Más allá de la escandalosa magnitud de los recientes arrestos masivos en El Salvador se esconde en la historia una advertencia, pues no es la primera vez que el país usa medidas de emergencia para reprimir las pandillas callejeras.

Desde que los legisladores de El Salvador otorgaron facultades de emergencia al presidente Nayib Bukele a finales de marzo, las autoridades han detenido a más de 40.000 personas, casi un uno por ciento de la población entre los 15 y los 64 años, según cifras del Banco Mundial.

Los arrestos generalizados, que comenzaron después de tres días de matanza indiscriminada que dejó 87 muertos, no tienen precedente en su celeridad y alcance. Grupos de derechos humanos y familiares sostienen que el número de detenciones arbitrarias es cada vez mayor.

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Las políticas de mano dura se han institucionalizado en los gobiernos de El Salvador como una estrategia para atacar a las pandillas callejeras de la MS13 y Barrio 18. La primera campaña de mano dura a comienzos de los 2000 provocó unos 23.000 arrestos. Una consecuencia imprevista —y muy costosa— fue el reclutamiento de una generación de pandilleros en las prisiones hacinadas.

InSight Crime habló con el analista de seguridad Douglas Farah, quien hace poco realizó un exhaustivo reportaje analizando la MS13 y los efectos que tendrán los arrestos generalizados sobre las pandillas. La conversación también cubrió la evidencia reciente que muestra que delegados de Bukele negociaron con la ranfla -los máximos líderes de las pandillas-, para mantener bajas las cifras de homicidios, e incidieron en la liberación de varios pandilleros requeridos por terrorismo por Estados Unidos.

InSight Crime (IC): ¿Qué efecto cree que tendrán los arrestos masivos en la dinámica de las pandillas en las prisiones y en las calles?

Douglas Farah (DH): Esa es la pregunta del millón. Creo que es la primera vez que asistimos a una ruptura interna en la MS13. Para mí no es muy claro aún a qué nos estamos enfrentando, pero pienso que hay una fuerte posibilidad de escisiones.

Es evidente que hay elementos de las pandillas del lado de Bukele y que, o renegociaron el pacto con él, o nunca lo infringieron realmente. Ese es el grupo de ranfleros extraditables.

El pronunciado pico de homicidios fue [por causa de] una facción de la pandilla. Esa facción está profundamente inconforme con algunas de las cosas que la ranfla histórica está haciendo desde la prisión y con la protección que gozan.

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IC: ¿Cree que parte de esa división se origina en cierta sensación de que la MS13 en las calles no entró en esa negociación y no se estaba beneficiando de la misma?

DF: Cuando tienes un pequeño grupo de personas negociando un beneficio específico, si eso no se extiende a toda la cadena alimenticia, entonces de seguro vas a tener problemas. Creo que eso va un poco más allá. Esto va a la extradición de los ranfleros, el empoderamiento que les ha dado el gobierno en términos de tener acceso a muchos beneficios sociales en las comunidades en las que operan. Eso creó toda una nueva dinámica para la MS13. Estoy seguro de que no todos se sienten entusiasmados por la distribución de riqueza que se desprendió de ahí.

IC: Se ha demostrado que las pandillas consolidaron su poder en pasados ciclos de mano dura. ¿Es posible que esta campaña agresiva tenga el mismo efecto?

DF: Es claro que se encuentran en prisiones hacinadas y ahora estarán aún más hacinados e incómodos. Es evidente que muchos de los detenidos no hacen parte de la MS13, y eso crea toda una nueva reserva de reclutas, que es lo que ya se ha visto. Cuando entras a prisión, o te unes o mueres. En realidad no tienes muchas opciones si eres un chico de 16 años. Lo hemos visto a lo largo de la historia y esto podría repetirse.

IC: ¿Las detenciones masivas pueden abrir la puerta a nuevas fuentes de ingresos criminales como la extorsión?

DF: Lo que se ve es que las familias que se apiñan en las puertas de las prisiones están desesperadas tratando de averiguar dónde se encuentran sus familiares. Creo que eso ofrece esta nueva fuente de rentas para la protección de sus hijos detenidos. Pueden extorsionarlos para mantenerlos con vida, para que tengan acceso a alimentos. Creo que eso crea toda una cadena de corrupción en el sistema penitenciario, porque la gente va a pagar para que sus hijos reciban alimentos y van a pagar para que estén seguros. La gente va a pagar por todo.

IC: ¿Cómo cree que esos dos meses de arrestos masivos han cambiado la relación entre las pandillas y la administración Bukele, que evidentemente tenían arreglos con ellas a puerta cerrada?

DF: Creo que de nuevo hay un pacto en pie. De lo contrario, creo que con la MS13 se estaría viendo una nuva escalada. No ser que haya 86 homicidios en dos días y luego caigan a cero por suerte o por los buenos oficios de la policía. Creo que esa es la evidencia fehaciente de que hubo una renegociación, una muy dinámica y rápida.

IC: ¿Cree que los encarcelamientos masivos pueden derivar en una reorganización de las pandillas de alguna manera?

DF: En el corto plazo puede hacer las cosas un poco menos convenientes en su modus operandi, pero en el largo plazo, saldrán fortalecidas. Lo que eso hace es dar control absoluto a las pandillas sobre lo que pasa en el interior de las prisiones. Son ellos quienes deciden quién duerme dónde. Son ellos quienes deciden quién recibirá una golpiza. Son ellos quienes deciden quién será asesinado o desaparecido internamente. Todo eso empoderará en gran medida a las pandillas.

Estos chicos entienden ahora qué es el poder, entienden qué es el dinero, y qué es el acceso. Y eso no se les quita de la noche a la mañana.