Una pandilla local estaría detrás del asesinato de conductores de autobuses en Barranquilla, lo que demuestra hasta qué punto los elementos criminales más pequeños todavía pueden aterrorizar a las principales ciudades de Colombia.

El asesinato más reciente ocurrió el 31 de julio en el barrio Soledad, cuando el conductor del autobús, Jhon Pardo, fue asesinado a tiros después de recoger a su asesino, que se hacía pasar por pasajero, informó el medio Semana. Las autoridades policiales identificaron al agresor solo como alias «21«.

El comandante de la policía metropolitana de Barranquilla, el general Luis Carlos Hernández, señaló a la banda criminal local, los Rastrojos Costeños, de llevar a cabo el asesinato, según el diario El Tiempo. Los Rastrojos Costeños son un grupo que se escindió de Los Rastrojos alrededor de 2013 y actualmente están luchando por el control del narcotráfico y otras economías criminales en la ciudad.

El asesinato de Pardo fue precedido por otros dos. El 25 de julio, José del Carmen Hernández fue asesinado a tiros en el barrio El Romance, mientras que el 23 de julio, Willington José Hernández fue baleado en Soledad 2.000, al sureste de Barranquilla. Ambas víctimas conducían sus autobuses en ese momento.

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En protesta contra los ataques, los conductores de autobuses de toda la ciudad se negaron a ponerse al volante, paralizando el transporte público de la ciudad. Un conductor le dijo a El Universal que los conductores no se sienten seguros y que sus familias «se quedan en zozobra esperando si uno regresa o no con vida a la casa». El 4 de agosto, después de tres días de protesta, los conductores de autobús comenzaron lentamente a regresar al trabajo.

Las empresas de autobuses en Atlántico, el departamento donde se encuentra Barranquilla, a menudo son blanco de operaciones de extorsión. Pero algunas autoridades dicen que estos asesinatos recientes pueden significar más que pagos de extorsión.

El alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, dijo que la cadena de asesinatos tiene la intención de dar relevancia nacional a los Rastrojos Costeños ante la llegada del presidente electo, Gustavo Petro, quien ha hablado de abrir diálogos con organizaciones criminales.

«Se confunden [los Rastrojos Costeños] creyendo que incrementar las extorsiones y asesinatos en territorios que no controlan, pero donde quieren amedrentar, van a lograr que exista un sometimiento de las autoridades a sus pretensiones», dijo Pumarejo a Blu Radio.

Mientras tanto, la Fiscalía General de la Nación cree que los asesinatos pueden ser en represalia a las autoridades que trasladaron al presunto líder encarcelado de los Rastrojos Costeños, Ober Ricardo Martínez Gutiérrez, alias «Negro Ober», a una «celda fría» que lo dejó incapaz de comunicarse con la pandilla, informó Alerta Caribe.

Análisis de InSight Crime

El nuevo gobierno de Colombia tendrá que decidir cómo lidiar con grupos criminales locales más pequeños, pero muy activos, como los Rastrojos Costeños. Aunque su alcance es limitado, estas pandillas locales han demostrado que son capaces de aterrorizar las ciudades del país.

Las presuntas órdenes que vendrían de El Negro Ober o las demostraciones de fuerza del grupo antes de que el gobierno entrante asuma el poder, pueden tener mérito, pero los recientes asesinatos también podría ser simplemente el resultado de la guerra territorial en curso del grupo contra el Clan del Golfo, también conocido como Los Urabeños, en la ciudad.

En septiembre de 2021, los Rastrojos Costeños indicaron que estaban luchando contra Los Urabeños en Barranquilla por medio de una carta extorsiva recibida por los conductores de una compañía de autobuses. La carta afirmaba que el grupo estaba recaudando un «impuesto» para ayudar a financiar su guerra contra Los Urabeños. «Por la guerra que se libra en nuestro departamento estamos pidiendo el impuesto a todos los comerciantes, empresarios, pagadiarios, ganaderos y en especial al transporte público», declaró la carta.

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Ese mismo mes, un conductor fue asesinado e intentaron asesinar a otros dos conductores. Esto parecería sugerir que los Rastrojos Costeños no están llevando a cabo una estratagema similar al Plan Pistola de Los Urabeños, que consiste en matar a agentes de policía como demostración de fuerza. Los ataques de septiembre ocurrieron antes de las elecciones y antes de hablar de «Paz Total«, una propuesta que incluye convencer a las organizaciones criminales de someterse a la justicia.

De una forma u otra, el gobierno entrante tendrá que decidir cómo responderá a los grupos criminales locales que causan estragos en las principales ciudades del país. Además de Barranquilla, ciudades como Bogotá y Cali tienen un estimado de 190 y 133 pandillas respectivamente, mientras que Medellín puede tener hasta 350. La «Paz Total» requeriría negociar no solo con grupos criminales con presencia nacional, sino con pandillas a nivel local.

Algunas de estas pandillas son afiliadas de Los Urabeños, como La Local de Buenaventura, mientras que otras son rivales de Los Urabeños, como Los Pachenca de Santa Marta y los Rastrojos Costeños en Barranquilla. Si bien una posible negociación entre el gobierno y Los Urabeños podría llevar a un cese al fuego con algunas de estas bandas criminales, también podría dejar un vacío de poder que otras bandas criminales estarían ansiosas por llenar.