El rapto de 17 canadienses y estadounidenses en Haití intensificará la atención sobre la ola de secuestros que vive el país, pero es poco probable que genere nuevas soluciones.

El 16 de octubre, un autobús que transportaba a los misioneros de los Ministerios de Ayuda Cristiana y sus familias, entre ellos cinco menores de edad, fue interceptado por una pandilla cuando salían de un orfananto en la ciudad de Ganthier, al noreste de la capital, Puerto Príncipe. Poco tiempo después, llegaron a Haití varios agentes del FBI para ayudar en los operativos de búsqueda y rescate.

El inspector de la policía de Haití Frantz Champagne acusó a la pandilla 400 Mawozo, que opera en Ganthier y se ha dado a conocer por sus tácticas de secuestro. En entrevista con Associated Press, Champagne afirmó que 400 Mawozo también fue responsable del secuestro de siete sacerdotes de la iglesia católica en abril, entre quienes se encontraban dos franceses. La pandilla exigió un pago de US$1 millón por su liberación. Aunque todos fueron liberados una semana después, no se sabe si se cumplió la demanda del grupo.

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En diciembre pasado, la Policía Nacional haitiana emitió una orden de captura contra el cabecilla de 400 Mawozo, William Joseph, alias “Lanmò San Jou”. En una redada posterior, la policía aprehendió a varios presuntos pandilleros.

Análisis de InSight Crime

El secuestro de los misioneros revela una escalada de la crisis de seguridad en Haití, y y la tendencia ascendente de raptos de extranjeros.

Entre enero y agosto de 2021, la Policía Nacional de Haití registró al menos 328 secuestros, una cifra muy por encima de los 234 registrados en todo 2020. Y es muy posible que el número real sea mucho mayor.

Aunque un buen número de pandillas en Haití se dedican al secuestro, incluida la temida alianza G9, 400 Mawozo parece ser la más peligrosa. Para Eric Calpas, un investigador de las pandillas de la isla quien trabajó con InSight Crime, esta agrupación puede contar hasta con mil miembros, lo que la haría la más grande del país.

El modus operandi del grupo es simple, pero efectivo. De acuerdo con Calpas el grupo dispone varios centinelas y agentes a lo largo de vías importantes, donde pueden sorprender los vehículos de sus víctimas, ya sea en carreteras desiertas o en el denso tráfico de la ciudad. Desde allí, escoltan a las víctimas, en grupos que varían entre cuatro y veinte, a vehículos que esperan para llevarlos a escondites donde se negocia el rescate.

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Calpas y otros expertos en seguridad coinciden en señalar que la pandilla fue la responsable de la mayoría de secuestros en el país entre junio y septiembre de 2021 —periodo en el que se dispararon los raptos en el país—, aunque en algunos casos la pandilla vende sus víctimas a otros grupos.

Aunque el secuestro parece ser la principal fuente de ingresos de 400 Mawozo, el control que ejerce esta pandilla en las vías de las afueras de Puerto Príncipe, como la que se dirige a Ganthier, población situada sobre una vía arteria en dirección a República Dominicana, le permite secuestrar camiones, extorsionar a los conductores y beneficiarse de las operaciones de contrabando.

A pesar de que las víctimas de secuestro siguen siendo principalmente de clase media, como profesores y dueños de negocios, que pueden pagar algún rescate, el rango de objetivos se ha ampliado. Incluso vendedores ambulantes, sin importar sus exiguos ingresos, han sido secuestrados. Las pandillas los obligan a vender sus pocas pertenencias, como neveras, a cambio de su libertad, según relata el New York Times.

Las órdenes religiosas también son víctimas frecuentes de la violencia. Aparte de los siete misioneros y religiosas secuestrados por 400 Mawozo en abril, un sacerdote haitiano fue acribillado en septiembre.

Los raptos han sucedido uno después de otro tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio, y el terremoto que le siguió en agosto. La agitación ha llevado a que la seguridad en Haití se agrave hasta salirse de control y ha dado más fuerza a unas pandillas que ya eran poderosas.

Ya sea que el rescate de los misioneros se logre mediante el pago de un rescate o por medio de un operativo de seguridad, no hay indicios de que la situación de seguridad en Haití vaya a mejorar pronto, y los extranjeros seguirán siendo vulnerables ante las pandillas.