El arresto de quien alardeaba haber sido el sicario de Pablo Escobar por parte de autoridades de Colombia —con la colaboración de sus homólogos estadounidenses— es una muestra de cómo el país andino sigue sometiendo a importantes figuras de la delincuencia de Medellín con ayuda de Estados Unidos.

Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, fue detenido el 25 de mayo en Medellín por cargos de extorsión agravada y concierto para delinquir, captura que confirmó el alcalde Federico Gutiérrez en un tuit.

Según medios de noticias locales, Popeye fue detenido cuando se presentó en la fiscalía especializada del crimen organizado en Medellín en compañía de su abogado, con el fin de averiguar si había alguna investigación abierta en su contra.

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En una entrevista en 2017, una fuente de la Oficina de Envigado —la agrupación de organizaciones criminales de Medellín que controla la mayor parte del hampa de la ciudad— comentó a InSight Crime que Popeye extorsionaba a testaferros del difunto Escobar, quienes habían conservado bienes vinculados a las actividades ilícitas del cartel de Medellín.

Fuentes cercanas al caso, que hablaron con un medio de noticias colombiano parecieron confirmar esa información.

“Él pretendía recuperar bienes, dinero que dejó hace años en manos de narcos y que muy seguramente heredaron o recibieron familiares de los mismos. A ellos es a los que venía presionando y son los que lo denunciaron”, explicó una fuente a El Tiempo.

La misma fuente contó a El Tiempo que el organismo de Control de Aduanas e Inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) había participado en la investigación.

Popeye se había presentado como el jefe de sicarios de Pablo Escobar en el cartel de Medellín. Fue condenado a 52 años de prisión en 1992 y confesó haber participado en unos 300 homicidios, y haber ordenado unos 3.000 más.

Luego de su liberación anticipada de la cárcel en 2016, Popeye se convirtió en una especie de sensación en internet y en estrella de la narcocultura, en especial en círculos políticos de la derecha colombiana.

Análisis de InSight Crime

La captura de Popeye es una evidencia más de la ayuda de las autoridades estadounidenses a sus homólogos colombianos para conseguir una serie de arrestos de alto perfil de figuras claves del hampa medellinense, lo que creó un ciclo de entrega mutua de estos personajes.

Efectivamente, en diciembre de 2017 las autoridades colombianas arrestaron a la reconocida figura de la Oficina de Envigado Juan Carlos Mesa Vallejo, también conocido como “Tom” o “Carlos Chata”, con ayuda de las autoridades estadounidenses. Información obtenida de una fuente de InSight Crime en la Oficina indica que eso podría haber contribuido a la caída de Popeye.

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La fuente afirmó que Popeye tenía protección de Tom, y que ambos estaban cooperando para extorsionar a antiguas figuras del cartel de Medellín que se habían quedado con bienes de Escobar luego de su muerte en 1993. Luego de la captura de Tom y de que se lo amenazara con extraditarlo a Estados Unidos, es posible que ayudara a las autoridades a preparar el proceso contra Popeye.

Con ayuda de Estados Unidos, las autoridades colombianas han sometido a otras figuras centrales del panorama criminal de la ciudad de Medellín, como Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”, y Erick Vargas Cárdenas, alias “Sebastian”. Pero esas capturas de alto perfil han dejado campo para los “Invisibles”, una nueva generación de narcotraficantes colombianos que han adoptado un perfil más clandestino que sus predecesores.