Una oleada de violencia por enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y las bandas criminales el pasado enero en el distrito de La Vega, en Caracas, dejó al menos 24 muertos y el temor de que los choques continúen por el reclamo de nuevos territorios de parte de las bandas.

En los últimos días de 2020, comenzó a circular información acerca de que la banda de El Koki —que controla el barrio Cota 905 y es uno de los grupos criminales más grandes de Caracas— estaba tratando de expandirse hacia al barrio de La Vega.

«Desde el 29 de diciembre, la gente de El Koki montó una especie de garita de la que se encargan unos muchachos que [están aplicando] una especie de toque de queda», le dijo un habitante de la zona a El Pitazo.

Las fuerzas de seguridad no tardaron en responder. En la tarde del 6 de enero, tropas de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) se enfrentaron a tiros con pandilleros en La Vega, como señala el periodista venezolano Román Camacho. Según informes de esa jornada, los enfrentamientos armados continuaron hasta bien entrada la noche.

«La gente estaba demasiado asustada como para salir a la calle», dijo otro habitante, y otros más afirmaron que hombres armados pertenecientes a la banda de El Koki habían dicho que expulsarían a la policía de La Vega. En conversación con InSight Crime, Camacho afirmó que la pandilla había logrado hacer precisamente eso, al menos temporalmente.

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Sin embargo, la violencia en La Vega no hizo más que intensificarse cuando las FAES y otras unidades de la policía venezolana lanzaron una ocupación a gran escala del barrio en las primeras horas del 8 de enero.

Llegado el 10 de enero, comenzaron a surgir denuncias sobre la violencia desproporcionada de la respuesta, especialmente de los agentes de las FAES. Hasta 24 habitantes de la zona fueron asesinados por las fuerzas de seguridad durante su operativo, según informó Runrun citando a familiares de las presuntas víctimas.

Un residente de La Vega relató a InSight Crime que, desde el operativo, la policía recuperó un control tentativo de las principales zonas del barrio. Pero la historia no termina ahí.

Desde mediados de enero, la policía ha tenidos dos enfrentamientos con bandas en el territorio de El Koki en Cota 905. El 20 de enero, el Comando Antiextorsión y Secuestro (CONAS) tuvo un intercambio de disparos con presuntos secuestradores en el sector de Los Laureles, situado en la periferia de Cota 905.

Solo una semana después, el 28 de enero, Los Laureles fue el escenario de una nueva confrontación, esta vez entre presuntos miembros de la banda de El Koki y la Policía Nacional. Según información de El Pitazo, la gente de El Koki emboscó a varios policías que ingresaron a Los Laureles. Esto desató otro tiroteo que terminó pasando al vecino barrio de El Paraíso y se extendió al menos por cinco horas. Un presunto miembro de la banda resultó asesinado, y un transeúnte y un agente de policía salieron heridos.

Las víctimas de La Vega

Runrun identificó a varias víctimas, entre ellas Yerikson José García Duarte, un carpintero de 32 años, quien fue baleado en la calle cuando departía con amigos. Raúl Antonio Lira Sánchez, un mecánico de 25 años, fue asesinado a tiros mientras se transportaba en moto con un amigo. A Jonathan Useche, de 17 años, vieron cómo agentes de las FAES se lo llevaban con una capucha en la cabeza. Su cuerpo fue encontrado más tarde en una morgue. Fuentes de Runrun también informaron que varias personas habían sido asesinadas dentro de sus casas.

Al tratar de investigar estos asesinatos y a los responsables, InSight Crime encontró versiones encontradas de los hechos. Los familiares de tres víctimas diferentes, que hablaron bajo condición de anonimato, insistieron en que sus seres queridos no tenían nada que ver con las bandas y que ahora vivían con temor a nuevas represalias de las FAES.

Una de las fuentes confirmó la información publicada por Runrun, al contar que un miembro de su familia fue baleado después de que las FAES entraron a su casa por la fuerza. Marino Alvarado, coordinador de investigación del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (PROVEA), corroboró estas declaraciones al afirmar a InSight Crime que la mayoría de los muertos fueron transeúntes inocentes ejecutados por la policía.

El periodista Román Camacho dijo que al menos algunas de las víctimas eran pandilleros. Y según un habitante de la zona, algunas personas de La Vega estaban agradecidas por la intervención de la policía contra El Koki, mientras que otras tenían más miedo de las FAES, que por mucho tiempo han estado asociadas a supuestas ejecuciones extrajudiciales en barrios de clase trabajadora.

«No es que yo apoye a la banda que viene al barrio, pero no se puede destruir la vida de un niño por querer matar a alguien», le dijo a InSight Crime el pariente de una víctima.

Los hechos violentos en La Vega suscitan varias preguntas: ¿Por qué la banda de El Koki, después de años sin buscar expansión territorial, intentó ingresar al barrio? ¿Por qué la implacable respuesta de las FAES, incluso con su historial de violencia? Y, ¿qué significan estos hechos para la expansión de las llamadas «megabandas» venezolanas, que se han venido consolidando como una de las principales amenazas criminales de la región?

La figura central en todo este misterio es Carlos Luis Revete, alias «El Koki», el depositario del poder en el distrito Cota 905. InSight Crime ha informado previamente cómo el control que ejerce Revete sobre su banda y su territorio se ha basado en un acuerdo de «zonas de paz» con las autoridades, vigente al menos desde 2017, quienes en general no lo molestan mientras él mantenga la tranquilidad.

Gracias a este acuerdo tácito, la megabanda ha consolidado su control sobre las economías criminales tanto dentro de Cota 905 como en sus alrededores, alentada por las restricciones internas al ingreso de la policía al distrito. Desde entonces, la banda de El Koki ha llamado ocasionalmente la atención de las fuerzas de seguridad, pero la policía generalmente deja de perseguir a los miembros de la organización más allá de las fronteras de Cota 905.

Alexander Campos, director del Centro de Investigaciones Populares de Venezuela, planteó a InSight Crime su hipótesis de por qué la banda de El Koki emboscó a la policía en Los Laureles a finales de enero. En las raras ocasiones en que la policía ha entrado a Cota 905, la incursión generalmente ha terminado en violencia, de manera muy similar a lo ocurrido esta vez.

El Koki no tiene ningún acuerdo que le conceda impunidad a su banda en La Vega, lo que permite entender la fuerte respuesta policial frente a su reciente intento de expansión. Y aunque al parecer Revete percibió una oportunidad de expansión, quizá minimizó los riesgos.

Tanto Camacho como Campos dijeron a InSight Crime que los hombres armados involucrados en los enfrentamientos de La Vega no eran directamente miembros de la banda de Revete. En lugar de eso, parece que El Koki se valió de una alianza con otra banda, liderada por alias «El Torta», con el fin de apoderarse de La Vega. Camacho y Campos dicen que su información apunta a que los hombres de El Torta estaban luchando contra las FAES.

Esto encaja con la estrategia habitual de Revete. Sus habilidades de negociación no solo le han ayudado a evadir la persecución del gobierno, sino que además le han permitido negociar alianzas con otras bandas en diferentes sectores de Cota 905 y consolidar su control.

Sin embargo, el grado de violencia ejercido por las autoridades llama la atención, incluso a la luz de los cruentos estándares de las FAES. Esta unidad policial suele ser desplegada como una fuerza de primera línea para repeler elementos criminales difíciles y no han vacilado en ejecutar a grupos que operan en «áreas vetadas» o a quienes no están dispuestos a someterse. Las acciones previas de la unidad policial han motivado críticas directas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pero esto no ha generado ningún cambio en sus tácticas represivas.

La expansión de las megabandas

La invasión a La Vega representa el primer intento conocido de expansión de Revete, incluso cuando fue orquestado a través de un aliado. Varios factores pudieron haber motivado el ataque; desde razones de seguridad hasta necesidades económicas.

Si bien el control que Revete ejerce en Cota 905 es indiscutible, no tiene muchas opciones de expansión allí. La Vega es un barrio más grande y desarrollado, como afirma Luis Izquiel, abogado venezolano que se ha dedicado a investigar las megabandas. Por lo tanto, tomar el control de La Vega le proporcionaría a la banda de El Koki nuevas fuentes de ingresos importantes, como la extorsión y la venta de drogas.

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Campos concuerda con esta última afirmación, y agrega que las megabandas necesitan expandirse para poder ofrecer suficientes ingresos a sus miembros. La crisis económica del país, exacerbada por la pandemia, quizá ha acelerado esta necesidad, dado que varias economías criminales están generando ingresos significativamente menores en relación con el año anterior.  

Camacho, quien ha realizado un buen número de reportajes sobre la banda de El Koki, también señaló que, por su ubicación, La Vega sería más útil como base desde la cual la banda podría llevar a cabo secuestros en otros sectores de Caracas. Aunque la prohibición de los secuestros fue una de las condiciones para el acuerdo de «zona de paz» de El Koki con las fuerzas de seguridad, el grupo hizo varios intentos fallidos de secuestro en 2020, que por lo general terminaron en tiroteos.

El reciente intento de El Koki de apoderarse de La Vega parece haber fracasado por ahora. Y cualquier invasión en el futuro podría enfrentarse con un fuerte contragolpe por parte de las fuerzas de seguridad, que dejaría a los civiles en el fuego cruzado.

El grupo además está poniendo en riesgo su acuerdo de Cota 905. Si el gobierno de Maduro considera que Revete actúa de mala fe, podría tratar de eliminarlo. No sería el primer líder pandillero en ganar y perder el favor del gobierno de Maduro de esta manera.