Durante tres días a mediados de febrero, el ELN exhibió su capacidad de llevar a cabo operaciones simultáneas en Colombia, en una muestra de poder que envió un claro mensaje al Gobierno sobre los riesgos de no persistir en los diálogos de paz.

El 10 de febrero del 2020, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), uno de los grupos criminales más poderosos en América, hizo pública la implementación de un “paro armado” en toda Colombia. La acción se prolongó por 72 horas, comenzando el viernes 14 de febrero y terminando el lunes 17 del mismo mes, de acuerdo con información publicada por mismo grupo criminal.

Ese fin de semana se presentaron al menos 27 acciones del ELN, entre las que hubo ataques contra la infraestructura eléctrica, enfrentamientos con las Fuerzas Armadas de Colombia, cierre de vías nacionales por amenaza de bomba, artefactos explosivos colocados en ciudades, un ataque con francotirador y grafitis o banderas alusivas al grupo.

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Esto, sin mencionar las comunidades que se paralizaron solo por el temor a las represalias de no acatar la orden del grupo.

Mientras tanto, el Gobierno respondió con el despliegue de un esquema militar en departamentos como Chocó, Bolívar, Cesar, Antioquia y Norte de Santander, explicando que se habían evitado 94 acciones del ELN en todo el país, según el general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares, en declaraciones a W Radio.

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Análisis de InSight Crime

Este despliegue de poderío confirma que el ELN es el único grupo criminal de Latinoamérica capaz de paralizar amplias zonas de una nación. También demostró al Gobierno el riesgo de no insistir en las negociaciones de paz en Cuba, suspendidas desde enero de 2019, pese a que el grupo ha querido reanudarlas.

El fortalecimiento del ELN comenzó cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) salieron del escenario criminal entre 2016 y 2017, con la firma del proceso de paz con el gobierno, lo que se tradujo en una posibilidad para que el grupo copara zonas controladas hasta ese momento por las FARC.

Gracias a esa expansión, y a su mayor involucramiento en el narcotráfico, el ELN pasó de tener poco más de 1.400 integrantes en 2017, a 4.000 en 2019, además de extenderse a nivel internacional, especialmente a Venezuela, donde InSight Crime pudo confirmar su poder en 12 estados para 2018, número que podría haber aumentado.

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Este crecimiento también se reflejó en la magnitud del paro armado: las más de 27 acciones en seis departamentos, siendo Norte de Santander y Cesar los más golpeados, superaron al paro decretado por el ELN en 2018, en el que se presentaron alrededor de 20 eventos.

Además, hubo zonas donde el ELN no tuvo que atacar a la población para hacer cumplir su orden: en Chocó, un departamento golpeado en el paro armado del 2018 por el Frente de Guerra Occidental, la sika advertencia de la guerrilla detuvo el transporte fluvial en Istmina, municipio clave para conectar todo el departamento, lo que ocasionó que los alimentos empezaran a escasear.

Algo parecido se dio en Arauca, departamento controlado históricamente por el Frente Domingo Laín Sáenz; allí se paralizaron gran parte del transporte terrestre y la actividad económica. Incluso, medios locales reportaban que solo algunos comercios abrieron y que muchas zonas fueron “pueblos fantasmas” ese fin de semana.

Así como en Buenaventura, puerto del Valle del Cauca, donde miles de personas vieron afectada su movilidad debido a que el transporte fluvial se detuvo por el temor a represalias del ELN; o el departamento de Bolívar, fortín del ELN, donde municipios completos quedaron incomunicados por la falta de transporte.

El único evento comparable reciente ocurrió en octubre de 2019, cuando el Cartel de Sinaloa movilizó a cientos de pistoleros y bloqueó la ciudad de Culiacán, para forzar a las autoridades a liberar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”. Pero mientras que esto sucedió en el patio trasero del Cartel de Sinaloa, el despliegue de fuerza del ELN cubrió un área mucho mayor.

Con presencia en todo el territorio colombiano y la capacidad de detener la actividad de regiones enteras, en este momento el ELN puede estar en posición de presionar al gobierno nacional para que retorne a la mesa de negociaciones en La Habana. Los diálogos de paz con el grupo se interrumpieron luego del ataque perpetrado por el ELN en Bogotá el 21 de enero de 2019.