La captura de otro pez gordo —esta vez Servando Gómez, alias “La Tuta”, el líder de los caballeros templarios— debería ser motivo de celebración en México, pero las estadísticas indican que el gobierno debe reconsiderar qué significan este tipo de logros en estados turbulentos como Michoacán.

Gómez fue acorralado por una fuerza élite de la policía en Morelia, la capital de Michoacán, en la madrugada del 27 de febrero, informó Proceso; esto pone punto final a una larga persecución sin cuartel, que se extendió por casi dos años y en la que participaron miles de agentes de las fuerzas de seguridad, incluyendo la recién conformada gendarmería.

La captura de Gómez es, desde todo punto de vista, el fin de los Caballeros Templarios, organización criminal que se originó de una escisión de la Familia Michoacana (que a su vez ser originó de una escisión del Cartel del Milenio).

Dado que el único líder militar y espiritual que les quedaba a los Caballeros Templarios, su homólogo, Nazario “El más loco” Moreno, fue asesinado por la armada de México en 2014 (su “segunda muerte” en tres años), Gómez se las arregló para permanecer oculto por meses y mantener su grupo criminal, tarea nada fácil para alguien con su perfil.

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Últimamente su poder era en gran parte simbólico. Sus compañeros estaban muertos, en la cárcel o huyendo, o se habían pasado a otros grupos criminales, algunos de los cuales se autodenominan grupos de “autodefensa”.

Fue la aparición de estos mismos grupos de autodefensa lo que hizo que sobreviniera la tragedia sobre los Caballeros Templarios. En esos momentos, los Caballeros Templarios habían desarrollado un conjunto increíblemente diverso de fuentes de ingresos, que incluía desde la extorsión y el secuestro a nivel local hasta el tráfico de metanfetamina y mineral de hierro a nivel internacional.

A partir de 2013, estos grupos de autodefensa, conformados por una mezcla de criminales rivales, civiles desesperados y diversos empresarios, surgieron en varias partes del estado. Se extendieron rápidamente y, trabajando en estrecha colaboración con las fuerzas de seguridad federales, expulsaron a los Caballeros Templarios de su sede nominal, la cuarta ciudad más grande de Michoacán, Apatzingán, así como de muchas otras ciudades medianas y pequeñas.

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Gómez, quien alguna vez fue maestro de escuela y también era conocido con el alias de “El Profe”, intentó defenderse, principalmente mediante las redes sociales y YouTube. Usó estos canales sociales para exponer tanto a sus supuestos aliados como a sus enemigos, como una manera de ilustrar la hipocresía de centrar todas las miradas sólo en él, mientras que otros hacían cosas similares o incluso peores para saquear el estado y a los más vulnerables de México.

Pero fue incapaz de detener la arremetida contra él. Muchos de sus operativos de los Caballeros Templarios fueron capturados o asesinados, y muchos otros simplemente se cambiaron de bando. Los Caballeros Templarios, que hace apenas dos años poseían una enorme parte de las fortunas económicas y políticas de Michoacán— estaban acabados.

Sus relevos, sin embargo, parecen igual de malos, o incluso peores. Los grupos de autodefensa se han dividido y sus enfrentamientos han dejado a varios muertos y muchos otros encarcelados. Es más, el intento del gobierno por enrolar a algunos de sus miembros en su estructura de seguridad oficial ha fracasado en gran medida.

El resultado es que el estado tiene ahora más homicidios que cuando los Caballeros Templarios controlaban las riendas en 2011. Sin embargo, los casos de extorsión reportados —un delito difícil de medir dado que en su mayor parte no se denuncia— parecen estar disminuyendo, después de que aumentó en un 85 por ciento tras la aparición de los Caballeros Templarios en 2011.

Análisis de InSight Crime

Existen numerosas razones por las que la violencia podría estar aumentando en Michoacán, a pesar de la estrepitosa caída de los Templarios (o precisamente por eso mismo). En primer lugar, es posible que los Caballeros Templarios hubieran ejercido control sobre la delincuencia común en el estado. Había homicidios, por supuesto, pero debían ser aprobados por los mismos Caballeros Templarios.

En segundo lugar, la caída de los Caballeros Templarios puede haber creado un vacío de poder. Otros grupos criminales, en particular el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), han estado buscando aprovechar las ventajas de este territorio desde hace años, y hay buenas razones para creer que el CJNG estaba formando organizaciones de autodefensa para lograr este objetivo. La captura de La Tuta puede acelerar este proceso, aunque la batalla por los ingresos provenientes de actividades criminales que él deja tras de sí ya parecen estar en movimiento.

En tercer lugar, ni los grupos de autodefensa ni sus contrapartes en el gobierno han enfrentado realmente el principal motor de la economía criminal en la región: las drogas ilegales. Algunos grupos de autodefensa le dijeron específicamente a InSight Crime que no interferirían con esa actividad. Si no se ataca este asunto, parece haber pocas posibilidades de frenar la violencia y la constante erosión del estado, dado que son precisamente los ingresos del narcotráfico los que pervierten los procesos políticos y socavan la reforma institucional.

Finalmente, el gobierno mexicano no ha implementado reformas institucionales en Michoacán o en ningún otro lugar. Aunque un mayor número de tropas más especializadas (por ejemplo, la gendarmería) realizan más arrestos, esto no necesariamente crea más estabilidad. La policía local, que debe estar a la vanguardia en la lucha contra el crimen organizado, todavía debe ser reconstruida, y el sistema judicial tiene que fortalecerse. De lo contrario, sea que se llamen Caballeros Templarios o grupos de autodefensa, éstos van a aprovechar los enormes vacíos del sistema judicial mexicano y seguirán afectando a los más vulnerables.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...

9 respuestas a “México captura a ‘La Tuta’ pero los problemas de Michoacán continúan”