La creciente fragilidad de las conversaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y el último grupo guerrillero que queda en el país podría afectar el futuro de la paz en el país andino, y podría aumentar la participación de los guerrilleros en actividades criminales.

El presidente de Colombia, Iván Duque, dijo el 12 de septiembre que la liberación de seis personas secuestradas por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) —el último grupo guerrillero en Colombia después de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ya en gran parte desmovilizadas— no es suficiente para continuar con las conversaciones de paz.

“Si queremos construir una paz con ese grupo armado [el ELN], ellos mismos deben empezar por la más clara de las voluntades, que es la suspensión de todas las actividades criminales”, señaló Duque.

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El ELN liberó a los seis rehenes —tres agentes de policía, un soldado y dos civiles— el 12 de septiembre, poco después de liberar a otros tres secuestrados a principios del mes. Pero el Gobierno colombiano afirma que las conversaciones de paz no pueden continuar hasta que el ELN libere a los otros 19 individuos que permanecen secuestrados, una solicitud que para los guerrilleros es “inaceptable“.

Desde que Duque asumió el cargo, el futuro de las conversaciones de paz entre el ELN y el nuevo gobierno ha sido incierto, dado que Duque ha exigido que el grupo ponga fin a todas sus actividades criminales.

Análisis de InSight Crime

Las conversaciones de paz entre el ELN y la administración Duque parecen estar en una grave encrucijada. La renuencia de Duque a continuar las conversaciones de paz con el ELN puede estar relacionada con los problemas que han surgido tras el acuerdo de paz del Gobierno con las FARC, que dio pie a una nueva era de actores criminales y a la violencia que ello conlleva, entre otros problemas.

El estancamiento de las negociaciones con el ELN, que es lo que parece estar ocurriendo, o incluso su posible terminación, podría tener graves consecuencias para el futuro de la paz y para la dinámica criminal en Colombia.

Dicho estancamiento también afectará gravemente la moral de los miembros del ELN que están a favor de una salida pacífica, así como la esperanza de los guerrilleros de que esta solución se materialice pronto.

La decisión de negociar con la administración del expresidente Juan Manuel Santos no fue apoyada por todas las facciones del ELN desde el principio. Entre las facciones que se oponen se encuentra la del departamento de Chocó, ubicado en la costa Pacífica del país, que fue responsable de los seis secuestros recientes.

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De hecho, las mismas facciones del ELN que más se han opuesto a sus líderes y han puesto en riesgo el proceso durante años —al seguir secuestrando, violando el cese el fuego bilateral y llevando a cabo ataques armados— son algunas de las que cuentan con las finanzas criminales más fuertes.

Las debilidades en las conversaciones con el Gobierno pueden reafirmar el escepticismo de estas facciones y llevarlas a querer dominar las economías criminales.

Esto tendría como consecuencia la continuación de las luchas territoriales que han adelantado algunos elementos del ELN, enfrentándose con actores como el Ejército Popular de Liberación (EPL) y la organización criminal Los Urabeños por el control del comercio de drogas. Todo esto tendría más probabilidades de ocurrir más por el debilitamiento de sus rivales que por la beligerancia del ELN.

*Este artículo fue escrito con asistencia del Observatorio Colombiano de Crimen Organizado de InSight Crime.