Una caída de los precios del café está obligando a cientos de agricultores peruanos a buscar trabajo en plantaciones de coca, una señal de que este país, al igual que su vecino Colombia, vive una bonanza cocalera.

Un informe de la Asociación de Exportadores (ADEX) señala que aunque la producción de café aumentó en seis por ciento en Perú entre enero y noviembre de 2018, el valor total de los productos exportados disminuyó en seis por ciento. Esto se atribuye directamente a los bajos precios en el mercado internacional y a las barreras para consolidar contratos de ventas.

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Entre tanto, Lorenzo Castillo, gerente general de la Junta Nacional Cafetera (JNC), ha declarado que en diciembre de 2018 los agricultores comenzar a migrar a regiones del país con presencia de tráfico de drogas para trabajar en las plantaciones de coca, donde pueden recibir una mejor paga. Castillo también mencionó que la tendencia se está volviendo un problema cotidiano en regiones como Satipo, Puerto Ocopa, Río Tambo y Alto Mayo.

La JNC ha pedido al gobierno del presidente Martín Vizcarra que intervenga y ajuste a los cafeteros con el mercado global. Así, la organización confía en que pueda contenerse esta tendencia.

Análisis de InSight Crime

Considerando que Colombia enfrenta problemas para hacer que los campesinos cambien la coca por otros cultivos, debido a los precios del mercado, Perú al parecer asiste a un aumento de sus cultivos de coca por los mismos factores de mercado.

Un campesino en Perú puede percibir unos 40 soles peruanos (alrededor de US$12) por un día de trabajo en una plantación de café, mientras que por el mismo día de trabajo en un cultivo de coca, la paga supera los 100 soles peruanos (alrededor de US$30).

La diferencia de jornales se exacerba con la baja de los precios del café en el mercado internacional. De 2014 a 2019, el costo por libra de café se ha devaluado de US$1.784 a US$1.016.

Además de estos factores, el cultivo de coca en Perú, que había presentado una disminución considerable entre 2015 y 2016, subió 14 por ciento a 49.900 hectáreas en 2017. Esto se atribuye al aumento de precio de la hoja de coca y a la remisión de las operaciones de erradicación, según un informe conjunto publicado en diciembre de 2018, por las Naciones Unidas y la Comisión Nacional para el Desarrollo y la Vida sin Drogas (DEVIDA).

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Una combinación de debilidad en los precios del mercado y un incremento de los cultivos de coca ponen a prueba el programa de erradicación en Perú, lanzado en 2017. El objetivo del programa era reducir el espacio de coca en Perú en más de 50 por ciento a la par que atraer a miles de campesinos a unirse a los programas de sustitución de cultivos para el 2021.

Pero de manera similar a Colombia, donde hace poco se anunció un nuevo programa de erradicación forzosa de plantaciones de coca, la iniciativa de Perú se encamina claramente a incumplir sus expectativas. Sin apoyo sustancial del estado, es probable que más y más sembradores de café sigan dejándose llevar a los campos de coca.