Los miembros de la mafia de las ex-FARC en la frontera entre Colombia y Ecuador están bajo una enorme presión de las fuerzas de seguridad tras el asesinato de tres trabajadores de la prensa ecuatoriana en una de las regiones más estratégicas para la criminalidad en Suramérica.

Según un informe de El Telégrafo, las autoridades de Ecuador arrestaron el 13 de abril a 43 presuntos miembros del frente Oliver Sinisterra, comandado por el ecuatoriano Walter Arizala Vernaza, alias “Guacho”, disidente de las FARC.

Los arrestos hicieron parte de las operaciones de seguridad llevadas a cabo por la policía y las fuerzas militares ecuatorianas después de que tres empleados del periódico ecuatoriano El Comercio, que se encontraban secuestrados desde el 26 de marzo en la frontera entre Colombia y Ecuador, fueran asesinados.

En una entrevista con CNN en Español el 15 de abril, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmó que los periodistas fueron asesinados en Colombia. En otra declaración ese mismo día, Santos ofreció apoyo al presidente de Ecuador, Lenín Moreno, y señaló que las fuerzas colombianas también estaban intensificando sus operaciones en la frontera.

En un comunicado de prensa del 16 de abril, el presidente Moreno exigió que Guacho se entregara en los próximos 10 días.

Las autoridades ecuatorianas ofrecen una recompensa de US$230.000 por información que conduzca a la captura de Guacho, mientras que el gobierno colombiano ofrece una recompensa de 400 millones de pesos (cerca de US$146.000).

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En años pasados, Guacho había trabajado estrechamente con Gustavo González Sánchez, alias “Rambo”, excomandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según algunos informes, Rambo dirigía operaciones de narcotráfico de la columna móvil Daniel Aldana del grupo guerrillero en el departamento de Nariño, un importante centro de producción de cocaína al suroeste de Colombia, en la frontera con Ecuador, que se ha convertido en un punto de transbordo de drogas cada vez más prolífico.

Hay muchas dudas en torno a la participación de Rambo en el proceso de paz, y no está claro si él se desmovilizó bajo los términos del acuerdo de paz de noviembre de 2016 entre las FARC y el Gobierno, o si todavía está involucrado en operaciones criminales en la región. Algunos informes señalan que Rambo huyó a Ecuador con dinero y armas mientras observaba cómo evolucionaba el proceso de desmovilización; otros afirman que se desmovilizó en el departamento del Cauca, al occidente del país.

Dada esta incertidumbre, existe la posibilidad de que Rambo haya abandonado el proceso de desmovilización y que se encuentre trabajando con Guacho. La columna móvil Daniel Aldana solía controlar operaciones criminales en la frontera colombo-ecuatoriana, y es posible que Rambo maneje sus riendas actualmente, mientras que el frente Oliver Sinisterra opera bajo el mando de Guacho.

Según datos de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), el frente Oliver Sinisterra podría tener unos 500 miembros en Nariño.

Análisis de InSight Crime

El asesinato de los periodistas y las consecuentes operaciones de seguridad indican que el poder que están adquiriendo los grupos mafiosos de las ex-FARC en Colombia está teniendo graves efectos en otros países de la región, una dinámica que podría resultar difícil de controlar.

Las repetidas operaciones de seguridad en la región fronteriza en los últimos años han hecho que el territorio colombiano sea demasiado riesgoso para los actores criminales de alto nivel, lo que ha abierto oportunidades para actores de nivel medio como Guacho, a quienes quizá les preocupa menos llamar la atención, y por lo tanto llevan a cabo actos violentos como el asesinato de los periodistas y el atentado con cochebomba contra una comisaría de policía ecuatoriana a principios de este año, que también estuvo vinculada a Guacho.

Sin embargo, este uso excesivo de la violencia puede ser contraproducente, ya que Colombia y Ecuador han intensificado sus operaciones conjuntas para la seguridad fronteriza, que podrían perturbar las actividades de grupos criminales como el de Guacho en ambos países.

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Por otro lado, los recientes acontecimientos han puesto en riesgo el proceso de paz del país, lo cual podría aumentar el poder de mafia de las ex-FARC y la amenaza que plantea.

Por ejemplo, las autoridades colombianas arrestaron recientemente a un importante dirigente de la guerrilla desmovilizada, Seuxis Paucis Hernández Solarte, alias “Jesús Santrich”, quien había sido designado para ocupar uno de los 10 escaños del Congreso que se le ofreció al partido político de la FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) como parte de los acuerdos de paz. El arresto se basa en cargos de narcotráfico de Estados Unidos contra Santrich, y la posibilidad de que sea extraditado —algo que según el acuerdo de paz debería evitar— probablemente suscitará las preocupaciones de otros excombatientes en cuanto a las condiciones de los acuerdos.

Recientemente también han surgido denuncias de corrupción contra el organismo encargado de gestionar la mayor parte de los fondos para la implementación del proceso de paz con el grupo guerrillero de las FARC, lo que puede llevar a que los exguerrilleros se pregunten si todos los fondos prometidos para los programas del acuerdo de paz realmente se materializarán, o si una gran parte quedará en los bolsillos de la corrupción.

Es posible que estos temores sobre el futuro del acuerdo de paz disuadan a un mayor número de excombatientes de las FARC de abandonar el proceso de paz. Como muchos otros antes de ellos, es probable que estos disidentes se unan a las crecientes filas de los grupos mafiosos de las ex-FARC liderados por cabecillas como Guacho.

La expansión de la mafia de las ex-FARC podría generar niveles de violencia aún mayores, no solo en Colombia, sino además, como indican los acontecimientos recientes, en el vecino Ecuador. De hecho, pocos días después de la muerte de los periodistas, Guacho presuntamente secuestró a otros dos civiles ecuatorianos.

* Este artículo fue escrito con la colaboración de Mimi Yagoub y Javier Villalba.