El secuestro parece estar aumentando en Argentina en medio de una ola de crímenes que podrían ser un efecto secundario del creciente mercado doméstico de drogas del país y de su papel como una nación de tránsito de drogas.

Según estadísticas del Ministerio Público Fiscal de la Nación a las que tuvo acceso La Nación, en Argentina se reportaron 696 secuestros entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de este año. De estos, 201 -un poco menos del 29 por ciento- se produjeron en el área metropolitana de Buenos Aires. 

La mayoría de las víctimas de secuestro fueron elegidas al azar y mantenidas como rehenes en vehículos en lugar de casas de seguridad, informó La Nación. Los secuestros “express” en el área metropolitana de Buenos Aires a menudo comienzan como robos de vehículos, y luego se transforman en secuestros si se percibe que el conductor es pudiente. En un caso prominente en julio, el padre del futbolista profesional Carlos Tevez fue secuestrado durante cinco horas después de que un grupo de delincuentes intentara robar su vehículo y se dieran cuenta de quién era. Según La Nación, sólo en un pequeño número de casos de secuestro el grupo criminal está apuntando deliberadamente a una persona específica.

Algunos de los grupos de secuestradores que operan en el área metropolitana de Buenos Aires emplean tácticas sofisticadas, como escuchar las frecuencias de radio de la policía y toman las precauciones necesarias para evitar el rastreo de sus llamadas. Los grupos también transfieren a las víctimas de un vehículo a otro y las mantienen en constante movimiento con el fin de reducir la probabilidad de que las fuerzas de seguridad puedan localizarlos.

Además de exigir pagos de rescate en efectivo, también ha habido informes de que los grupos de secuestradores piden armas a cambio de la liberación de un rehén. En algunos casos, los grupos también obligan a la víctima a conducir hasta su casa para poder robar dinero en efectivo y objetos de valor.

Aunque la mayoría de los secuestros reportados en las cifras de 2014 probablemente son secuestros extorsivos, el Ministerio Público Fiscal de la Nación advirtió que algunos pueden ser casos de secuestros “virtuales” -en el que un delincuente llama a una víctima y finge haber secuestrado a un miembro de su familia- equivocadamente reportado como extorsivo. Desde mayo de 2014, la policía registró alrededor de 200 casos de secuestros virtuales a la semana en el área metropolitana de Buenos Aires.

También ha habido casos de secuestradores virtuales utilizando la tecnología para hacer parecer sus demandas más creíbles. Los delincuentes han hackeado cuentas de redes sociales o teléfonos celulares, y se han hecho pasar por la “víctima” con el fin de convencer a los familiares y amigos que ha ocurrido un secuestro.

Análisis de InSight Crime

El elevado número de secuestros en Argentina podría estar relacionado con el mercado interno de drogas en auge del país y el creciente papel como una nación de tránsito para los cargamentos de droga. Estos dos factores han contribuido al aumento de los grupos criminales locales. En algunos casos, estas bandas comenzaron en el comercio local de drogas, antes de pasar a otras actividades criminales como la extorsión, el lavado de dinero, los asesinatos selectivos -y tal vez ahora los secuestros.

En otras partes de Latinoamérica, México ha visto surgir un patrón similar. El año pasado, el país registró el mayor número de secuestros jamás visto -1.698- en medio de la violencia generalizada de la guerra contra las drogas. Esto se debe en parte a la fragmentación de los carteles de la droga más grandes: los grupos escindidos resultantes tienden a mirar hacia otras actividades, como el secuestro, para obtener fondos, si ya no son capaces de depender del tráfico de drogas transnacional.

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Aunque el Ministerio Público Fiscal de Argentina no publica estadísticas de secuestro, la frecuencia del delito parece ir en aumento en comparación con los últimos años. Según La Nación, Buenos Aires registró 43 secuestros en 2011, 31 en 2012 y 51 en 2013, en comparación con los 70 casos investigados por los fiscales federales en la ciudad y un total de 201 en el área metropolitana, en sólo los primeros nueve meses de este año. Además, un informe de 2013 de las Naciones Unidas sobre seguridad ciudadana identifica a Argentina como uno de los cuatro países de Latinoamérica con las tasas de secuestro más altas.

Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, los secuestros de larga duración son poco frecuentes en Argentina en comparación con los secuestros express. Estos son más comunes en la parte sur del área metropolitana de Buenos Aires, mientras que los secuestros de larga duración que exigen pagos de rescate más altos son más frecuentes en el norte.

Puede haber otros factores, además de la dinámica del crimen organizado, que hayan conducido a más secuestros en Argentina. Según una consultora de seguridad en Buenos Aires, las víctimas de clase media se han convertido en un blanco principal para los secuestradores tras las regulaciones que limitan el retiro de dinero en efectivo, y debido a una desconfianza generalizada en los bancos que ha dado lugar a la tendencia de almacenar grandes sumas de dinero en efectivo en casas y apartamentos.

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A diferencia de México y Colombia, donde los secuestros a menudo se llevan a cabo por parte de los carteles de la droga y grupos armados ilegales, los grupos criminales detrás de los secuestros en Argentina parecen ser mucho más pequeños y menos sofisticados. Según el libro El secuestro en Latinoamérica, muchos grupos de secuestro en Argentina comenzaron cometiendo robos, y luego se desplazaron al secuestro en la primera década del siglo XXI.

Estos grupos a menudo tuvieron vínculos con fuerzas de seguridad corruptas, y la policía estuvo implicada en varios casos de secuestro prominentes a principios de la primera década del siglo XXI, incluyendo tres en los que la víctima fue posteriormente encontrada muerta. La presunta connivencia de las fuerzas de seguridad con bandas de secuestradores finalmente llevó al expresidente Néstor Kirchner, quien fue elegido en 2003, a pedir una revisión de la fuerza policial en la provincia de Buenos Aires.

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