Los Lobos se han constituido como la segunda agrupación delictiva más numerosa de Ecuador, con más de 8.000 miembros distribuidos en las prisiones del país. El grupo ha participado en varias sangrientas masacres carcelarias en Ecuador, que dejaron más de 315 reclusos muertos solo en 2021.

La erosión de la posición de los Choneros como organización criminal dominante en Ecuador dejó el camino libre para que los Lobos tomaran el control de una poderosa federación de bandas, entre las que se cuentan los Tiguerones y los Chone Killers, para competir por el control de las prisiones en Ecuador y por el tráfico de narcóticos, como enlaces con el crimen organizado de Colombia y México. La pandilla también se ha vuelto muy activa en la industria de la minería ilegal.

Historia

Como muchas de las bandas de Ecuador, los Lobos se iniciaron como una disidencia del que fuera el principal grupo criminal de Ecuador, los Choneros. Cobraron importancia en 2020 después de la fragmentación de algunos de los principales grupos criminales de Ecuador. Desde 2016, Los Lobos y sus aliados proveen armas y seguridad para el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se disputa el control de las rutas de cocaína en Ecuador, según Codigo Vidrio.

Por tradición, los principales rivales de los Choneros eran los Cubanos y los Lagartos, pero las muertes de los líderes de ambos grupos debilitó ambas organizaciones. Sin embargo, la muerte del líder de los Choneros Jorge Luis Zambrano, alias «Rasquiña», en 2020, dejó sin cabeza la organización criminal dominante de Ecuador.

Al reconocer la posición de debilidad de los Choneros, varias pandillas y facciones que se habían declararon aliadas del grupo mayor cambiaron de bando y crearon una nueva alianza para combatir a la debilitada megapandilla. Entre estos grupos de menor tamaño se cuentan los Lobos, los Chone Killers y los Tiguerones. Estos se hacen llamar en conjunto la Nueva Generación en referencia a los presuntos vínculos no probados con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de México.

En febrero de 2021, la Nueva Generación coordinó ataques contra los fragmentados líderes de los Choneros, con ataques a dos potenciales sucesores de Rasquiña, alias «JR» y alias «Fito». Ambos salieron vivos, pero los motines dejaron 80 internos muertos.

En una importante escalada de violencia, murieron otros 119 presos en motines carcelarios en el mes de septiembre de 2021, cuando los integrantes de los Choneros y los Lobos se enfrentaron en una prisión de Guayaquil. Ese mismo año, las autoridades decomisaron cientos de armas de grueso calibre en penitenciarías controladas por los Choneros, los Lobos y los Lagartos, lo que dio a entender que había una afluencia creciente de armas hacia Ecuador que terminaban en las prisiones.

Después de múltiples días de amotinamientos, que dejaron 68 presos muertos en noviembre de 2021, las autoridades ecuatorianas señalaron la participación de carteles mexicanos como la razón de la violencia desbordada en las prisiones del país. Las autoridades alegan que el Cartel de Sinaloa, en México, que apoya a los Choneros, y el CJNG, del lado de la Nueva Generación, han entregado armas y apoyo a los grupos ecuatorianos.

Esta ola de violencia no dio tregua a lo largo de 2022, con un enfrentamiento sangriento de los Lobos con una banda menor, conocida como los R7. En mayo, hubo 44 muertos en una masacre ocurrida en la prisión de Bellavista, cerca de Quito. Alexánder Quesada, alias «Ariel», líder de los Lobos, ordenó el ataque al líder de la banda rival de los R7, Marcelo Anchundia. La enemistad entre Ariel y Anchundia se inició cuando este último supo de los tratos humillantes de Ariel hacia los R7, quienes en un principio apoyaron a los Lobos.

En abril, Ariel y Anchundia estuvieron recluidos en la penitenciaría de Turi cerca de Cuenca solo un mes antes de que otro motín aparte terminara con 20 víctimas. Después del episodio violento, ambos solicitaron traslados, y las autoridades llevaron a Anchundia a Bellavista, lo que motivó la masacre de mayo.

Posteriormente, en noviembre, los Lobos y sus aliados, los Tiguerones, fueron declarados responsables de una ola de violencia que sacudió todo el país, e incluyó muertes de agentes de policía, carros bomba y cuerpos colgados de los puentes. Estos ataques fueron desatados por los traslados de muchos de los miembros de ambas agrupaciones desde la prisión del Litoral, en Guayaquil, por el temor de perder control y rentas criminales. Ambas agrupaciones hicieron circular panfletos, en los que amenazaban con represalias brutales si los traslados continuaban.

Los Lobos también han sido despiadados a la hora de eliminar a su oposición. En diciembre de 2022 y febrero de 2023, la pandilla intentó asesinar repetidamente a Junior Roldán, alias ‘JR’, uno de los fundadores de Choneros, antes de que lo mataran en circunstancias inciertas en Colombia en marzo de 2023.

Estructura de mando

El portal GK informó que el líder del grupo era Wilmer Chavarría, alias «Pipo», quien operaba desde la prisión de Turi en Cuenca. La policía cree que Pipo fue asesinado en un motín carcelario en 2021, en el que resultaron muertos 34 presos.

Desde su muerte, el rumor general es que su sucesor es Alexander Quesada, alias «Ariel». A este lo describen como de carácter agresivo, lo que seguramente dio lugar al enfrentamiento con Anchundia, el cabecilla de los R7.

Dada su posición actual, puede suponerse que Ariel tiene influencia sobre los Tiguerones y los Chone Killers, pandillas fuertes en las provincias de Esmeraldas, al norte de Ecuador, y Guayas, al sur.

Distribución geográfica

Los Lobos operaban principamente en las ciudades de Latacunga y Cuenca, en la provincia amazónica de Pastaza, y en la ciudad costera de Machala, según la prensa local.

Pero desde que comenzaron a ganar relevancia nacional, los Lobos han consolidado su presencia en las prisiones de máxima seguridad. Se dice que controlan todo en la prisión de Turi, en Cuenca, que alberga a cerca de 1.600 reclusos. También tienen influencia dominante en las prisiones Sierra Centro y Cotopaxi, en las afueras de Latacunga. En el centro penitenciario Litoral, de Guayaquil, el más grande del país, controlan los pabellones 8 y 9, según los panfletos publicados por el mismo grupo en noviembre de 2022.

Según Metro Ecuador, mantienen fuerte presencia en prisiones de menor tamaño, en las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Azuay y El Oro.

Economías criminales

La principal fuente de ingresos de los Lobos se origina en el trasiego de cargamentos de cocaína para grupos colombianos y mexicanos que mueven la mercancía por Ecuador.

Este país se ha posicionado como banda transportadora para la cocaína colombiana con destino a Estados Unidos y Europa; casi una tercera parte de la cocaína colombiana sale de Suramérica por puertos ecuatorianos. Los Lobos y otras pandillas ecuatorianas han contribuido a acrecentar la participación de Ecuador en el tráfico de cocaína.

Las actividades delictivas de los Lobos incluyen la protección de cargamentos de drogas en las ciudades portuarias, tareas de cobro de deudas y sicariato para socios internacionales o grupos aliados. En los últimos meses, las autoridades ecuatorianas han descubierto laboratorios de procesamiento de cocaína en Ecuador, que indican una posible evolución de grandes bandas, como los Lobos, en lo que las autoridades denominaron «microcarteles».

Los Lobos también participan en microtráfico en las ciudades ecuatorianas, principalmente en Quito, Guayaquil y Quevedo. En marzo de 2021, doce miembros de los Lobos fueron capturados y acusados de diversos delitos, que incluían microtráfico, extorsión, robo y posesión de armas de fuego ilícitas. En febrero de 2022, las autoridades ecuatorianas detuvieron a diez presuntos miembros de los Lobos por secuestro y homicidio en una de las operaciones más importantes que se han ejecutado contra ese grupo criminal hasta la fecha.

Los Lobo también han establecido el control de gran parte del sector de la minería ilegal en Ecuador, convirtiéndolo en un firme pilar de sus ingresos criminales. Los pandilleros supuestamente han tomado el control de las regiones de extracción ilegal de oro en la provincia norteña de Imbabura, cobrando un impuesto del 10% de todos los minerales extraídos.

Los Lobos y otras megapandillas han logrado imponerse y penetrar el sistema penitenciario mediante la corrupción a gran escala de los funcionarios de prisiones y esquemas de sobornos que llegan hasta los directores de las prisiones. La falta de infraestructura y financiamiento en muchos centros carcelarios de Ecuador ha dado a las bandas el control de las instalaciones, donde muchas veces controlan los movimientos y la seguridad dentro de los pabellones.

La violencia en las prisiones controladas por las bandas de Ecuador refleja la lucha del grupo por controlar las rutas de narcotráfico por fuera de las prisiones. Los motines carcelarios muchas veces surgen como guerras subsidiarias entre grupos, donde los Lobos han usado la violencia como retaliación por las confrontaciones en el exterior.

Aliados y enemigos

Los Lobos están aliados con varios grupos criminales de menor tamaño en Ecuador, incluidos los Chone Killers y los Tiguerones. Los grupos se autodenominan la Nueva Generación, y esto para algunos analistas es un homenaje al cartel mexicano CJNG, que se presume es la principal conexión internacional de esta estructura ecuatoriana.

Los Lobos tienen conexiones con otros actores internacionales y están vinculados a grupos criminales balcánicos, en especial albaneses. La Nueva Generación al parecer suministra la cocaína que trafican hasta las ciudades portuarias de Ecuador. También están relacionados con el Frente 48, disidencia de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En el país, el mayor rival de los Lobos con los Choneros, la mayor pandilla de Ecuador. Aunque los Lobos fueron aliados de este grupo, se separaron a comienzos de 2021. También mantienen una rivalidad con otra banda pequeña, los R7, en un conflicto que ha dejado docenas de muertos en 2022.

Prospectos

Ecuador ocupa el tercer lugar en decomisos de cocaína en el mundo, después de Colombia y Estados Unidos, según el Informe Mundial sobre Drogas de la ONUDD en 2022. Eso significa que por las manos de las bandas ecuatoarianas, como los Lobos, pasa más cocaína, más dinero y más armas.

Durante los últimos tres años, los Lobos han tenido un papel preponderante en la descomposición de la situación de seguridad en Ecuador, que en 2021 llevó al país a registrar el mayor incremento de su tasa de homicidios en Latinoamérica. Los Lobos y sus aliados han ayudado a importar tácticas criminales a Ecuador que el país rara vez había visto, como las brutales masacres carcelarias, la normalización del sicariato, el uso de carros bomba, los ataques masivos contra la policía y la exhibición de cadáveres colgados de puentes a manera de advertencia.

Hay pocas señales de que esto tenga un pronto desenlace. El gobierno de Ecuador no ha presentado nuevas ideas para contenerlos y los Lobos no han dejado de fortalecerse en los últimos años.