento de sangre desatado por las AUC, y tal su control del tráfico de estupefacientes que Estados Unidos las incluyó en su lista de organizaciones terroristas.

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Estructura de mando del Bloque Central Bolívar

Memo asciende al poder en el Bloque Central Bolívar

La división del trabajo en el BCB era clara. Macaco dirigía las operaciones militares. Memo, el dinero y el narcotráfico. En un organigrama publicado en 2005 por el BCB en su sitio web ya desmontado, aparecía Memo Fantasma de nuevo con su alias paramilitar, ‘Sebastián Colmenares’. El organigrama revelaba el alcance territorial y la organización militar de una estructura criminal que tenía control sobre gran parte del patrimonio narcotraficante más importante de Colombia.

Mientras Macaco y sus dos principales lugartenientes militares, Rodrigo Pérez, alias “Julián Bolívar”, y Héctor Edilson Duque, alias “Monoteto”, conquistaban nuevos territorios para los paramilitares en zonas con proliferación de cultivos, Memo convertía la cocaína en los millones de dólares necesarios para mantener aceitada la maquinaria de guerra y saciados a los señores paramilitares.

Es difícil subestimar la brutalidad de los paramilitares. La cobertura periodística de la toma de la ciudad petrolera de Barrancabermeja por el BCB en 2001 fue una lección de crueldad.  La ciudad era un bastión del marxista Ejército Nacional de Liberación (ELN). Dirigidos por alias “Julián Bolívar”, a quien entrevisté en esa época, los paramilitares ofrecieron a los guerrilleros que quisieran cambiar de bando un empleo y una recompensa por cada uno de sus antiguos compañeros que identificaran.

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Un exguerrillero del ELN identificó a más de 12 de su red, lo que le reportó casi US$20.000, una fortuna para una persona que vivía con menos de US$200 mensuales. A continuación, guerrilleros y colaboradores del ELN fueron asesinados en las calles de la ciudad, a razón de hasta 10 al día en el transcurso de febrero de 2001. Eso fue lo que Memo Fantasma financió y promovió.

El testimonio entregado por José Germán Sena Pico, alias “Nico”, en los tribunales de Justicia y Paz, conformados en el marco del acuerdo de paz entre los paras y el gobierno, indicaba que Macaco y Memo produjeron por lo menos 100 toneladas de cocaína entre 1997 y 2001. Para dar una idea del valor de estas cantidades, la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) estimó que en el 2000, un kilogramo de cocaína en Estados Unidos podía valer US$29.580 al por mayor. Eso significaría que si Macaco y Memo movieron sus 100 toneladas a Estados Unidos pudieron haber ganado hasta US$2.900 millones.

El BCB mantuvo su expansión después de 2001 y tomó el control de más territorios con cultivos de estupefacientes. Sería motivo de sorpresa que Memo y Macaco no hubieran producido como mínimo la misma cantidad de droga entre 2002 y la desmovilización paramilitar en 2006.

En 2008, Macaco fue extraditado a Estados Unidos para responder por cargos de tráfico de miles de kilos de cocaína por la ruta de Centroamérica y México a Estados Unidos mientras estuvo al mando de su ejército paramilitar. Macaco “exportó cocaína desde Colombia usando helicópteros y lanchas rápidas”, se lee en su acusación. En el pliego de cargos también se menciona al primer mentor de Memo, Fabio Ochoa Vasco, así como a Francisco Cifuentes Villa, alias “Pacho Cifuentes”, quien más adelante jugaría un papel en la historia de Memo. Pero en realidad era Memo Fantasma quien manejaba el narcotráfico. Macaco era el socio visible, Memo, el invisible.

Con el ánimo de conocer más detalles sobre la relación entre Macaco y Memo en el BCB, buscamos a Carlos Fernando Mateus, alias “Paquita”, un mando medio en el BCB que operaba en el departamento de Caquetá.

Carlos Fernando Mateus, alias “Paquita" Foto: Policia Nacional de Colombia - Memo Fantasma investigación
Carlos Fernando Mateus, alias “Paquita» Foto: Policia Nacional de Colombia

Paquita conoció a Memo en 2001. Confirmó que las fotografías que teníamos correspondían al hombre a quien conoció en un principio como Memo Fantasma, y luego por su alias paramilitar de Sebastián Colmenares.

El BCB celebraba un encuentro en una de las propiedades favoritas de Macaco, en el corregimiento de Piamonte, municipio de Cáceres en Antioquia, al norte de la ciudad de Medellín. “Llegó en helicóptero con otros jefes del BCB. Un hombre joven, con ropa casual. No sabía quién era, pero Macaco y mi jefe inmediato, Monoteto (Héctor Edilson Duque), lo saludaron con respeto”, comentó Paquita.

“Le pregunté a Monoteto quién era y me respondió que era el que le ponía la firma a todo”.

Cuando se le preguntó dónde veía a Memo Fantasma en la jerarquía del BCB, lo puso en la parte superior.

“Dentro de mi percepción, yo lo veo un poco más arriba de Macaco”.

Con el testimonio de Paquita, era hora de volver con Héctor, la fuente paramilitar que se sentía aterrorizada por Memo y seguía negándose a hablar oficialmente. Héctor confirmó casi todo lo dicho por Paquita, aunque puso a Macaco y a Memo como iguales, el primero en lo militar, el segundo en lo financiero.

“Vi a Memo en una gran cumbre de jefes de las AUC en el 2000. La organizaron los Castaño en una de sus propiedades, conocida como la Finca 21, entre Antioquia y Córdoba, en la vía a San Pedro de Urabá. Él estaba ahí con el contingente del BCB. Eso fue poco después de que Memo promoviera la creación del BCB en Nariño, con lo que llamaron el “Frente Libertadores del Sur”. Ese era aparentemente el proyecto de Memo y él era quien manejaba la droga que salía de ahí, una de las principales zonas productoras de cocaína en el país, aún hoy en día”.

Esto se confirmó en el testimonio de Nico en Justicia y Paz el 25 de agosto de 2015:

“Cuando se tomaron Nariño, el jefe de Nariño era Memo Fantasma…. Desde 1999, Memo Fantasma fue el responsable de Nariño”.

Pero al final fue Guillermo Pérez, alias “Pablo Sevillano”, quien respondió ante la ley por la actividad narcotraficante que el BCB tuvo en Nariño. Sevillano era el comandante visible, Memo se mantuvo en la sombra, en la dirección del negocio.

“Memo puso a “Pablo Sevillano” a dirigir las operaciones allí”, relató Héctor.  “Sevillano terminó extraditado a Estados Unidos para responder por cargos de narcotráfico, pero era la operación de Memo. Él la montó, él compró las armas, él vendió las drogas. Él usó a Sevillano y luego lo abandonó”.

Le preguntamos a Héctor por qué pensaba que Memo firmaba los documentos del BCB y aparecía en el organigrama si nunca planeó rendirse.

“Pienso que Memo estaba dejando abiertas sus opciones. Sebastián Colmenares era el plan B de Memo, en caso de que lo amenazaran con capturarlo y necesitara usar la amnistía paramilitar. Pero nunca apareció en público en ninguna de las desmovilizaciones de las AUC. Era muy cuidadoso”.

Memo no tiene afán por desmovilizarse

Memo nunca se sintió amenazado y por lo tanto nunca se desmovilizó con el resto del ejército paramilitar, aunque múltiples fuentes, incluido Nico, lo ponía dentro y fuera de Santa Fe de Ralito, en Córdoba, donde se celebraron las negociaciones con el gobierno. Varias fuentes declararon que poseía muchas propiedades en Córdoba y sus alrededores y se presentaba como ganadero.

Parece que la orden de Macaco a los paramilitares del BCB que atestiguaron en los tribunales de Justicia y Paz después de 2006 fue que evitaran mencionar a Memo Fantasma o a Sebastián Colmenares.

Le preguntamos a Héctor por qué todos los altos mandos del BCB encubrirían a Memo, incluso después de ser extraditados a Estados Unidos a responder por los delitos de narcotráfico que Memo dirigía.

“Se me ocurren dos razones. La primera es que él manejaba todas las finanzas del BCB y cuidaba mucha parte de su dinero. No iban a arriesgarse a perder eso. La segunda es que él era conocido como un cabrón peligroso y era amigo de Rogelio (el nombre real de Carlos Mario Aguilar) de la Oficina de Envigado, que estaba al mando de las redes de sicarios de Medellín y tenía a varios policías en su nómina, incluyendo al general Mauricio Santoyo”.

El general Santoyo, a quien el expresidente Álvaro Uribe menciona y agradece en su auobiografía “No hay causa perdida”, fue una de las estrellas de la Policía y el jefe del esquema de seguridad de Uribe. Su relación con Rogelio está bien documentada; también nos la confirmó la hermana de Rogelio, Cruz Elena Aguilar.

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De hecho, fue el testimonio de Rogelio ante las autoridades estadounidenses el que llevó a Santoyo a declararse culpable de colaborar con los paramilitares luego de su extradición a Estados Unidos en 2012. Tener a un alto oficial en la nómina mostraba el poder de la Oficina de Envigado, sucesora del cartel de Medellín, que dirigió Rogelio bajo las órdenes de Diego Murillo, alias “Don Berna”. La Oficina era el bastión criminal de Memo, quizás incluso más que los paramilitares.

La estrecha relación entre Memo y Rogelio la confirmó en una ocasión Nico en su testimonio ante Justicia y Paz:

“Otra persona que respetaba a Memo era Rogelio, el jefe de la Oficina de Envigado, segundo de Don Berna, que se entregó en Estados Unidos. Yo estuve en varios encuentros en los que él y Rogelio estuvieron reunidos”.

El repaso de horas y horas de testimonios ante los jueces de Justicia y Paz finalmente arrojó una pepita de oro. Enterradas entre los miles de páginas que estudiamos estaban las declaraciones de Pablo Sevillano, quien trabajó para Memo en Nariño y fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico. En repetidas ocasiones le preguntaron por Memo Fantasma. Memo es una abreviatura de Guillermo, que también es el nombre real de Sevillano (Guillermo Pérez), y por eso lo acusaron de ser Memo Fantasma. Él lo negó y aunque admitió haber oído hablar de Memo Fantasma, negó que tuviera relación con el Frente Libertadores del Sur, que controlaba Nariño.

“Realmente, yo no lo conocí […] y niego rotundamente [que formara parte del Frente Libertadores del Sur].

Pero después de que la jueza Uldi Teresa Jiménez lo interrogara en repetidas ocasiones, el 9 de septiembre de 2015, volvió a negar que él fuera Memo Fantasma y ofreció un nombre.

“Oiga, señora jueza, sobre el señor Memo Fantasma, él se llama Guillermo Acevedo”.

Pero por alguna razón, nunca se investigó ese nombre después de eso, y Memo Fantasma siguió registrado bajo el falso nombre de Guillermo Camacho. Cuando hicimos una consulta oficial al sistema de Justicia y Paz sobre Memo Fantasma y Sebastián Colmenares, solo recuperamos el nombre de Guillermo Camacho. De alguna manera, el verdadero nombre de Memo nunca entró en los expedientes. ¿Fue simplemente mala suerte? ¿Pudo Memo recurrir a alguien? Memo quedó extremadamente sorprendido cuando más adelante le contamos que habíamos encontrado su nombre en el testimonio de Justicia y Paz.

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Para finales de 2006, las AUC habían desmovilizado a más de 30.000 combatientes. El componente más poderoso era el Bloque Central Bolívar, en el que depusieron las armas 7.067 combatientes.

La cúpula paramilitar estaba en prisión. Los hermanos Castaño estaban muertos. La era paramilitar había terminado. Memo seguía en el juego; aún manejaba el dinero y los bienes del BCB y transportaba droga. No salió completamente limpio, pero toda la culpa de su actividad en el narcotráfico recayó sobre Macaco y Pablo Sevillano, los visibles.

Con el acuerdo de paz de los paramilitares, Sebastián Colmenares desapareció, y nunca se volvió a saber de él. Después de decenas de miles de muertos, cientos de toneladas de coca y cientos de millones de dólares, uno de los principales cabecillas de las divisiones de guerra más poderosas de las AUC simplemente se escabulló. Nunca colaboró con la Comisión de la Verdad en su intento por armar el rompecabezas del capítulo más sangriento del conflicto civil en Colombia, nunca ofreció compensación alguna a las víctimas. Colmenares simplemente desapareció como si nunca hubiera existido.

Memo Fantasma, sin embargo, estaba muy vivo y con una fortuna más cuantiosa que nunca.

*La investigación para este artículo fue realizada por Ángela Olaya, Ana María Cristancho, Laura Alonso, Javier Villalba, Juan Diego Cárdenas y María Alejandra Navarrete.

Jeremy McDermott is co-founder and co-director of InSight Crime. McDermott has more than two decades of experience reporting from around Latin America. He is a former British Army officer, who saw active...