Las autoridades hondureñas y guatemaltecas han registrado cantidades récord en la erradicación de plantas de coca, una evidencia más de la expansión de la coca por fuera de la región cocalera tradicional de los Andes, lo que permite prever más problemas de seguridad en el futuro.

Las fuerzas armadas hondureñas erradicaron 945.000 arbustos de coca en una propiedad de Limones, departamento de Olancho, según anunciaron en un comunicado con fecha del 12 de marzo. El decomiso fue equivalente a la suma del total de plantas de coca confiscadas en 2020 y 2021.

El operativo se sumó al récord del país, de 6,5 millones de plantas de coca erradicadas en 2022, lo que dejó por el suelo el total de 531.000 arbustos, erradicados en 2021, como informó el medio Proceso Digital.

La policía guatemalteca emprendió iniciativas similares contra la coca, con la destrucción de 887.000 plantas en varios operativos, según anunciaron en una actualización del 12 de marzo. Estas operaciones se ampliaron en relación con los decomisos de coca en el país durante 2022, que sumó más de 4 millones de plantas.

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Aunque llama la atención la erradicación de cientos de miles de plantas, el cultivo de coca en Honduras y Guatemala sigue en pañales. El decomiso de más de cuatro millones de plantas de coca en 2022 en Guatemala ascendió a solo unas 29 hectáreas, según cifras entregadas a InSight Crime por la policía antinarcóticos del país. Y el récord de la campaña de erradicación de 2022 en Honduras solo cubrió 140 hectáreas en los primeros nueve meses del año, según el último informe de estrategia internacional antinarcóticos (International Narcotics Control Strategy Report) del Departamento de Estado estadounidense.

La erradicación por hectáreas en dos y tres dígitos palidece en comparación con los principales cultivadores de los Andes. En Colombia, el mayor productor mundial de coca, hay cerca de 204.000 hectáreas dedicadas al cultivo, y las autoridades erradicaron cerca de 69.000 hectáreas en 2022.

Análisis de InSight Crime

A pesar de la erradicación récord de coca en Honduras y Guatemala, estos no son productores importantes de cocaína. Sin embargo, la continua escalada de los decomisos en diferentes países demuestra la capacidad de la planta para sobrevivir por fuera de su ecosistema andino.

El cultivo de hoja de coca es el primer paso en la producción de clorhidrato de cocaína, la presentación en polvo del alcaloide como es traficada a los mercados consumidores. Aun con operaciones incipientes de cultivo de coca, Guatemala y Honduras siguen produciendo poco del producto final.

Las autoridades guatemaltecas han hecho énfasis en que, si bien el país produce cantidades marginales de pasta de coca, una versión refinada de la hoja de coca que luego se usa para la elaboración de cocaína en laboratorios rudimentarios, hay poca evidencia que soporte la producción de clorhidrato de cocaína en Guatemala.

En contraste, Honduras ha mostrado mínimas capacidades de producción de cocaína, con laboratorios poco sofisticados de producción de cocaína.

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A pesar de su limitada capacidad de producción de la droga, el creciente cultivo de coca en países no productores tradicionales puede ser una señal de mayores cosas en el futuro. Aunque se presente en bajos niveles, el cultivo será cada vez más difícil de detener una vez haya echado raíces. Guatemala es un buen ejemplo de ello, pues allí las iniciativas de erradicación hasta el momento no han logrado afectar el afianzamiento de los sembrados de coca, según Alan Ajiatas, subdirector de la división antinarcóticos de la Fiscalía General.

«Hasta el momento con los hallazgos y las áreas erradicadas no se altera el panorama del comportamiento de los arbustos de hoja de coca», le explicó a InSight Crime.

También es preocupante el surgimiento de coca en un amplio espectro de países. Además de Honduras y Guatemala, Venezuela y México presentan indicios de cultivos incipientes de coca.

En Venezuela, una investigación de InSight Crime encontró cómo se han extendido las plantaciones del alcaloide a la par que los laboratorios de clorhidrato de cocaína. En México, la coca se ha afianzado en zonas con tradición de siembras de amapola y marihuana.

Para las autoridades antinarcóticos alrededor de la región, el peligro que plantean los productores emergentes de coca es palpable. El Departamento de Estado estadounidense reconoció esto en su nuevo informe al calificar de “problemática” la producción de coca en Honduras y Venezuela.

Aunque los productores no tradicionales de coca siguen lejos de la designación de las 1.000 hectáreas fijada por el Departamento de Estado para considerarse productor importante, el afianzamiento de la coca en múltiples países y la futilidad de los esfuerzos de erradicación en los Andes no auguran nada bueno para el futuro.