Los secuestros extorsivos en Argentina alcanzaron un mínimo histórico en el primer trimestre de 2023, periodo en el que solo se presentaron cuatro casos, siguiendo la tendencia a la baja en los últimos años, que se debe no solo a la labor de los organismos de seguridad, sino también a los problemas económicos, que han llevado a que este crimen sea cada vez menos rentable.

En la década de 1970, Argentina padeció una racha de secuestros por parte de guerrilleros que obtuvieron altas sumas de dinero por los rescates de sus víctimas. Y aunque los grupos insurgentes desaparecieron, los secuestros continuaron, e incluso se convirtieron en una economía criminal especializada a comienzos del nuevo siglo.

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Sin embargo, las cifras muestran que los secuestros extorsivos en Argentina han disminuido en los últimos 20 años, según la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (UFESE). De cientos de casos a principios de la década de 2000 se pasó a solo 27 el año pasado —una disminución que ha sido más pronunciada y más consistente que la de otros delitos, como los asesinatos o los robos—. Y aunque la pobreza y el desempleo suelen ser motores de la delincuencia, los secuestros disminuyeron incluso ante el aumento de estas variables.

InSight Crime comparó los secuestros con las estadísticas oficiales, tanto de los crímenes como de la economía, para tratar de determinar qué ha causado esta disminución.

La evolución de la economía del secuestro

Los secuestros por parte de criminales profesionales se acentuaron durante la peor crisis financiera de Argentina, entre 1998 y 2002, la cual llevó a muchas personas a perder su fe en la economía formal del país y a considerar el crimen como una carrera más atractiva.

En dicho periodo, la economía argentina se contrajo en un 28 por ciento, lo que llevó a un incumplimiento de la deuda pública y a una tasa de desempleo superior al 20 por ciento. El caos económico sentó las bases de la inestabilidad política que llevó al país a tener cinco presidentes en un periodo de cuatro años.

Aunque no se dispone de estadísticas oficiales de la época, es probable que Argentina haya llegado a un máximo de 600 secuestros extorsivos en 2003, de acuerdo con Santiago Marquevich, fiscal jefe de la UFESE. A principios de la década de 2000, las bandas de secuestradores profesionales comenzaron a operar alrededor del Gran Buenos Aires. Estos eran grupos organizados que planeaban bien sus crímenes: investigaban previamente a sus víctimas y las retenían durante semanas mientras presionaban a sus familias exigiendo rescates.

En 2003, la economía comenzó a recuperarse. A medida que el PIB crecía, el desempleo y los secuestros disminuyeron. Luego, en 2012, el crecimiento económico disminuyó y los secuestros comenzaron a aumentar. Pero los criminales ya no llevaban a cabo operaciones sofisticadas, sino que comenzaron a utilizar una forma más oportunista y “exprés” de secuestro. En lugar de vigilar a las víctimas —buscando el lugar ideal para raptarlas— y mantenerlas retenidas durante largos periodos, los grupos elegían a las víctimas al azar y las retenían durante menos de 24 horas.

Muchos de estos secuestros comenzaron como robo de vehículos; los delincuentes buscaban autos que pudieran ser detenidos y, si los pasajeros parecían pudientes, pasaban a extorsionarlos, obligándolos a retirar dinero de los cajeros automáticos o presionando a sus familias para que pagaran un rescate.

Los secuestros exprés son comunes en economías inestables. En Venezuela, por ejemplo, aumentaron después de la crisis económica de 2014 causada por la corrupción y la caída de los precios del petróleo.

Para 2015, los secuestros exprés en Argentina habían alcanzado su punto máximo. Ese año se registraron 294 casos, cifra que ha tendido hacia la baja desde entonces.

Los homicidios y robos agravados también han disminuido en los últimos años, pero no tanto ni tan rápido como los secuestros. De 2015 a 2021, los robos agravados disminuyeron un 43 por ciento, y los homicidios un 26 por ciento. Mientras tanto, los secuestros extorsivos cayeron un 90 por ciento, y cada año disminuyen más.

Los secuestros extorsivos divergen de las tendencias geográficas de la delincuencia en Argentina. Los datos geográficos de la UFESE sobre secuestros muestran un patrón claro: la gran mayoría de los secuestros, 397 de un total de 431, tuvieron lugar en Buenos Aires. Aunque Rosario, Santa Fe, se ha convertido en el foco del tráfico de drogas y los homicidios en Argentina, la UFESE registró solo siete secuestros extorsivos en esa ciudad.

La disminución de los secuestros también va en dirección contraria de las tendencias económicas. Si bien la crisis financiera quizá fue uno de los factores que impulsó la ola de secuestros de principios de la década de los 2000, la disminución en los secuestros no coincide con las tasas de desempleo o pobreza actuales. Las cifras de estas dos variables aumentaron entre 2016 y 2020, y aunque han disminuido en los últimos años, la pobreza se mantiene por encima de los niveles de 2016, y el desempleo ha vuelto a aumentar.

En los últimos años, Argentina ha sido golpeada por una inflación prolongada, una enorme deuda pública, la pandemia de COVID-19 y una sequía que ha reducido su sector agrícola. Si bien el desempleo y la pobreza han fluctuado, la inflación ha ido de mal en peor, alcanzando niveles superiores al 100 por ciento.

Resulta sorprendente que los secuestros extorsivos hayan disminuido a pesar de los problemas económicos de Argentina. En lo que va de 2023 se ha presentado solo un secuestro extorsivo al mes. Pero hay algunos factores que pueden explicar esta caída. Dados los topes en los retiros de cajeros automáticos, que limitan la cantidad que se puede obtener durante un rescate exprés, así como la devaluación de la moneda, que implica que grandes cantidades de efectivo pierden rápidamente su valor, los delincuentes están buscando dinero a través de productos con un valor más duradero, como las drogas. Muestra de ello es el gran aumento de las detenciones por delitos relacionados con drogas: entre 2015 y 2021, los delitos de drogas en Argentina aumentaron un 127 por ciento, según estadísticas de la policía.

A medida que la inflación ha disparado los precios, los secuestros han disminuido: la correlación entre el Índice de Precios al Consumidor —una medida estándar de la inflación— y el descenso de los secuestros en Argentina es mayor que la de los demás factores analizados por InSight Crime.

Las autoridades comienzan a coordinarse

Otro factor para la inesperada disminución en los secuestros es quizá un cambio de estrategia por parte del gobierno argentino. Tras el aumento de los secuestros exprés en 2012, se fundó la UFESE con el fin de identificar patrones y facilitar el intercambio de pruebas entre los fiscales que quizá estuvieran tras la misma banda. “Podría haber dos o tres fiscales y distintas comisiones que estén investigando a una misma banda que, en diferentes días y en diferentes jurisdicciones, cometieron hechos de estas características”, le dijo Marquevich a InSight Crime.

Los fiscales que colaboran con la UFESE en casos de secuestro extorsivos encuentran patrones similares en todas las jurisdicciones. Como dice Marquevich, “hoy el trabajo de la UFESE es muy importante porque es el organismo que permite vincular y relacionar esos hechos a partir de estar colaborando con todos los fiscales que intervienen en cada caso”.

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Además de facilitar el intercambio de pruebas, la UFESE recopila datos para identificar patrones que puedan vincular los casos entre ellos. Gran parte de esta evidencia proviene de las propias víctimas, quienes ofrecen detalles clave, como la descripción de las caras y las voces de los secuestradores, los vehículos y armas utilizados, y la manera como les exigieron y cobraron los rescates.

Las evidencias que recopila la UFESE, junto con la investigación de código abierto, les ha permitido a las autoridades acelerar el proceso de detección de nuevos grupos y arrestar a los perpetradores antes de que puedan cometer una gran cantidad de secuestros, como señala Marquevich.

La banda Poroto, Pastor y Narvaja, por ejemplo, operó en las jurisdicciones de Morón y Lomas de Zamora poco después de la conformación de la UFESE. Las autoridades lograron relacionar sus crímenes y desmantelaron al grupo en junio de 2016.

Otra banda, llamada M19, llevó a cabo secuestros entre 2016 y 2017 en todo el Gran Buenos Aires, donde la UFESE halló un patrón: aunque las víctimas fueron raptadas en varios lugares, los secuestradores siempre usaban la Autopista Acceso Oeste y la Avenida General Paz mientras intentaban obtener los rescates. Elegían esas vías porque por ellas se podían mover fácilmente en caso de una persecución policial, pero también porque estaban cerca de las casas de los secuestradores. La UFESE considera que este patrón fue útil para vincular múltiples secuestros con la banda.

Argentina ha sido testigo de diversos estilos de secuestro, desde los raptos por motivos políticos a manos de guerrilleros, pasando por grupos de secuestradores profesionales, hasta los secuestros extorsivos exprés.

Pero parece que en la década de 2020 el secuestro está desapareciendo en Argentina como una economía en sí misma. Los pocos secuestros que aún se presentan ya no son cometidos por criminales que viven de esta actividad, según dice Marquevich. En cambio, “los casos que estamos presenciando tienen que ver en un gran porcentaje con ajustes de cuentas entre bandas criminales o entre personas vinculadas a la actividad criminal”.