El Comando Rojo (Comando Vermelho, CV) es el grupo criminal más antiguo de Brasil, conformado en una prisión de Río de Janeiro en los años setenta como un grupo de autoprotección de los prisioneros. Comenzó con delitos menores, como asaltos y robos a bancos, pero en los años ochenta el grupo incursionó en el comercio de cocaína, trabajando con carteles de la droga colombianos y asumiendo un rol de liderazgo social en muchos de los barrios marginados de Río.

Desde entonces, se ha convertido en una amenaza nacional y transnacional de tamaño considerable. Aunque sigue manteniendo su base de poder en los barrios más pobres de Río de Janeiro, tiene una gran influencia en las cárceles de todo el país, siendo la región septentrional de Amazonas y el estado occidental de Mato Grosso sus bastiones secundarios. También tiene un punto de apoyo en Bolivia, desde donde obtiene gran parte de su cocaína. Sus enfrentamientos con el Primer Comando Capital (PCC) y la Familia del Norte (FDN) son una fuente habitual de violencia. Desde 2020, también ha tenido que repeler varias incursiones y masacres de las fuerzas estatales y de grupos de milicianos en las favelas de Río bajo su control.

Historia

El Comando Rojo nació de una alianza entre criminales comunes y militantes izquierdistas, cuando miembros de ambos grupos fueron recluidos en las mismas cárceles durante la dictadura militar de Brasil entre 1964 y 1985. Las terribles condiciones en la prisión de Candido Mendes, en Isla Grande, Río de Janeiro, llevó a los reclusos a unirse para poder sobrevivir dentro del sistema. Inicialmente conformaron una organización miliciana izquierdista llamada “Falange Vermelho” (Falange Roja), pero pronto abandonaron su ideología, a medida que el grupo se involucró cada vez más en el crimen organizado, y la prensa empezó a llamarlo “Comando Rojo”.

Hacia 1979, el grupo se había extendido por fuera de la prisión y llegó a las calles de Río. Los miembros libres tenían la tarea de proporcionar dinero a los que estaban presos, mediante actividades criminales como el robo a bancos, lo que les permitía mantener una buena calidad de vida en la cárcel y financiar sus intentos de fuga.

Las ideas del Comando Rojo se extendieron a otras prisiones, y el poder de la organización creció. Dos décadas después, en São Paulo surgiría un movimiento carcelario similar, el primer Comando Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC).

El Comando Rojo fue considerado un socio ideal por los carteles colombianos cuando comenzó el auge del comercio de cocaína en los años ochenta, pues tenía la estructura y la organización adecuadas para recibir y distribuir grandes cantidades de la droga. Los miembros que no estaban encarcelados tenían ahora una tarea clara: conformar pandillas armadas para apoderarse de los territorios de comercio de drogas. El grupo obtuvo el control de muchos barrios pobres de Río de Janeiro que habían sido abandonados por el Estado, estableciendo un sistema paralelo de gobierno en las favelas y proporcionando empleo a los habitantes que por mucho tiempo habían estado excluidos de la sociedad brasileña.

Para la década de los noventa comenzó a disminuir la influencia de los todopoderosos jefes de los juegos de azar ilegales en la ciudad, conocidos como “bicheiros”, lo que permitió que el Comando Rojo se convirtiera en el principal grupo del crimen organizado de Río y aumentara su presencia en otros estados.

En 2005, se creía que el Comando Rojo controlaba más de la mitad de las áreas más violentas de Río de Janeiro, aunque en 2008 dicha proporción disminuyó al 40 por ciento. Un programa de pacificación policial que buscaba llevar mayor presencia estatal a las zonas dominadas por el crimen redujo aún más la influencia del grupo a comienzos de 2010, pero esta estrategia de seguridad tuvo pocos efectos en el largo plazo.

Se cree que el Comando Rojo tuvo vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El líder del Comando Rojo, Luiz Fernando da Costa, alias “Fernandinho Beira-Mar”, fue arrestado en Colombia en 2001 cuando supuestamente intercambiaba armas por cocaína con la guerrilla.

A finales de 2016, la ruptura de una vieja alianza entre el Comando Rojo y el PCC generó una ola de violencia en las prisiones brasileñas. Durante el año siguiente continuó el conflicto entre los dos grupos, dado que el PCC buscaba reducir el poder del Comando Rojo formando alianzas con las pandillas enemigas y cooptando miembros de Comando Rojo con el fin de asumir el control sobre el tráfico de drogas en las zonas de influencia del grupo.

Desde entonces, la disputa se ha extendido a la vecina Bolivia, donde los dos grupos luchan por el control de las rutas del narcotráfico en la provincia fronteriza de Santa Cruz.

En los últimos años, el Comando Rojo también ha tenido que hacer frente al avance de las milicias sobre su territorio, por ejemplo en Río de Janeiro, donde en 2022 su control se había reducido a una cuarta parte de la ciudad. La pérdida de control se debe en parte a que las operaciones policiales se han centrado de forma desproporcionada en las favelas controladas por el grupo, en comparación con las controladas por las milicias.

Liderazgo

El Comando Rojo tiene una estructura de liderazgo relativamente débil, y ha sido descrita como una red de actores independientes, más que como una organización jerárquica estricta dirigida por un solo líder.

Sin embargo, hay jefes que sobresalen dentro de la estructura, como Luiz Fernando da Costa, alias “Fernandinho Beira-Mar”, actualmente encarcelado, e Isaías da Costa Rodrigues, alias “Isaías do Borel”, quien estuvo en prisión por más de 20 años, hasta que obtuvo su libertad en 2012.

En diciembre de 2014, las autoridades de Paraguay arrestaron a un líder del Comando Rojo, Luis Claudio Machado, alias “Marreta”.

Por su parte, Fernandinho Beira-Mar ha mantenido una fuerte influencia dentro del grupo a pesar de estar en la cárcel de por vida y la policía ha seguido persiguiendo su legado. En enero de 2022, una redada acabó con la vida de Lindomar Gregório de Lucena, alias “Babuino”, presunto líder del Comando Rojo en Río de Janeiro y supuesto hijo adoptivo de Beira-Mar.

Geografía

El Comando Rojo está basado en Río de Janeiro, pero tiene presencia en otras partes de Brasil, entre ellas São Paulo. Es particularmente fuerte al norte de Brasil, en el estado de Amazonas, así como en el estado de Mato Grosso.

Fuera de Brasil, el grupo opera en Paraguay y Bolivia, y los informes de 2022 sugerían que el grupo había comenzado a expandirse a la Guayana Francesa. También está involucrado en una guerra territorial en curso en la región de la triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú, donde el grupo busca controlar la ciudad colombiana de Leticia, frontera con Brasil.

Aliados y enemigos

El Comando Rojo trabajó estrechamente con el PCC, hasta que la larga alianza entre los dos grupos se disolvió en 2016.

Además del PCC, los principales enemigos del Comando Rojo son las milicias compuestas por agentes de las fuerzas de seguridad retirados y en servicio, y dos grupos criminales de Río: Amigos dos Amigos y Tercer Comando Puro (Terceiro Comando Puro, TCP), una facción disidente del Tercer Comando (Terceiro Comando), creada por antiguos miembros de Comando Rojo.

El grupo mantuvo una alianza con la FDN, un poderoso grupo criminal con sede en la metrópolis amazónica de Manaos, entre 2015 y principios de 2018, cuando ambos grupos rompieron su cooperación por disputas internas. En 2020, esta alianza se rompió definitivamente cuando el Comando Rojo atacó al FDN en Manaos, provocando cientos de muertos. El resultado dejó al Comando como el grupo narcotraficante dominante en el Amazonas brasileño.

Una preocupación creciente para el Comando es el ritmo al que las favelas bajo su control en Río de Janeiro han sido objeto de violentas redadas policiales. Según un estudio realizado en 2021, los barrios del Comando Rojo sufrieron cuatro veces más operativos por parte de la Fuerza Pública que los que estaban bajo control de las milicias, según The Intercept. Además, la pérdida de territorio a manos de las milicias podría convertirse en una amenaza real para el control territorial del grupo en Río.

Se cree que el Comando Rojo tiene vínculos con los disidentes colombianos de las extintas FARC que se desmovilizaron, así como con otras redes que trafican cocaína de la región andina y marihuana de Paraguay.

Perspectivas

El Comando Rojo pasó por un período difícil tras el fin de su alianza con el PCC. Su ahora enemigo formó una alianza con Amigos dos Amigos para disputarle el control territorial de Río de Janeiro. Sin embargo, el grupo superó estos desafíos, relegando a Amigos dos Amigos a una banda de segundo nivel en la ciudad.

Aunque sigue siendo mucho más pequeño que el PCC, se calcula que el Comando Rojo tenía unos 30.000 miembros en todo Brasil en 2020. Tras haberle arrebatado a la FDN gran parte de la infraestructura del narcotráfico en Manaos, y con una presencia cada vez mayor en el nordeste de Brasil, se encuentra ahora en una posición sólida para seguir traficando con toneladas de cocaína procedentes de Bolivia y Paraguay.

Por ahora, son más preocupantes son las repetidas redadas y masacres de decenas de personas en favelas bajo control de la CV en Río de Janeiro. Estas campañas coordinadas para debilitar al grupo también pueden estar beneficiando directamente a las milicias rivales.

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