Las autoridades colombianas han denunciado que los carteles de México están buscando establecerse en su territorio. Sin embargo, la presencia de presuntos miembros de organizaciones criminales mexicanas en el país sudamericano parece responder más a la necesidad de buscar nuevos socios, tras la desmovilización de las FARC y el presunto debilitamiento de Los Urabeños, de quienes dependían para sus negocios.

Un reportaje de El Tiempo, que cita declaraciones de la Fiscalía, la Policía Antinarcóticos y la Defensoría del Pueblo de Colombia, alega que grupos mexicanos de crimen organizado están haciendo presencia en los departamentos colombianos de Antioquia, Cundinamarca, Norte de Santander, Valle del Cauca, Nariño, Meta, Guaviare, Vichada y Córdoba.  

Según un informe de inteligencia de la Policía Antinarcóticos, citado por El Tiempo, el Cartel de Sinaloa, el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Zetas estarían intentando tomar el control del comercio de droga debido a “los incumplimientos de las cuotas de coca colombiana” como resultado de la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el debilitamiento de Los Urabeños.

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El reportaje añade que los carteles están enviando a sus miembros a las regiones con mayor concentración de cultivos de coca, así como a puertos estratégicos en Colombia. Según El Tiempo, las autoridades han detectado grupos de hasta 10 mexicanos coordinando envíos de droga desde el Golfo de Urabá.

Además, a principios de 2017, 103 mexicanos estaban siendo investigados por las autoridades colombianas por casos de tráfico de drogas, según declaraciones del fiscal general Néstor Humberto Martínez publicadas por El Tiempo, pero no ofrece comparaciones a lo largo de años anteriores.

Análisis de InSight Crime

Las presencia de presuntos miembros de carteles mexicanos en Colombia no debe entenderse como un intento por apoderarse del negocio de la droga en Colombia.

Aunque sería de su interés para crear una cadena de distribución más vertical, para estos grupos es difícil entrar a un panorama criminal tan complejo como el de Colombia, cuando el negocio les funciona tal y como está.

Así que la posible creciente presencia de narcotraficantes mexicanos en Colombia se debe entender en el contexto del cambiante panorama criminal en el país sudamericano. Las FARC, quienes alguna vez fueron sus principales socios, se han desmovilizado y Los Urabeños, quienes luego tomaron ese papel, se han estado debilitando tras una fuerte ofensiva por parte de la fuerza pública.

Es por esto que los grupos mexicanos necesitan encontrar nuevos aliados para asegurarse que el comercio de narcóticos siga fluyendo.

Y como lo han hecho por varios años, estos grupos regularmente envían “emisarios” a Colombia para buscar nuevos socios, así como para supervisar la producción y la calidad de la droga. No es coincidencia que las autoridades colombianas hayan detectado la presencia de mexicanos en regiones donde las FARC o Los Urabeños solían tener un control fuerte.

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Nariño, por ejemplo, el departamento colombiano que produce más coca que Bolivia o Perú, solía ser un fortín de las FARC. Después de su salida, en este territorio ahora operan elementos disidentes de esta difunta guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y grupos híbridos que se denominan “bandas criminales” (Bacrim).  Los departamentos de Guaviare y Meta, que también fueron territorios controlados por las FARC durante muchos años, ahora son la base de la disidencia del Frente Primero de la exguerrilla. Tiene sentido que los grupos mexicanos busquen forjar nuevas alianzas con estos actores criminales para garantizar el flujo droga.

Otro ejemplo es el departamento de Córdoba, que históricamente ha sido territorio de grupos paramilitares que dieron origen a Los Urabeños. Actualmente Los Urabeños se enfrentan a nuevos grupos criminales, por lo que es probable que los mexicanos también busquen nuevos aliados en esa zona.

Por otro lado, la cara del narcotráfico en Colombia está cambiando. Los tiempos en donde un solo cartel controlaba toda la cadena del comercio de la droga han quedado atrás y cada eslabón de la cadena de producción y tráfico está controlada por un grupo de menor tamaño. Los mexicanos, por lo tanto, tienen que subcontratar a diferentes organizaciones para poder llevar el producto desde su punto de origen hasta el destino y tener un conocimiento de cómo funcionan estas dinámicas entre grupos.

*Este artículo fue escrito con información de Sergio Saffon.