El asesinato de 10 reclusos en una prisión de Paraguay por pandilleros del grupo PCC, en un violento ataque, deja claro que el sistema penitenciario de este país no puede controlar a la poderosa pandilla carcelaria brasileña.

Cuando terminó el ataque del 16 de junio en la prisión de San Pedro, las autoridades hallaron una espantosa escena creada por el Primer Comando Capital (PCC): seis cuerpos decapitados y otros tres quemados, según informó EFE.

El ataque del PCC estaba dirigido a una banda rival llamada Clan Rotela, de la cual quedaron 13 miembros que fueron trasladados de la prisión en la ciudad de San Pedro de Ycuamandiyú. El sangriento enfrentamiento entre las dos pandillas se debió a la venta y el movimiento de drogas dentro de la prisión, según señalaron los funcionarios de la misma.

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El PCC ha causado estragos en las prisiones paraguayas recientemente. En el mes de marzo, unos 20 pandilleros se amotinaron en una prisión de Concepción, al norte del país. Un día después, los funcionarios desplegaron fuerzas militares para asegurar los alrededores de todas las prisiones del país, pues temían que se presentaran nuevos actos violentos.

Análisis de InSight Crime

Las prisiones de Paraguay carecen del suficiente personal y de los recursos necesarios para controlar a los pandilleros del PCC, y los funcionarios no han logrado detener la expansión del grupo dentro de las cárceles del país.

La poderosa banda de narcotraficantes brasileña se ha expandido en la vecina Paraguay, transportando drogas y armas por todo el pequeño país del Cono Sur. Como resultado, el número de estos pandilleros en las prisiones de Paraguay también ha aumentado.

Además, están reclutando prisioneros paraguayos con el fin de engrosar sus filas. Los reclusos del PCC han comenzado a “bautizar” a nuevos miembros dentro de las cárceles, como lo constató InSight Crime en una entrevista que tuvo recientemente con Blas Martínez, exdirector nacional de prisiones de Paraguay, quien fue despedido tras la matanza del PCC.

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Martínez afirma que en 12 de las 18 prisiones de Paraguay hay actualmente presencia del PCC, y unos 250 pandilleros se encuentran recluidos en ellas.  Sin embargo, este número podría llegar a los 400, según dijo el director de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) de Paraguay tras ser consultado por InSight Crime.

Las prisiones paraguayas están además sobre pobladas, con cerca de 15.600 reclusos en instalaciones construidas para 9.000. La población carcelaria podría llegar a los 18.000 internos para fines de este año, como dicen los funcionarios. Además, las prisiones carecen de características básicas de máxima seguridad, como bloques de celdas aislados.

Previamente el PCC ha utilizado la violencia extrema para tratar de controlar las prisiones de Brasil, una táctica para cuyo control, evidentemente, no están preparados los guardias ni el sistema penitenciario de Paraguay. Por ejemplo, en 2017, pandilleros del PCC en una prisión de Brasil mataron a casi dos docenas de reclusos, decapitando y quemando a la mayoría de ellos, e incluso les arrancaron los corazones.

El ataque en Paraguay también indica que el grupo pretende controlar la distribución de drogas en las cárceles, una importante fuente de dinero en efectivo para la pandilla. En las prisiones de São Paulo, el PCC puede estar ganando diariamente alrededor de 1,5 millones de reales (cerca de US$44,000) provenientes de la venta de drogas, según fuentes consultadas por InSight Crime.

El grupo no puede obtener los mismos ingresos en las prisiones más pequeñas de Paraguay, pero incluso en ellas puede ganar algo de dinero adicional.

Así como el PCC encontró poca resistencia cuando comenzó a ingresar a Paraguay, la violenta pandilla ha encontrado pocos obstáculos para expandirse en las cárceles del país.