Robo de trenes en el desierto, atraco a los contenedores en un importante puerto, y toneladas de cátodos con dirección a China: Chile está pagando el precio de ser el principal productor de cobre del mundo.

En un atentado particularmente audaz, el 11 de enero fueron extraídos 13 contenedores de un patio de almacenamiento del puerto de San Antonio, uno de los más ajetreados de Chile, a donde ingresaron varios camiones para llevarse los contenedores después de que los atracadores desconectaron las cámaras y sometieron a los guardias, según contó Gonzalo García, capitán de Carabineros, a Radio Cooperativa Chile.

La carga estaba valorada en unos 3.600 millones de pesos chilenos (unos US$4,4 millones), según Reuters.

Por los puertos de Chile suele pasar el cobre legal tanto como el robado, generalmente con dirección a Asia, como InSight Crime informó previamente.

Las incautaciones recientes, que abarcan desde el puerto de Lirquén en el sur, hasta el de Arica al norte, dan cuenta de la extensión geográfica de esta economía ilícita, aunque el robo de cobre legal en el puerto de San Antonio era algo inaudito hasta la fecha.

Sin embargo, dicho modus operandi ya es bastante común en los ferrocarriles chilenos. En los últimos tres años se reportaron más de 100 asaltos a trenes que transportaban cobre, y el mayor número de dichos ataques se presentó en 2022, cuando hubo 39 incidentes, según una detallada investigación del medio de comunicación chileno Ex-Ante.

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Uno de esos ataques se presentó en mayo de 2021, cuando varios hombres armados retuvieron a cuatro trabajadores de una estación en Antofagasta, le apuntaron con un arma a uno de ellos y los obligaron a llamar por radio al tren para decir que todo estaba bien.

En un video se puede ver a los ladrones enmascarados, con chalecos antibalas, abordando el tren y cargando cátodos de cobre (láminas de metal) a un camión, después de lo cual llega una grúa de gran tamaño que en solo unos cuantos minutos levanta varias docenas de cátodos más.

Este atraco fue solo uno de los más de 100 robos en el Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB) en los últimos años. Según Forbes, la compañía, que opera unos 700 kilómetros de vías férreas en el norte de Chile, se vio obligada a suspender temporalmente el transporte del metal en el mes de octubre.

«Hoy nos enfrentamos a bandas organizadas, armadas con medios logísticos y materiales: radios, camiones acondicionados de alta capacidad, camiones mineros para transportar bienes robados, grúas para mover los cátodos, armas de fuego, chalecos antibalas y otros instrumentos para cometer estos crímenes en medio del desierto», le dijo a Ex-Ante la gerente general de FCAB, Katharina Jenny.

Análisis de InSight Crime

El robo de cobre en Chile se ha convertido en una actividad criminal compleja y de múltiples niveles. Mientras que las estructuras criminales cometen robos organizados y a gran escala, los ladrones menos sofisticados continúan robando pequeñas cantidades de cables de cobre para venderlos como chatarra.

«En Chile siempre se ha robado mucho cobre, bien sea en forma de cátodos y ánodos en el norte, o como cables en el resto del país», le dijo a InSight Crime el periodista Carlos Basso, autor de la investigación de Ex-Ante. La falta de estadísticas sobre la cantidad de cobre que se roba anualmente hace difícil establecer si hoy se roba más cobre que hace 15 años, pero lo que ha cambiado es el modus operandi, afirma Basso.

«En 2010, las bandas generalmente entraban a las minas por la noche para cometer sus robos. Si los atrapaban, intentaban escapar. La violencia era frecuente, pero no era tan extrema como ahora», señala Basso.

«Hoy vemos bandas con personas vestidas como paramilitares, con equipos de tecnología avanzada y mostrando una gran determinación y sangre fría. Se atacan entre sí, intentan secuestros, asesinatos y mucha violencia en general», relata el periodista.

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Actualmente, las organizaciones criminales de Chile planean y ejecutan robos a gran escala, a veces de manera violenta, como las redadas en la infraestructura portuaria y ferroviaria.

Si bien la mayoría de los robos de cobre ocurren en el norte de Chile, los grupos imitan el exitoso modus operandi de las mafias madereras que operan en la región sur del país, según Basso. «Han surgido grupos cuasi-paramilitares dedicados al robo industrial de madera o cobre. Operan de manera similar, utilizando la violencia para ejecutar sus actividades criminales. Atacan a la policía y a los equipos de seguridad de las empresas».

Los senadores de Chile están debatiendo una nueva legislación para combatir el aumento del robo de cobre, dado que ninguna ley penaliza explícitamente este delito. Sin embargo, como lo demuestra la nueva ley que impone castigos al robo de madera, la legislación ayuda a controlar estos problemas, pero no es suficiente. Basso considera que se necesita un buen trabajo policial, así como fiscales decididos y jueces que estén dispuestos a actuar. «Disponer de mejores leyes es ineficaz si las otras partes del sistema no operan», le dijo Basso a InSight Crime.