La provincia de Colón, al norte de Panamá, en la entrada al Canal sobre el Atlántico, está experimentando un abrumador incremento en los decomisos de drogas, lo que suscita interrogantes sobre su importancia en el flujo de distribución de cocaína en Centroamérica.

El 6 de junio, en un operativo conjunto con autoridades colombianas, se incautaron 1,8 toneladas de cocaína de un barco que navegaba frente a la costa de Colón. Solo en el mes de mayo, se interceptaron 22 toneladas de la droga en Colón; en total, entre enero y mayo de 2021 se decomisaron casi 50 toneladas de la droga.

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En comparación, en 2020 Panamá confiscó en todo el país poco menos de 85 toneladas de narcóticos, en su mayor parte cocaína.

Las autoridades panameñas se ufanan por la cantidad de decomisos y han afirmado que los narcotraficantes están transportando cantidades más pequeñas de drogas por cargamento, como resultado de la intensificación de la vigilancia estatal.

Análisis de InSight Crime

La provincia de Colón está experimentando las consecuencias de varios cambios importantes dentro de Panamá, así como modificaciones en su importancia en el tráfico de cocaína en general.

En primer lugar, la ruta del Caribe se ha vuelto más popular para los narcotraficantes, lo que conlleva a cantidades cada vez mayores de estupefacientes que salen de Colombia directamente hacia Panamá y otros países. Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, grupo narcotraficante también conocido como Los Urabeños, han reabierto ciertas rutas en el Caribe que ponen a Panamá como destino obvio.

«Por lo general, los traficantes prefieren enviar lanchas desde la ciudad colombiana de Turbo, en el Golfo de Urabá, hasta la provincia de Colón en Panamá», comentó Grisel Bethancourt, periodista independiente del país centroamericano, en intercambio con InSight Crime.

En septiembre de 2020, InSight Crime informó de un incremento similar de los decomisos de cocaína en Bocas del Toro, archipiélago al noroeste de Colón.

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En segundo lugar, las pandillas de Panamá se están sofisticando y han venido acrecentando su capacidad. El mayor grupo criminal del país, Bagdad, ha pasado de ser una red de bandas poco cohesionadas entre sí y que eran contratadas para trasegar narcóticos por Panamá, para convertirse en una unidad más sofisticada, que cuenta con la mano de obra para transportar mayores cantidades de drogas, el poder de fuego para defender su territorio y la logística para lavar cuantiosas sumas de dinero. Y su rival, Calor Calor, no se queda atrás.

Pero Bagdad enfrenta la presión de las fuerzas de seguridad, en especial, recientemente, de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos, lo que ha llevado al arresto de decenas de sus miembros y al cierre de varias empresas fachada en el mes de abril. Las rivalidades internas entre los miembros de Bagdad también explican los constantes homicidios en Panamá, empezando por una masacre carcelaria, en diciembre de 2019, que dejó un saldo de 15 personas muertas.

Colón no se ha librado de la violencia. La provincia aportó el 43 por ciento del total de homicidios cometidos en Panamá en abril de 2021 y exhibió un incremento año a año de 21 por ciento entre enero y marzo.

En tercer lugar, dada la capacidad de Panamá para el envío de narcóticos a Estados Unidos y Europa, los grupos narcotraficantes europeos han comenzado a hacer presencia en el país. En diciembre pasado, El País informó que varios narcos españoles estaban reactivando una ruta que se había usado en la década de los noventa para transportar grandes cantidades de cocaína desde Colón y otros puertos panameños hasta España y Portugal.