Un breve video del jefe de una megabanda en Venezuela, grabado con un celular, lo muestra relajado, departiendo y al parecer burlándose del gobierno.

El video es de Carlos Luis Revette, supuestamente uno de los delincuentes más buscados del país y cabeza de una megabanda que tiene dominado un sector en las afueras de Caracas, conocido como Cota 905. Cuando el joven de la cámara da una vuelta, Revette aparece, sonriendo y llevando en el cinturón lo que parece ser una pistola.

El video se ha difundido rápidamente en los medios sociales en gran medida porque Revette, también conocido como “El Coki”, está acusado de múltiples crímenes, como robo, homicidio y narcotráfico, según el sitio de noticias en la web El Cooperante. Este presunto criminal sigue evadiendo una orden de arresto emitida por primera vez en 2013, aun cuando el gobierno venezolano hizo hecho varios operativos en la Cota 905 desde 2015, en un esfuerzo por capturar a jefes de bandas, como Revette.

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El primer operativo —denominado Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP)— dejó un saldo de 15 muertos, según el sitio web de noticias Efecto Cocuyo. Aunque la policía luego afirmó que los muertes eran pandilleros, solo seis de ellos tenían antecedentes penales, anotó el artículo.

En cuanto a Revette, huyó para refugiarse fue de Caracas pocas horas antes del operativo.

Análisis de InSight Crime

El video en sí es corto y no significa mucho por sí solo, pero es un símbolo de lo que se ha considerado una abdicación del Estado venezolano en zonas como Cota 905.

Sin duda, el control de las megabandas en sectores urbanos pobres es consecuencia de una de las políticas fallidas del presidente Nicolás Maduro: la creación de las llamadas “zonas de paz”. En esas zonas las fuerzas de seguridad solo hacen presencia esporádica.

Y, como lo ilustró la primera OLP, cuando las autoridades entran, los delincuentes en buena posición o con informantes en la policía tienen tiempo de sobra para evadir la captura.

La idea detrás de las zonas de paz, implementada por primera vez en septiembre de 2013, era que la fuerte presencia de la policía y el ejército exacerbaba el conflicto en ciertas zonas. La lógica era que al mantener fuera las fuerzas de seguridad, excepto por orden judicial, la violencia se reduciría y el Estado podría fomentar el crecimiento económico de esas zonas deprimidas.

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Pero la realidad es que las zonas de paz dieron a las bandas “carta blanca para actuar en los territorios”, como la Cota 905, comentó a InSight Crime Luis Izquiel, abogado y criminólogo venezolano. Esos mismos territorios que se declararon zonas de paz, pronto se convirtieron en bases para secuestros, robos de autos, expendio de drogas y asesinatos, agregó.

Estas zonas (aunque según funcionarios del gobierno oficialmente ya no existen) también permitieron que las pandillas aumentaran en número y acumulen mejor armamento, como rifles de asalto y granadas. Ese tipo de alto poder de fuego significa que ahora existe el riesgo de que superen en armas a la policía.

En resumen, Izquiel cree que el Estado y la policía de Venezuela no tienen ni la voluntad ni la capacidad para desplazar a estas megabandas.

“Es un total abandono [del Estado]”, sentencia Izquiel.