El grupo criminal colombiano Los Rastrojos está librando una guerra de dos frentes: contra la guerrilla del ELN, que buscan apoderarse de las operaciones altamente rentables de esta organización a lo largo de la frontera con Venezuela, y contra las fuerzas de seguridad venezolanas que los han estado atacando.

Desde mediados de febrero, las autoridades venezolanas informaron que habían desmantelado una operación de procesamiento de drogas y almacenamiento de combustible de contrabando en Boca de Grita, en el estado fronterizo Táchira, que presuntamente pertenecía a Los Rastrojos, según informó el medio de noticias La FM.

Casi al mismo tiempo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y Los Rastrojos participaron en una serie de enfrentamiento, incluidos dos que fueron captados en video. Ese conflicto violento llevó a unos 1.000 migrantes venezolanos a huir a través de la frontera hacia el municipio colombiano de Puerto Santander, informaron las noticias de VOA.

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Aproximadamente un mes después, el 14 de marzo, los cuerpos de ocho presuntos miembros de los Rastojos fueron hallados en una aldea en el departamento fronterizo de Cúcuta. Los guerrilleros del ELN presuntamente mataron a tiros a los miembros de Los Rastrojos en el municipio de Ayacucho, en Venezuela, y luego arrojaron sus cuerpos en una zanja en el lado colombiano de la frontera, informó Semana.

Residentes del municipio Ayacucho le habían contando anteriormente a InSight Crime que habían visto a uniformados del ELN, que decían que estaban buscando miembros de Los Rastrojos.

El medio de noticias La Opinión, ubicado en Cúcuta, informó que los esfuerzos por desmantelar a Los Rastrojos parecen estar dirigidos por Freddy Bernal, un importante funcionario venezolano, a quien el presidente Nicolás Maduro designó como el “protector de Táchira”.

El 10 de marzo, Bernal anunció en su cuenta de Twitter que 37 miembros de esta organización criminal habían sido capturados.

Análisis de InSight Crime

Para su subsistencia, Los Rastrojos dependen de economías transfronterizas como el narcotráfico, el contrabando y el tráfico de personas, que se llevan a cabo por los paso ilegales, conocidos como trochas. Perder la plaza de Boca de Grita y dejar de tener presencia en Táchira podría amenazar la existencia del grupo.

El ELN y las fuerzas de seguridad venezolanas aparentemente han encontrado un enemigo común en Los Rastrojos. Bernal, en particular, ha publicado regularmente en Twitter sobre operaciones contra el grupo, llamándolo “terroristas” y alegando que el grupo está en sus últimas etapas.

El presidente Nicolás Maduro ha usado durante mucho tiempo la presencia de grupos paramilitares colombianos como una excusa para tomar medidas enérgicas contra la frontera.

Los ataques del ELN contra Los Rastrojos pueden indicar que la guerrilla está tratando de ganar el favor del gobierno venezolano, al tiempo que aumenta su presencia en el estado de Táchira, dijo a InSight Crime la miembro de un partido de oposición, Karim Vera.

El ELN parece estar trasladando más combatientes a la región fronteriza, movilizando a miembros del Frente Carlos Germán Velasco Villamizar en Cúcuta, bajo el liderazgo del alias “Julián” o “Rolo”, dijo a La Opinión una fuente del ejército colombiano.

La fuente agregó que otros frentes del ELN están apoyando este movimiento: el Frente Domingo Laín Sáez en el estado venezolano de Apure y el Frente Juan Fernando Porras Martínez en el Catatumbo en Colombia.

Pero Los Rastrojos aún no se rinden.

El presunto líder del grupo, alias “Mario”, le dijo a La Opinión: “queremos que se sepa que no estamos como dicen las fuerzas de seguridad pública […] supuestamente acorralados por el ELN. Sepan que seguimos siendo fuertes y permanecemos en la lucha”.

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Durante recientes visitas a Boca de Grita, InSight Crime pudo confirmar la magnitud del control de Los Rastrojos sobre la zona. Desde que se cerró la frontera entre los dos países en 2015, el grupo ha tomado el control de los senderos utilizados para los cruces fronterizos ilegales, donde cobran por el paso de personas, mercancías, automóviles y drogas.

Según fuentes en terreno, en el puente internacional en Boca de Grita, Los Rastrojos, también conocidos localmente como “La Empresa”, le cobran 1.000 pesos (US$0,25) a cada persona que cruza el puente.

Los grupos también cobran un peaje a los vehículos que llegan a Boca de Grita. Los residentes locales le dijeron a InSight Crime que cada automóvil debe pagar 2.000 pesos colombianos (US$0,50), con aproximadamente 3.000 automóviles que llegan cada día. Y a pesar de la represión de Bernal, esto continúa ocurriendo “con el conocimiento del GNB, que no hace nada”, dijo una de las fuentes entrevistadas.

Si bien Los Rastrojos tienen su base en Boca de Grita y los senderos vecinos, será difícil desplazar al grupo.

El grupo está en una posición precaria, ya que el ELN continúa ganando fuerza en ambos lados de la frontera entre Colombia y Venezuela. Además, las especulaciones de que una masacre en Boca de Grita en julio de 2019, que fue causada por disputas entre dos comandantes de Los Rastrojos, solo puede precipitar la fragmentación del grupo en un momento en que está bajo asedio.