En un periodo de seis años, en el noreste de Brasil, han sido arrestados decenas de policías y más de 100 presuntos narcotraficantes, lo que aumenta los temores acerca de que la colusión de las fuerzas de seguridad con los criminales se esté complejizando en todo el país.

El 2 de febrero, 17 miembros de la policía militar y 14 presuntos narcotraficantes fueron detenidos en el estado de Ceará durante la más reciente acción de la Operación Génesis, una operación de seguridad que busca desmantelar la corrupción al interior de la policía.

Los agentes detenidos presuntamente habían recibido coimas por parte de una banda de narcotraficantes para obtener “información privilegiada” sobre sus rivales criminales, lo que permitió que la banda dominara el tráfico de drogas en algunas zonas de la capital del estado de Ceará, Fortaleza, así como en los municipios de Caucaia, Pacatuba y Maranguape, según un comunicado de prensa de la Fiscalía General de Ceará. El mismo comunicado de prensa señala que los agentes también vendieron armas y municiones que les habían incautado a los criminales.

La cifra de policías arrestados ha aumentado desde que comenzó la Operación Génesis en 2016. Al menos 63 agentes de la policía militar han enfrentado cargos de narcotráfico, robo, tráfico de armas y asociación para delinquir.

Paralelamente, 120 policías, guardias penitenciarios y bomberos han sido despedidos en Ceará como sospechosos de diversos cargos penales y administrativos.

En noviembre de 2022, en el podcast Maçãs Podres (Manzanas podridas), del periódico regional brasileño Diario do Nordeste, se describió la profundidad de dichos nexos. En el podcast, emitido en tres partes, el periódico explica que existen escuadrones especializados de policías y guardias penitenciarios cómplices que establecen relaciones corruptas con grupos criminales dentro de las prisiones y en las calles.

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El aumento de la participación policial ha sido una gran preocupación de seguridad en Brasil en los últimos años, especialmente en Río de Janeiro, donde las “milicias” —grupos criminales conformados por policías y guardias de prisiones activos y retirados— dominan las economías criminales en gran parte de la ciudad. Los miembros de estos grupos de milicias han sido vinculados al asesinato de figuras importantes, como el de Marielle Franco, exconcejala de Río, en 2018.

“Los grupos criminales al interior de las fuerzas policiales han crecido en todo Brasil, [y] se han identificado muchos casos en estados como Pará, Amazonas, Mato Grosso do Sul y Ceará”, afirma Bruno Paes Manso, experto en dinámicas del crimen organizado brasileño, adscrito al Núcleo de Estudios de la Violencia (NEV), de la Universidad de São Paulo.

Análisis de InSight Crime

Las redes policiales de Ceará actúan de manera similar a las milicias de Río de Janeiro, pero aún no tienen el mismo nivel de influencia o poder. En general, continúan siendo proveedores de servicios para los grupos criminales existentes, en lugar de ser actores criminales como tal.

Las milicias de Río obtienen grandes ganancias mediante el control territorial y suelen hacerse cargo de casi todos los servicios públicos en barrios específicos. En las comunidades más pobres de Río, tienen control sobre los bienes raíces, el suministro de electricidad, gas e internet, y la asignación de espacios para aparcar. Además, extorsionan a algunos negocios con pagos de “protección”, que pueden consistir en un permiso para abrir hasta más tarde.

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En contraste, la policía de Ceará ofrecía servicios específicos a sus clientes criminales, independientemente del territorio. 

“Los policías involucrados en el crimen organizado en Ceará no son tan territoriales; son contratados para ejecutar extorsiones o asesinatos”, señala Ricardo Moura, periodista especializado en seguridad pública, quien trabaja para O Povo, un periódico de Fortaleza.

Sin embargo, según los expertos, ambos tipos de participación han disparado el número de homicidios atribuidos a la policía.

“Cuando la policía está dispuesta a matar, obtiene una ventaja en el panorama criminal. Se convierten en figuras criminales muy fuertes, ya que tienen carta blanca para matar y aumentar sus ganancias”, afirma Paes Manso.